Históricamente, la chola era vista como una mujer de clase baja, muchas veces migrante urbana aymara, representando al sector popular y empobrecido de la ciudad

15 de julio de 2024, 9:02 AM
15 de julio de 2024, 9:02 AM

La Paz es conocida por su imponente geografía y su vibrante cultura. Desde el majestuoso Illimani, visible en casi cualquier punto de la ciudad, hasta sus empinadas calles que desafían a los pulmones de quienes se aventuran a recorrerlas a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar, La Paz es una ciudad única, mágica e inesperada.

Entre todos esos elementos que caracterizan a la ciudad que este 16 de julio celebra los 215 años de su gesta revolucionaria, hay uno que destaca por su belleza, fuerza, templanza y singularidad: la chola paceña.

Con su larga pollera y coloridos fustes, su distintivo sombrero, una fina manta sutilmente enganchada con un topo de oro o plata que hace juego con los aretes y el adorno en el sombrero, la chola paceña es una figura omnipresente en las calles de La Paz.

Desde que el visitante llega a la también llamada ciudad del cielo, ya sea en avión o en bus, es común ver a estas mujeres llevando sus productos al mercado, paseando con sus hijos, haciendo compras o como oficinistas en instituciones y empresas públicas y privadas. La vestimenta de la chola, con sus colores brillantes y su estilo único, atrae la atención de turistas locales y extranjeros por igual, convirtiéndose en un símbolo visual de la identidad paceña.

Resignificación de la identidad

Históricamente, la chola era vista como una mujer de clase baja, muchas veces migrante urbana aymara, representando al sector popular y empobrecido de la ciudad. Sin embargo, a partir del final del siglo XX y principios del siglo XXI, esta percepción ha cambiado.

En la mirada de Sayuri Loza, historiadora e hija de Remedios Loza, la primera mujer de pollera en llegar al Congreso boliviano como diputada, “la chola ha sido resignificada”.

Hoy, las mujeres de pollera se pueden encontrar en todos los estratos sociales y en diversos ámbitos de la vida boliviana, desde la política hasta el comercio, pasando por las profesiones independientes. La chola ya no es sinónimo de atraso ni de empoderamiento, sino una representación de la diversidad y la complejidad de la sociedad paceña.

Para Loza, sin embargo, “la chola no debe ser estigmatizada”; es decir, no se la puede ver como sinónimo de atraso, pero tampoco como sinónimo de empoderamiento. Así como hay cholas empoderadas también hay las que se encuentran en precaria situación.

“Lo ideal, es entender que la chola es parte de la sociedad paceña y boliviana que es profundamente diversa y que está actualmente en todos los espacios y ámbitos relacionados con el empleo, el estudio, la política y todo el quehacer del ser humano”, añade.

En tanto, Juan Carlos Núñez, docente de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, destaca que la chola paceña es una mujer valerosa y trabajadora que, pese a las adversidades avanza, empoderada y majestuosa en sus virtudes. “En otro tiempo despreciada, hoy representa la fuerza de la mujer boliviana”.

Unifranz

Hoy en día, la vestimenta de la chola incluye telas como organza y terciopelo, y se adorna con encajes y lentejuelas, reflejando tanto tradición como modernidad

Evolución y adaptación

La historiadora indica que la vestimenta de la chola tiene sus raíces en la basquiña española del siglo XVI y que ha evolucionado significativamente a lo largo de los siglos. Las mantas, los corsés y sombreros han cambiado de estilo, adaptándose a las tendencias de moda occidental y, al mismo tiempo, creando una identidad nacional propia.

Hoy en día, la vestimenta de la chola incluye telas como organza y terciopelo, y se adorna con encajes y lentejuelas, reflejando tanto tradición como modernidad.

La chola paceña, según Loza, ha sabido apropiarse de la vestimenta española, pero dándole su propio ‘toque’, elegancia e identidad nacional.

“Esta vestimenta ha evolucionado de acuerdo a la moda occidental, no es una cosa aislada; por ejemplo, actualmente se ha dejado de utilizar la tullma que es el adorno de los cabellos y se los ha cambiado por unos moños ‘coquet’, muy al estilo europeo”. 

