Las consecuencias de la obesidad infantil trascienden lo visible. Según la OMS, niños pequeños ya presentan enfermedades crónicas asociadas tradicionalmente a adultos, como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, esteatosis hepática (hígado graso) y apnea de sueño, por mencionar algunas.

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4 de diciembre de 2024, 12:01 PM
4 de diciembre de 2024, 12:01 PM

Los alimentos ultraprocesados, falta de ejercicio, hábitos sedentarios, problemas genéticos y prácticas culturales son algunas de las causas de la obesidad infantil, un problema de salud pública cada vez más urgente, ya que se estima que el número de niños con sobrepeso se duplicará hasta 2035.

Soledad Churqui Alconz, médico y docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, señala que el consumo excesivo de alimentos ricos en grasas, azúcares y calorías vacías, combinado con la falta de actividad física, aumenta significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, enfermedades cardiovasculares, colesterol alto y ciertos tipos de cáncer, así como trastornos mentales como la depresión y el estrés.

“La alimentación poco saludable, con el consumo excesivo de alimentos ricos en grasa, azúcares y calorías vacías, sumado al sedentarismo o actividad física limitada contribuyen al desarrollo de la obesidad y el sobrepeso, condiciones que generan un impacto negativo en la salud de la población”, indica. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Mundial de Obesidad, en un reciente informe anunciaron que la obesidad infantil está experimentando un crecimiento especialmente acelerado.

“Se espera que se duplique el número de niños que vivirá con obesidad en 2035 hasta alcanzar los 208 millones, y que, por su parte, se incremente esta cifra en un 125 % para las niñas, alcanzando los 175 millones. En total, si no se toman medidas significativas, más de 1.500 millones de adultos y casi 400 millones de niños/as vivirán con obesidad dentro de 12 años”, señala el informe.

Estas cifras no sólo reflejan una crisis sanitaria en el presente, sino que auguran un futuro plagado de enfermedades crónicas, deterioro emocional y costos sociales crecientes.

Además, el informe aporta evidencia relevante sobre el impacto económico del sobrepeso y la obesidad. Concretamente, se prevé que dicho impacto alcance los 4 billones de dólares al año para 2035. Esto supone casi el 3% del PIB mundial, lo cual es comparable al impacto económico que supuso la pandemia de COVID-19 en 2020.

Las consecuencias de la obesidad infantil trascienden lo visible. Según la OMS, niños pequeños ya presentan enfermedades crónicas asociadas tradicionalmente a adultos, como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, esteatosis hepática (hígado graso) y apnea de sueño, por mencionar algunas.

El impacto no se limita al aspecto del cuerpo o la salud física, la obesidad afecta profundamente la autoestima de los niños, generando aislamiento, bullying y problemas emocionales como ansiedad y depresión.

Este círculo vicioso se refleja incluso en el rendimiento escolar, afectado por problemas de atención y aprendizaje derivados de malos hábitos alimenticios.

Consejos para prevenir la obesidad en niños

La Federación Mundial de Obesidad recomienda a los padres y profesionales de la salud algunas acciones para prevenir la obesidad infantil y garantizar una vida más plena para los niños. Entre estas acciones se encuentran:

             Reducción del consumo de bebidas azucaradas: se recomienda limitar el consumo de refrescos y jugos industriales, ya que contienen una gran cantidad de azúcares y calorías vacías. En su lugar, se sugiere ofrecer agua como la mejor opción.

             Menos alimentos procesados: es importante reducir el consumo de alimentos procesados y optar por productos frescos. Cocinar en casa permite controlar mejor los ingredientes y asegurar una alimentación más saludable.

             Aumento del consumo de legumbres y productos integrales: las legumbres y los productos integrales, como el pan y el arroz integral, son ricos en fibra y ayudan a controlar el apetito y la absorción de grasas y azúcares.

             Fomentar la actividad física: es crucial que los niños realicen ejercicio físico regularmente, preferiblemente al aire libre. Los deportes de grupo son especialmente beneficiosos.

             Desayuno diario y meriendas saludables: es importante que los niños desayunen todos los días y que las meriendas sean saludables, como frutas, bocadillos saludables y buenos cereales.

             Sustituir el tiempo frente a pantallas por actividades dinámicas: reducir el tiempo que los niños pasan frente a pantallas y aumentar el tiempo dedicado a juegos y actividades físicas es clave para prevenir la obesidad.

             Crear un ambiente familiar positivo durante las comidas: las comidas deben ser momentos familiares relajados y agradables, evitando situaciones de ansiedad.

             Controlar las porciones: no dejar que los niños repitan platos si la cantidad de comida es razonable. Esto ayuda a evitar el exceso de comida.

Churqui indica que la actividad física regular ayuda a prevenir y controlar las enfermedades no transmisibles, como las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes y varios tipos de cáncer. También ayuda a prevenir la hipertensión, a mantener un peso corporal saludable y mejorar la salud mental, la calidad de vida y el bienestar personal.

“Es importante tomar conciencia de las consecuencias y repercusiones que conlleva una mala alimentación y un estilo de vida sedentario”, dice Churqui.

Por otra parte, adoptar hábitos saludables no solo mejora nuestra salud y calidad de vida, sino que también nos permite disfrutar de una vida más plena y activa.

“Es hora de priorizar nuestra salud y bienestar, tomando medidas para combatir el sedentarismo y optando por una alimentación más saludable y equilibrada”, reflexiona Churqui.