¿Por qué debemos apostar por la economía creativa?
La economía creativa no solo implica innovar, sino dar un valor añadido a lo que ya conocemos.
¿Qué hemos dejado pasar por alto en este camino? La respuesta es clara: mucho. La creatividad nos ofrece un panorama lleno de oportunidades por descubrir y que no debemos desaprovechar, indica Felipe Buitrago, exministro de Culturas de Colombia, para quien, en un mundo donde las fórmulas tradicionales han dado resultados mixtos, la economía creativa se presenta como una opción fresca y transformadora.
“Hemos probado diversas estrategias para impulsar el desarrollo económico, algunas con éxito, otras no tanto. Sin embargo, jamás hemos apostado de lleno por la creatividad como motor de cambio y si apostamos nos daremos cuenta de todo lo que no hemos aprovechado, pero que no podemos seguir desaprovechando”, asegura el creador del concepto economía naranja y speaker del Foro Internacional de Economía Creativa, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, y el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES) en Cochabamba.
El valor de la creatividad
La economía creativa no solo implica innovar, sino dar un valor añadido a lo que ya conocemos. En palabras de Buitrago, “la creatividad nos ofrece la posibilidad de enriquecer todo lo que hacemos”, resaltando que muchas veces no se trata de inventar desde cero, sino de transformar y aplicar lo que ya sabemos hacer en otros contextos.
Por ejemplo, sectores tradicionales como la manufactura o la agricultura pueden beneficiarse de la incorporación de elementos creativos y tecnológicos.
Esta sinergia fortalece las capacidades latentes y las convierte en agentes de transformación. Pero, ¿qué implica esto en la práctica? Significa dar un salto hacia la investigación, el desarrollo y la aplicación de nuevas tecnologías.
“Se trata, precisamente, de darle más valor a aquello que ya sabemos hacer en otros contextos y de fortalecer las capacidades que tenemos, pero que no hemos apoyado apropiadamente para que se conviertan en agentes de transformación y creación de oportunidades”, puntualiza el experto.
Tecnologías emergentes: un campo fértil para la creatividad
El mundo de la inteligencia artificial, la robótica, el Internet de las Cosas (IoT) y las tecnologías vestibles están, apenas, en su fase inicial. Según Buitrago, aquí radica una enorme oportunidad para quienes se atrevan a explorar.
La clave está en fomentar el talento joven, brindándoles las herramientas necesarias para innovar desde una perspectiva local para “ese sabor local a estos desarrollos, a partir de un enorme valor, también, local”, afirma.
Cuando se combina la creatividad con el conocimiento de la identidad cultural, los resultados pueden ser extraordinarios. Este enfoque local no sólo añade valor, sino que también diferencia los productos y servicios en un mercado global cada vez más competitivo. La economía creativa, por tanto, no es solo una tendencia; es una estrategia integral para construir un futuro sostenible.
El papel del talento joven: protagonistas del cambio
Buitrago es optimista respecto a miles de personas que, en el país, se dedican a la artesanía, al arte o al software y se sienten desesperanzados porque los gobiernos impulsan a otros sectores y no le dan fuerza a las economías creativas.
“Lo primero es darles ánimo. Ustedes tienen el talento, tienen las capacidades”, señala. Esta frase destaca un punto esencial del emprendimiento: el talento necesita apoyo, pero también proactividad. Es cierto que el respaldo del gobierno y la sociedad civil puede ser fundamental, pero la verdadera transformación comienza desde la iniciativa individual.
“La única manera de formar parte del futuro es construirlo. Esperar a que las condiciones sean perfectas es un lujo que no podemos permitirnos. Los jóvenes deben salir a buscar las herramientas que necesitan, aprovechando las oportunidades que ofrece la economía creativa”, reflexiona Buitrago.
Un círculo virtuoso para el desarrollo económico.
El concepto de “si me apoyas, yo te apoyo” es más que una idea: es la base para construir un ecosistema sostenible. Cuando los sectores público, privado y la sociedad civil colaboran, se generan mejores espacios y oportunidades para la transformación. La cultura y la creatividad, entonces, dejan de ser elementos periféricos para convertirse en el eje central del desarrollo.
En este sentido, la economía creativa no solo ofrece crecimiento económico, sino también cohesión social. Las industrias creativas —que incluyen sectores como el diseño, la tecnología, las artes y los medios digitales— pueden convertirse en motores de empleo, innovación y competitividad. Pero para que esto suceda, es necesario un cambio de mentalidad: ver la creatividad como una inversión, no como un gasto.
Apostar por la economía creativa es más que una decisión estratégica: es una necesidad. En la actualidad, nos encontramos en un punto de inflexión donde la innovación y la creatividad pueden definir el futuro de nuestras sociedades. No se trata sólo de adaptarse a las tendencias globales, sino de liderar el cambio desde nuestras propias identidades y talentos.
La creatividad es un camino hacia la transformación, uno en el que todos, especialmente los jóvenes, tienen un papel protagónico. La clave está en aprovechar lo que aún no hemos explorado, fortalecer lo que ya sabemos y, sobre todo, creer en el poder de nuestras ideas para crear un futuro mejor.