El cacao, el café, el achiote o los granos andinos, productos cultivados orgánicamente, han experimentado un boom en los últimos años en la preferencia de las nuevas generaciones, presentando para el comercio exterior boliviano una oportunidad dorada que es importante explotar

9 de septiembre de 2024, 9:00 AM
9 de septiembre de 2024, 9:00 AM

El cacao, el café, el achiote o los granos andinos, productos cultivados orgánicamente, han experimentado un boom en los últimos años en la preferencia de las nuevas generaciones, presentando para el comercio exterior boliviano una oportunidad dorada que es importante explotar.

“En los últimos años se ha generado una tendencia nueva de consumo, ahora la gente ya no se dedica mucho a la diversión y está optando por la vida saludable y ese cambio en los patrones y hábitos y en el nivel de vida ha hecho que algunos productos, especialmente los orgánicos, tengan una mayor demanda”, explica Osvaldo Nina, exdirector del Banco Central de Bolivia y del Banco Unión, exdirector de Planificación Estratégica del Ministerio de Planificación y docente de la carrera de Ingeniería Económica de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Nina indica que esto es muy beneficioso para Bolivia, que cuenta con productos de muy alta calidad, los cuales, gracias al incremento de la demanda, han mejorado sus precios en los mercados internacionales.

“En Bolivia se produce, por ejemplo, café y cacao orgánico de reconocida calidad internacional y que además está libre de productos químicos. Otros productos que podrían encabezar las listas son la chía, el achiote, la quinua, todos relacionados con estilos de vida saludables”, agrega el experto.

Los millenials y, sobre todo, los miembros de la generación Z están optando por una alimentación más saludable, la cual incluye “superalimentos” como el café, el cacao, frutas exóticas, la quinua, el amaranto, la cañahua, el tarwi y la maca, entre otros.

Según datos de Statista, el consumo de superalimentos y productos orgánicos seguirá subiendo en los próximos años, debido principalmente a un cambio en los hábitos alimenticios y a una fuerte promoción de los beneficios nutricionales de los granos andinos, frutas exóticas y otros productos.

Este impacto también se siente en el país. De acuerdo con el último reporte del Instituto Nacional de Estadística (INE), de enero a junio de 2024, las exportaciones no tradicionales del país alcanzaron 1.921.747 toneladas, por un valor de $us 1.269.997.309, entre las cuales destacan las ventas internacionales de quinua, chia, castaña, café y cacao, entre otros productos.

“Si bien el incremento en las exportaciones de estos productos orgánicos no se puede comparar en volumen y precio a otros cultivos industriales o semi industriales como la soya o el banano, sí se está viendo un crecimiento importante”, acota el experto.

De acuerdo con Nina, aprovechar este boom significa mejorar las cadenas de producción y comercialización, garantizar la calidad del producto, y establecer relaciones comerciales sólidas con mercados internacionales. 

En Bolivia se produce, por ejemplo, café y cacao orgánico
En Bolivia se produce, por ejemplo, café y cacao orgánico

Potencial

Pablo Camacho, presidente de la Cámara Nacional de Industria (CNI), señala que el auge de los superalimentos o productos orgánicos representa una oportunidad muy importante para el país, sin embargo, son necesarias medidas jurídicas y económicas para incentivar inversiones nacionales e internacionales en el campo.

“Tenemos un potencial enorme en el tema de los alimentos orgánicos; pero tenemos un problema con la falta de inversión y es que no tenemos seguridad jurídica que pueda garantizar las inversiones necesarias para que las microempresas que se dedican a este rubro puedan crecer. Es necesario que se realicen los esfuerzos necesarios, desde el Estado y desde el sector privado, para solucionar este problema”, expresa Camacho.

Además, el líder del sector industrial del país agrega que para aprovechar esta tendencia en el mercado internacional es importante que Bolivia trabaje en la certificación orgánica y en la promoción de estos productos en ferias internacionales, destacando sus cualidades únicas. 

“También es crucial apoyar a los pequeños productores y comunidades rurales que cultivan estos granos, asegurando que se beneficien directamente de esta demanda global creciente, mediante políticas de incentivos para que estos productores puedan empezar a crecer y desarrollar nuevas tecnologías”, expresa.

Nina por su parte, apunta que una de las principales trabas que existen actualmente se refiere a las fuentes de financiamiento, pero que entidades como el Banco de Desarrollo Productivo (BDP) ya se encuentran trabajando en soluciones que se ajusten a las necesidades de los productores.