Atrás quedaron las instituciones de educación superior que sólo facilitaban conocimientos a los estudiantes y, en la actualidad, se enfocan en una formación integral, con habilidades técnicas y blandas

19 de julio de 2023, 9:07 AM
19 de julio de 2023, 9:07 AM


Los profesionales de este tiempo responden a múltiples tareas y desafíos en un mercado laboral cada vez más exigente. La semilla de una formación integral debe surgir en aulas, donde adquieren competencias y destrezas para armar equipos de trabajo, tomar decisiones, lograr buenos ambientes laborales, planificar estrategias o hacer inversiones.


Atrás quedaron las instituciones de educación superior que sólo facilitaban conocimientos a los estudiantes y, en la actualidad, se enfocan en una formación integral, con habilidades técnicas y blandas, conocimientos y experiencias para toda la vida, a fin de hacerlos más competitivos.


“Habilidad es la capacidad y disposición para algo”, según una definición del diccionario de la Real Academia Española (RAE). Por tanto, se trata de la destreza que una persona tiene para ejercer determinada actividad.


Estas habilidades (conocidas también como competencias) se dan en dos dimensiones: las duras o técnicas, que son aquellas que comprometen conocimientos de especialización y las blandas, que están relacionadas con capacidades comportamentales y elementos socio-afectivos. Sobre estas últimas (habilidades blandas), hacen énfasis las universidades que marcan innovación.


La National Soft Skills Association (Asociación Nacional de Habilidades Blandas) define las habilidades blandas como un conjunto complejo de cualidades personales que ayudan a que un individuo sea un integrante positivo y contribuyente de cualquier organización. Las habilidades sociales incluyen cualidades personales, como actitud positiva, comunicación, planificación y organización, pensamiento crítico y trabajo en equipo, entre otros.


El centro del proceso educativo está en el estudiante

El Internet ha dado paso a una democratización del conocimiento, de tal forma que el profesor ya no es centro de la enseñanza, sino, al contrario, se convierte en un guía u orientador, y en ese lugar están los estudiantes que aprenden en equipos de trabajo colaborativo.


Para el vicerrector de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz Santa Cruz, Carlos Dabdoub, este método de enseñanza no solamente refiere al conocimiento, sino también a lo que hoy se conoce como habilidades blandas. 


“Queremos que los jóvenes tengan pensamiento crítico, puedan resolver problemas, porque nosotros les presentamos los problemas y ellos tienen que reunirse para resolver esos problemas”, afirma Dabdoub.


En tanto, Guy Haug, experto europeo en evaluación y desarrollo de universidades y sistemas de educación superior, quien recientemente participó en el IV Foro Internacional de la Educación Superior, realizado en Santa Cruz, asegura que los estudiantes de esta nueva generación desafían a las instituciones educativas a “cambiar su menú” para atender sus requerimientos de formación. 


“Si realmente queremos poner al estudiante al centro del proceso de docencia aprendizaje, previamente tenemos que conocerlo mejor, quiénes son, qué quieren hacer o qué les interesa. Para ello es necesario utilizar herramientas, también nuevas, como la inteligencia artificial (…)”, afirma el experto.


Las transformaciones propias del paso del tiempo motivan a los estudiantes a desarrollar nuevas competencias personales, sociales y profesionales. De ahí que se convierte en protagonista de su propio aprendizaje.


Guy Haug explica que los jóvenes poseen mayor capacidad para dialogar y trabajar en equipo, reciben la información de una manera más ágil, son capaces de desarrollar múltiples tareas, valoran el aprendizaje desde la práctica y tienen entre sus habilidades el uso de la tecnología, la espontaneidad, la interactividad, el pensamiento crítico y la búsqueda constante de experiencias. 


En esa misma línea, Dabdoub puntualiza que estos nuevos perfiles de universitarios demandan una educación transformadora, enfocada no solo en la transmisión de conocimientos, sino en la integridad del estudiante. 


“Cuando hablamos del perfil del profesional, nosotros hablamos del perfil de la persona, porque cada uno tiene su forma y comportamiento. Esto es lo que se llama el aprender haciendo”, afirma la autoridad académica de Unifranz.

Unifranz
La trilogía del ‘saber, saber hacer y saber ser’ desafía a las instituciones educativas que practican el concepto de ‘aprender haciendo’



Saber, saber hacer y saber ser

La trilogía del ‘saber, saber hacer y saber ser’ desafía a las instituciones educativas que practican el concepto de ‘aprender haciendo’, a ser parte de su propósito porque esta metodología conjuga el conocimiento teórico y las habilidades prácticas y humanas, en la formación de los nuevos profesionales. En Unifranz, esta cualidad se denomina: proyectos integradores. 


Para Dabodub, hay conocimiento (saber), hay aprender haciendo (saber hacer) y también el tercer pilar que es el ‘saber ser’. “No queremos profesionales que se metan en un consultorio o en un bufete, sino que sean ciudadanos activos, que también luchen y peleen por su comunidad y por su bienestar”.  

En definitiva, para que se produzca el máximo potencial de desarrollo de una competencia o habilidad, tiene que existir una combinación dinámica de conocimientos, práctica y recursos personales, que conduzcan a la acción y que se engloban en estos tres pilares.