Ricardo Román Toro dirige uno de los 100 mejores colegios del mundo. Resalta la experiencia educativa del centro escolar Alberto Blest basada en la experimentación real y el acompañamiento docente

12 de diciembre de 2022, 7:32 AM
12 de diciembre de 2022, 7:32 AM

La sociedad y el mercado laboral requieren competencias de adaptación permanente. Expertos aseguran que muy pronto desaparecerán más de la mitad de las profesiones y aparecerán otras. Este es un proceso imparable. Las personas deberán aprender a vivir en transformación permanente. “La principal habilidad será aprender a aprender, aprender en forma permanente a estar adquiriendo nuevas capacidades”, sentencia Ricardo Ramón Toro, director del colegio Alberto Blest (Chile) catalogado como uno de los 100 menores colegios del mundo.

La globalización ha obligado a los institutos de educación, desde inicial hasta postgrado, a reinventarse. La adaptación reclama proyectos educativos acordes a los nuevos modos de aprender.  

 En esta nueva coyuntura, surge la planeación estratégica entendida como la gestión institucional que moviliza todas las energías en el horizonte para transformar el aula y todos los espacios como un laboratorio de experiencias educativas que incorpore las asignaturas y todos los niveles a esta renovada forma de aprender.

Ricardo Román Toro, profesor y consultor de universidades en Chile, México y España, y director del Colegio Alberto Blest Gana de Chile, sostiene que la gestión educativa estratégica se centra en establecer objetivos concretos y responsables.

“La estrategia consiste en establecer el horizonte de desafío y el liderazgo en orquestar todo y movilizar a los equipos para avanzar en la transformación, en esta combinación de probar nuevas prácticas y conseguir resultados académicos”, afirmó.

 El plan de gestión institucional busca una conversión de varios niveles de acción, desde la articulación del horizonte de transformación del colegio hasta la definición de metas concretas de logros en cada asignatura y nivel.

Según Román Toro, los educadores entendidos como transmisores de conocimientos, con clases expositivas y evaluaciones memorísticas, están destinados a desaparecer. “Un educador que crea vínculos con los estudiantes y se compromete con su formación para la vida, es un rol que aún puede ser cumplido por seres humanos comprometidos con su labor, solo que ahora incluye la adopción de tecnologías digitales para sintonizar con el tipo de experiencias de los estudiantes, acelerar los aprendizajes y crear las habilidades digitales que exige el mundo del trabajo”, dijo. 

Román Toro destacó como experiencia exitosa lo logrado por el colegio Alberto Blest Gana de Chile. Este centro se ha catalogado como uno de los 100 mejores colegios del mundo. 

“Construimos un modelo concreto y práctico de colegio que amplía el currículo incorporando las habilidades del futuro como creatividad, apropiación de tecnologías y educación emocional y social (…), pero también transforma el modo de aprender basado en la experiencia, en aprender haciendo, experimentando, jugando, con la exigencia de transformación para los docentes y para cada colegio”, indicó.

Puntualizó que en su colegio se construyeron dos modelos simultáneos de transformación. El primero está referido a la transformación de la educación escolar y, el segundo, de innovación. “La transformación de la educación escolar parte de la constatación de que los colegios no estábamos cumpliendo con la creación de habilidades necesarias para el futuro de nuestros estudiantes, considerando la transformación digital de la sociedad y los cambios en el trabajo y las profesiones”, aseguró.

El especialista sostuvo que la experiencia del Alberto Blest Gana consistió en buscar nuevas prácticas, estrategias y tecnologías que ayuden a transformar el colegio en un laboratorio de experiencias reales que permita a los estudiantes experimentar en la práctica. En resumen, pasar de clases teóricas a clases prácticas y experienciales donde los estudiantes son los protagonistas, que aprenden haciendo, probando, experimentando, jugando.

“Aquí opera nuestra estrategia de innovación, en explorar en espacios de actividad diversos, como universidades, centros culturales, empresas, etc., para seleccionar y adoptar estrategias, prácticas y tecnológicas. Un punto crítico es movilizar, motivar y comprometer al equipo de profesores en la búsqueda y realización de estos proyectos de innovación”, indicó.