Existes patrones que se repiten y heredan de padres a hijos. Los estudios se iniciaron desde el siglo XIX y siguen marcando nuevos descubrimientos

16 de enero de 2023, 11:30 AM
16 de enero de 2023, 11:30 AM

El color de los ojos, la forma de la nariz, los lunares, los rasgos, son herencia física de nuestros padres, pero también heredamos un conglomerado de traumas, así lo asegura un estudio sobre “epigenética y patrones transgeneracionales”.

El estudio ha sido realizado por la Carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. Muestra cómo la memoria epigenética – mecanismos que influyen en la expresión de los genes sin modificar la secuencia de ADN– puede ser transmitida a distintas generaciones, activando mecanismos que nos hacen repetir patrones de conducta de manera inconsciente y con una carga emocional. En otras palabras, un hijo puede heredar un trauma de su padre.

La investigación fue presentada en el marco del Primer Congreso Iberoamericano de Psicología, organizado por el Colegio de Psicólogos del Perú. El estudio señala que, a diferencia de la mayoría de las enfermedades hereditarias, la epigenética y patrones transgeneracionales, no se producen como consecuencia de mutaciones en el código genético.

La información fue presentada en el encuentro que contó con la participación de expositores de 12 países de Iberoamérica de reconocidas universidades e instituciones académicas y científicas como Carlos Zalaquett, psicólogo reconocido de Estados Unidos, Karla Fernández de México, Álvaro Quiñonez de Panamá, Patricia Ballesteros de Venezuela, entre otros.

James Robles, director de la carrera de Psicología asegura que la epigenética es la rama de la biología que ha surgido como un puente entre las influencias genéticas y ambientales. Analiza las interacciones causales entre los genes y sus productos que dan lugar al fenotipo que se producen sin un cambio en la secuencia del ADN, fundamental a la hora de estudiar fenómenos psicológicos que aquejan a los miembros de la sociedad.

Estudios que acercan a la realidad

Algunos estudios de siglos pasados ya se acercaban a esa realidad. Prisioneros de la guerra de 1864, sobrevivientes de la Guerra Civil de Estados Unidos, que volvieron con problemas de salud, peores perspectivas laborales y menor esperanza de vida, tras ser liberados, fueron objeto de estudio.

Vivieron en medio de hacinamiento, los separaban espacios cortos equivalente a una tumba –en su situación de prisioneros– en esas condiciones las cifra de muertos crecieron.

Estudios que se circunscriben a la época, ya aseguraban que el impacto de estos problemas no se limitaron únicamente a los prisioneros, sino que los efectos pasaron a hijos y nietos. No estuvieron en ningún campo de prisioneros de guerra, y pese a que no les faltó de nada durante su infancia, sufrieron tasas de mortalidad más altas que el resto de la población en general. Los estudios aseguran que sus condiciones repercutieron de su árbol genealógico.