La chola en la modernidad

Para el historiador Fernando Cajías, la chola paceña es la única mujer que ha mantenido su atuendo, al menos, durante un par de siglos pero que, en la actualidad, ya no se puede decir que sea “una identidad monolítica y homogénea”.

“Hay las cholitas fashion o las transformers que sólo se ponen de cholitas para la fiesta, pero mantienen una característica común que es la pollera, la manta, el sombrero y sobre todo la trenza, que es un factor muy importante”, manifiesta.

Si bien es cierto que, mientras más avanzan las generaciones, menos jóvenes optan por vestirse de chola de manera permanente, la vestimenta sigue teniendo un lugar importante en ocasiones especiales y festividades.

Las jóvenes, a menudo, eligen usar la pollera para eventos significativos, como bodas, fiestas o entradas folklóricas, como el Gran Poder, expresando así su identidad y herencia cultural. Este fenómeno es impulsado también por el diseño contemporáneo que ha hecho la vestimenta más atractiva y moderna.

Los diseñadores están cambiando la forma de la vestimenta que hasta el siglo pasado era muy conservadora. En la actualidad, se están utilizando telas como la organza, el encaje en varios colores, con lentejuelas bordadas, el terciopelo, las cintas o el raso; además del volumen en las pollera y escotes sugestivos con llamativos corsés.

“A las chicas les parece bonito, se sienten sexys, se sienten hermosas, se sienten poderosas, porque, además, las joyas son vistosas, el sombrero está muy bien adornado y hay maquillaje para cholitas, creo que ésas son algunas de las razones del porqué las jovencitas están recurriendo a esta identidad popular, al menos, en La Paz”, añade Loza.

Remedios Loza, un ícono de inspiración

Remedios Loza, una figura icónica, ha jugado un papel crucial en la visibilidad y el empoderamiento de la chola paceña. Como la primera diputada de pollera en Bolivia, rompió esquemas y abrió caminos para las mujeres de pollera en todos los ámbitos de la sociedad boliviana.

“Además de ser un ícono identitario en el país, Remedios es un ícono estético porque inició en la década del 60 cuando las cholas todavía no estaban en todos los ámbitos de la sociedad y se inició no sólo como comunicadora social sino como modelo. El hecho de que ella fuera una modelo de pollera rompía todos los esquemas de belleza occidentalizada que existían en la época”, destaca con mucho orgullo la historiadora, cuando rememora la trayectoria de su madre.

En tanto, Cajías señala que, si bien el empoderamiento de la chola paceña empezó antes de los 80s, éste era principalmente económico, ya que “no tenían empoderamiento político. Votaban, influían en las campañas y sólo eran utilizadas, pero ella (Remedios Loza) fue la primera con empoderamiento político”.

El legado de Loza sigue inspirando a nuevas generaciones, demostrando que la chola es mucho más que una vestimenta: es una identidad cultural que sigue evolucionando y adaptándose a los tiempos.

“Básicamente, Remedios es la chola en la historia de nuestra ciudad y de nuestro país y eso a mí me llena de orgullo y me parece maravilloso”, agrega, por su parte, Sayuri Loza.

Futuro de la chola paceña

La globalización y la influencia de la moda internacional plantean desafíos para la continuidad de la vestimenta tradicional de la chola en la vida cotidiana.

Es probable que, con el tiempo, la chola paceña se convierta en un símbolo cultural utilizado principalmente en ocasiones especiales, similar al kimono japonés o al sari hindú. Sin embargo, su legado y significado cultural perdurarán, reflejando la rica diversidad y la historia de La Paz.

Hoy, la chola paceña no sólo es un símbolo de la ciudad, sino una representación viva de su historia, su evolución y su identidad diversa. En cada pollera colorida y cada sombrero adornado, se cuenta la historia de una ciudad y de su gente, una historia que sigue viva y vibrante en las calles empinadas de La Paz, custodiada celosamente por su magnífico nevado.