La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la educación sexual integral (ESI) como una forma de brindar a los jóvenes información precisa y apropiada para su edad sobre la sexualidad y su salud sexual y reproductiva, la cual es fundamental para su supervivencia

25 de octubre de 2023, 9:00 AM
25 de octubre de 2023, 9:00 AM

Rosa recuerda vagamente las lecciones de educación sexual que recibió en la escuela. Dice que en una oportunidad fue llevada, junto a sus compañeras, a un aula aparte, separadas de los varones y que, al final de la charla, les dijeron que debían esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales.

Aún se ruboriza al rememorar que, cuando terminó la charla, al final, los profesores les dieron preservativos, que fueron guardados o usados en juegos a la hora del recreo.

Ésta es la realidad de muchos jóvenes que no tuvieron una educación sexual apropiada en sus años de colegio y que no mejoró en la educación superior.

“En mi labor, me encuentro con que algunos chicos tienen conocimientos sobre educación sexual, aunque la mayoría no tiene ni idea. Me doy cuenta que los jóvenes, en general, no saben mucho sobre la sexualidad y siguen teniendo los mismos prejuicios y tabús respecto a este tema, que otras generaciones”, explica la psicóloga Gabriela Triveño, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la educación sexual integral (ESI) como una forma de brindar a los jóvenes información precisa y apropiada para su edad sobre la sexualidad y su salud sexual y reproductiva, la cual es fundamental para su supervivencia.

Los temas cubiertos por la ESI, que también pueden denominarse competencias para la vida o educación para la vida familiar, incluyen, pero no se limitan a la familia y las relaciones; el respeto, el consentimiento y la autonomía corporal; la anatomía, la pubertad y la menstruación; la anticoncepción y el embarazo y las infecciones de transmisión sexual, incluida las producidas por el VIH/SIDA. 

Según el Estado de la Población Mundial 2022 publicado por el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), el organismo dedicado a la salud sexual y reproductiva, da cuenta que casi la mitad de todos los embarazos en el mundo, un total de 121 millones, son no intencionales. En Bolivia, la cifra es mayor, 50.5%, es decir, más de la mitad son embarazos no intencionales.

El dato se desprende de la Encuesta de Demografía y Salud (EDSA) 2016, que revela que más de la mitad de las mujeres bolivianas que fueron consultadas no había decidido ser madre cuando quedó embarazada, sino que quería ejercer su maternidad más tarde (28,9%), o ya no quería tener más hijos o sólo no quería ser madre (21,6%).

Según el UNFPA, con datos de la EDSA, un poco más de la mitad de las madres bolivianas, consultadas en ese momento, quedaron embarazadas sin haberlo planificado, lo que limitó el ejercicio pleno de sus derechos reproductivos y desencadenó otras consecuencias como la interrupción de sus estudios o el riesgo de su salud por un embarazo a temprana edad, en el caso de las niñas y adolescentes. En las mujeres jóvenes y adultas, pudo significar no ejercer su derecho a elegir si tener más hijos o no y el espaciamiento entre un embarazo y otro.

Unifranz
 En el país existe una deficiente e insuficiente educación sexual

Educación sexual insuficiente

De acuerdo con Triveño, en el país existe una deficiente e insuficiente educación sexual en las escuelas, lo que se traduce en que éstas se trasladen a la educación superior, debido a temas culturales, religiosos, sociales.

“En Bolivia, nuestra realidad todavía no tiene una apertura para abordar la sexualidad desde edades más tempranas, está muy atravesado por lo sociocultural, por nuestras formas de crianza, por las formas en las que vivimos, la religión y las creencias, donde los temas del sexo permanecen en la esfera de lo familiar. Eso hace que la educación sexual que se da en los colegios sea deficiente o incompleta, o muy reduccionista, sólo se habla de la anatomía, pero no de cuestiones que dan contexto en lo emocional”, explica la psicóloga.

Agrega que, en el país, existe un conflicto entre factores culturales y educación, por un lado, y la información que se encuentra en Internet, que lleva a los jóvenes a aprender de las redes sociales y de sus contactos personales.

“Hay un entrecruzamiento entre la educación, la cultura y la religión, entre los valores conservadores que se aprenden en casa y en la escuela con lo que ahora los jóvenes viven a través de las redes sociales, la tecnología y el Internet. Hay que encontrar la manera de que los jóvenes tengan una educación sexual que les permita saber sobre el sexo de manera responsable, libre, con conocimientos y fundamentos”, acota.

Triveño dice que eso hace que los chicos entren en la universidad con muchas carencias en cuanto a los conocimientos y los saberes de la sexualidad humana, por lo que continuar, reforzar o volver a enseñar educación en las universidades se hace necesario.

“La educación sexual en las universidades es muy necesaria porque no hay una preparación previa y hay muchas carencias. La educación superior debería brindar las bases para el cuidado de la propia sexualidad, para que los jóvenes puedan vivir su sexualidad de manera responsable.

La psicóloga señala que la educación sexual en la universidad tiene múltiples ventajas, siendo la principal que estos saberes ayudan a los jóvenes a vivir su sexualidad de manera responsable y libre.

“Hay muchos temas de los cuales no se habla, el consentimiento, las relaciones sexo-afectivas, la diversidad sexual, los derechos sexuales y reproductivos, los estereotipos de género, el machismo, los feminismos, hay muchos temas que ayudarían mucho a tener una lectura mucho más fundamentada de nuestra realidad si es que se los trata desde la educación sexual”, puntualiza.

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