Sienten un impulso emocional por relatar hechos inventados. Recurren a un conjunto de detalles para vestir sus historias de credibilidad, aunque resulten de algún modo incoherentes

26 de abril de 2023, 7:35 AM
26 de abril de 2023, 7:35 AM

Don Hilarión tiene 70 años y hace poco se vio obligado a levantar una denuncia en contra de su única hija y el esposo de ella. La causa presentada aludía a hechos de violencia psicológica y física. Su versión de la historia era firme y bastante convencible. Estuvo a nada de ganar la demanda. Sin embargo, sus argumentos fueron desmentidos gracias a unos videos que ofrecieron los acusados como prueba final. Las imágenes mostraron la realidad de los hechos y se demostró la inocencia de los denunciados. Don Hilarión fue sometido a múltiples exámenes psicológicos y el diagnóstico fue evidente: mitomanía.

James Robles, director de la carrera de psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, define la mitomanía como “un trastorno psicológico que consiste en la conducta repetitiva del acto de mentir, es una conducta adictiva que se adquiere por repetición”.

Algunos estudios indican que esta patología puede ser producto de distintas experiencias traumáticas durante la infancia. Con posterioridad, en la juventud o la vida adulta, se agudiza esta necesidad de mentir.

La Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association) asegura que la mitomanía es “una tendencia a elaborar, exagerar y decir mentiras, incluidos informes de experiencias imaginadas que a menudo implican autoengaño”.  

“Se han encontrado diferencias entre personas que mienten y no, especialmente en la corteza prefrontal del cerebro, involucrada en la toma de decisiones, la planificación y el control de los impulsos. Suele estar menos activa en los mentirosos patológicos. La región del cerebro involucrada en la respuesta emocional y la evaluación del riesgo suele estar más activa en mitómanos durante la mentira”, apunta Robles.

Reconocer a un mitómano

Identificar a un mentiroso patológico no es tarea fácil, pues estos se caracterizan por ser muy buenos para engañar a quienes lo rodean, contando con una habilidad casi innata para mentir. Existen algunos rasgos de personalidad notables que pueden ayudar a reconocer a un mitómano.

No sienten arrepentimiento: a diferencia del común de personas que suelen desarrollar un sentimiento de culpabilidad al momento de decir una mentira, los mitómanos carecen de algún tipo de remordimiento o arrepentimiento por sus mentiras.

Se enfocan en los detalles: muchos dicen que el secreto está en los detalles y los mitómanos hacen uso de esta narrativa para hacer su historia más creíble. Puede resultar contraproducente y darle al relato tintes fantasiosos y exagerados.

Evasivos: evaden las preguntas directas respondiéndolas de manera vaga o cambiando de tema, para no dar una respuesta clara. Huyen del contacto visual con su interlocutor, para no ser descubiertos.

Inconsistencias en las historias: la cantidad de historias que inventan desembocan en una falta de continuidad. La falta de coherencia les impide sostener una mentira por mucho tiempo. Los detalles de sus relatos cambian con frencuencia.

El inicio del fin

James Robles indica que muchas veces se señala a la mitomanía como un síntoma de otros trastornos psicológicos como la ansiedad, trastornos de personalidad, alimentarios, emocionales, y otras enfermedades más graves como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

“Una persona que padece ansiedad puede utilizar la mentira como una forma de evitar situaciones que le causen estrés; una con trastorno de la personalidad puede usarla como una forma de manipular a los demás y obtener lo que quiere”, apunta Robles. No todas las personas mitómanas arrastran problemas de personalidad, aclara el experto.