La hormona de la felicidad, científicamente conocida como serotonina, juega un papel crucial en el proceso de enseñanza y aprendizaje

29 de octubre de 2024, 8:38 AM
29 de octubre de 2024, 8:38 AM

La hormona de la felicidad, científicamente conocida como serotonina, juega un papel crucial en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Mantener niveles adecuados de esta hormona puede crear un entorno de aprendizaje más positivo y efectivo, beneficiando principalmente a los estudiantes.

Aunque no se puede intervenir directamente en los niveles de esta hormona en los estudiantes, sí es posible crear experiencias y entornos que favorezcan su producción natural, impactando positivamente en el bienestar y desempeño académico de los niños y jóvenes, asegura Renato Esmedy Alama Madrid, docente de la carrera de Psicología en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

En ese sentido, el aprendizaje debe ser resultado de una construcción activa y significativa, en contraparte a un aprendizaje pasivo.

Qué es la hormona de la felicidad

La hormona de la felicidad es un neurotransmisor, una sustancia química del sistema nervioso central que las neuronas utilizan para comunicarse entre sí e influir en el estado de ánimo. Se produce principalmente en el cerebro y el intestino. Es fundamental para la salud mental y física, porque influye en el estado de ánimo, el sueño, la concentración y la memoria, todos elementos esenciales en el proceso de aprendizaje.

“Aprovechar su potencial desde una perspectiva educativa es clave para construir ambientes que motiven, fortalezcan las relaciones interpersonales y mejoren los resultados académicos”, señala Alama.

Un clima positivo es la base para el bienestar y el aprendizaje

El ambiente en el aula juega un papel determinante en la producción de esta hormona. Los docentes pueden crear espacios seguros y motivadores, donde los estudiantes se sientan valorados y sus logros sean reconocidos.

Refuerzos positivos, tanto del esfuerzo como del progreso, fomentan la participación activa, el compromiso y la honestidad, generando una atmósfera de confianza. Al mismo tiempo, es fundamental cultivar relaciones interpersonales cálidas, donde prevalezca el respeto, la colaboración y el apoyo mutuo entre docentes y alumnos. Estos vínculos positivos estimulan la serotonina y predisponen a los estudiantes a mantener una actitud abierta hacia el aprendizaje.

“Como docentes podemos crear un ambiente positivo donde los estudiantes se sientan valorados, motivados y seguros. También podemos crear y fomentar relaciones interpersonales cálidas, con respeto, colaboración y apoyo mutuo entre estudiantes y docentes. Si reforzamos los logros, y esfuerzos que hacen nuestros estudiantes vamos a poder generar este ambiente seguro que predispone al estudiante a ser participativo, honesto, e incluso comprometido”, afirma.

Importancia de la construcción significativa

Para que el aprendizaje sea efectivo, este debe ser una construcción activa y significativa. La serotonina favorece este proceso al mejorar la concentración y la memoria, dos habilidades esenciales en el entorno académico.

Al consolidar recuerdos, según Alama, este neurotransmisor permite transformar las experiencias de corto plazo en conocimiento duradero, facilitando la plasticidad neuronal y creando nuevas conexiones sinápticas, esenciales para adquirir nuevas competencias. Un ambiente educativo que promueve la exploración activa y el pensamiento crítico potencia la liberación de serotonina, incentivando a los estudiantes a participar de forma más consciente y comprometida.

Cambia la forma en que las personas aprenden 

Un estudio realizado por científicos del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Oxford, del Instituto Nacional de Investigación en Salud y Asistencia (NIHR) y del Centro de Investigación Biomédica de Salud de Oxford (OH BRC), publicado en la revista Nature Communications, asegura que el aumento de la hormona de la felicidad hace que las personas sean más capaces de controlar su comportamiento, especialmente cuando están expuestas a información negativa.

El estudio también muestra que los niveles elevados de serotonina benefician a diferentes tipos de memoria.

"Nuestros hallazgos subrayan el papel central que desempeña la serotonina en los procesos cognitivos que requieren esfuerzo, como nuestra capacidad para frenar conductas no deseadas. Este estudio ayuda a entender mejor por qué los medicamentos que modifican los niveles de serotonina son tratamientos eficaces para muchas enfermedades mentales, como la depresión, la ansiedad y el trastorno obsesivo-compulsivo", señala la profesora Susannah Murphy, profesora asociada de la Universidad de Oxford.

Salud Integral

La hormona de la felicidad no sólo incide en los procesos cognitivos, sino que también influye en funciones vitales como el sueño y el apetito. Este neurotransmisor contribuye a regular el ritmo circadiano, lo que permite mantener un sueño reparador, fundamental para el rendimiento académico.

Asimismo, una buena producción de serotonina genera una sensación de saciedad adecuada, previniendo problemas relacionados con la alimentación. En cambio, su déficit puede ocasionar trastornos del estado de ánimo, impulsividad y agresividad, afectando tanto el desempeño académico como la convivencia en el aula.

“Cuando tenemos un aumento de serotonina experimentamos una sensación de bienestar, relajación e incluso una sensación de satisfacción. Cuando hay una disminución de esta, se presentan los cuadros depresivos y otros trastornos del estado del ánimo”, aclara el profesional psicólogo.

Rol del docente en la gestión emocional

Entender la importancia de la serotonina en el ámbito educativo ofrece una oportunidad invaluable para mejorar la experiencia de aprendizaje desde una perspectiva integral.

Los docentes, más allá de impartir conocimientos, pueden actuar como facilitadores del bienestar emocional de sus estudiantes, creando las condiciones adecuadas para que la serotonina haga su trabajo.

Al fomentar un ambiente positivo, promover relaciones de apoyo y diseñar experiencias de aprendizaje significativas, la escuela puede convertirse en un espacio donde la salud emocional y el aprendizaje se potencien mutuamente. En definitiva, aprovechar la serotonina no es solo una cuestión de ciencia, sino una estrategia pedagógica para educar desde la empatía y la conciencia del bienestar integral.