Heidi González apela a la sororidad de madres y maestras para crear un espacio de confianza que beneficie al desarrollo de los niños

28 de diciembre de 2022, 9:39 AM
28 de diciembre de 2022, 9:39 AM

Mujer, madre y educadora. La profesora Heidi González Torrico trabaja en el ciclo inicial. A diario, recibe a los pequeños estudiantes y se convierte en una prolongación de sus propias madres. Eso sí, su función va más allá, puesto que su misión demanda mucha pedagogía para afianzar las metodologías de la enseñanza y aprendizaje en los más pequeños. A través del cariño manifiesto, desarrolla dinámicas preparadas para mejorar la psicomotricidad y la capacidad expresiva de los niños.

El proyecto ‘Mi primera entrevistapermite a estudiantes de secundaria acercarse a la realidad periodística que desarrollan los medios de comunicación y experimentar con sus primeros pasos en esta profesión. En esta oportunidad Julia Anelise Pereyra Jemio y Laura Sofía Espinoza Pérez ponen su mirada en un tema que, por más de común, sigue generando controversias.

¿Cuál considera que es la importancia de la sororidad en las madres profesionales dentro de esta sociedad? 

Es un rol muy importante. Creo que la sororidad entre las mujeres es muy importante porque si tú te pones en el papel del otro y ves la dificultad que tiene el otro, juntas de la mano podemos avanzar.

Es mucho mejor que afrontar las cosas sola. Al estar sola uno se reprime, te frustras tienes más estrés, tienes conductas muy negativas que no te permiten salir adelante. Cuando sientes la mano de otra persona y más aún de tres personas que te pueden jalar y decirte ‘yo te ayudo, yo te llevo, yo te acompaño en la carga’ se te vuelve más liviana.

Desde su posición de profesora, extiende el rol de madre, ¿Cómo unifica los diversos modelos de madre que confluyen en el curso?

El rol de maestra inicial es un rol muy importante porque es el primer contacto que las mamás tienen al dejar a sus niños pequeños en una escuela. Es fundamental el apoyo que nosotros brindamos, así como el primer contacto que tenemos con las mamás. Ahí radica la confianza. Al acoger a los niños con amor, con respeto, con cariño, eso hace que la mamá se sienta tranquila y confíe dónde está dejando a sus hijos.

¿Cómo se forja la relación con las madres?

Es el trabajo de la profesora. Si dejas a un lado el rol de la mamá, es como que estuvieras cerrando su mundo al niño y dejando de un lado la parte fundamental que es la madre. Las maestras acogemos al niño y a la madre para cumplir un rol holístico integral y poder trabajar de la mano con ellas. Es bien importante tener ese “feeling” con las madres para que ellas puedan tener la confianza.

El apoyo emocional que nosotros damos consiste en contarle todo lo que nos pasa con su niño. Es así que se genera un vínculo real de confianza entre madre y profesora. La madre se queda tranquila al saber que el niño está bien, en un lugar acogido. 

¿Cuál es la mejor forma para llegar a esas mujeres trabajadoras que no tienen tiempo para acompañar el proceso y demandan una forma de afianzar la confianza?

Sí, es bien paradójico. Yo soy madre y soy profesora. A mí me ha tocado dejar a mi hijo en un lugar mientras yo proseguía mi trabajo. Eso también me ha impulsado a mí a que yo vea y visualice a todas las demás madres desde mi rol. Por eso tratamos de darle la seguridad a las madres, que tenga la certeza de saber que su niño va a estar bien.

Vivimos en una sociedad donde existen muchos hogares disfuncionales ¿Cómo logra manejar estas diferencias en las aulas?

En la sociedad hay muchas familias disfuncionales. El rol de la madre juega un papel muy importante ya que se ha redimensionado. Ahora es a la vez mamá y papá, tiene que salir a trabajar, estar con los otros hijos. Ante esta situación se debe tomar un papel más importante para evitar esa sensación de abandono. Nos toca poner un poquito más el hombro porque tú tienes que hacer un seguimiento, apoyar a la mamá con las tareas y otras actividades escolares. Se logra un apoyo más estrecho que nace de la necesidad de ponerse en el lugar del otro.

Tanta entrega en la escuela, ¿repercute en la convivencia familiar?

Me ha tocado sentarme y pensar: ‘les doy tanto cariño a los chicos y no está pasando lo mismo con mis hijos’. Yo tengo un hijo pequeñito, de tres meses, que tuve que dejarlo en guardería. Fue un momento muy crucial en mi vida porque dije ‘dejo el colegio y me dedico a él’. Gracias a Dios, encontré también personas que tienen mi misma filosofía. Las maestras de guardería viven una situación similar y, entre equipos, se podía trabajar. Dejé a mi niño en la guardería y seguí dando amor acá en el lugar donde trabajo.

Llevo 20 años en el nivel inicial del colegio De la Sierra y sigo con la misma actitud, con el mismo pensamiento de que siempre hay que ponerse en el lugar del otro y ayudar.