Erika Ortiz, especialista en el área, habla de la potencialidad de la neurolingüìstica en la comprensión, validación y construcción del aprendizaje estudiantil

10 de diciembre de 2022, 7:24 AM
10 de diciembre de 2022, 7:24 AM

Los hábitos y comportamientos de un estudiante pueden parecer tarea o responsabilidad de los padres. Sin embargo, un educador que logré cambiarlos para desarrollar el talento de cada uno de sus estudiantes puede ayudar a construir un entorno educativo diferente. Así lo considera Erika Ortiz, formadora en habilidades de liderazgo, cuando aplica diversos aspectos de la neurlingüística en los procesos educativos.

La experta apuesta por la programación neurolingüística como parte de la formación educativa desde las prácticas y la comunicación en las aulas. “Los jóvenes no quieren que les digamos cómo pensar, ellos desean hablar y ser valorados y escuchados”, menciona.

Ortiz define a la programación neurolingüística como una forma de cambiar los pensamientos y hábitos de una persona para que sean exitosos por medio de técnicas de percepción, comportamiento y comunicación. Es popular entre enfoques alternativos para el desarrollo personal o la autoayuda. El papel del maestro se traslada hacia la estructuración del conocimiento que adquiere el estudiante. 

La formadora de habilidades de liderazgo estuvo de visita en Bolivia. Participó en talleres de formación de la Red de Innovación Educativa LATAM (RED I+E). Durante su charla aseguró que existen estudios científicos a nivel neurológico que demuestran que todo individuo, desde su nacimiento, asimila y filtra información; es decir, “aprende” de tres maneras, a partir de percepciones visuales, auditivas y kinestésicas.

Un claro ejemplo del valor educativo de la neurolingüística se observa cuando se pide a diferentes estudiantes que cuenten sobre algún tema aprendido en clases. Algunos recurrirán a imágenes para explicarlo, otros buscarán sonidos y otros más a través de sensaciones.

Los contextos creados en el proceso educativo son relevantes para transformar la experiencia de aprendizaje. Ortiz habla de prestar atención a los sentimientos y percepciones de los estudiantes para construir un ambiente agradable donde se sientan a gusto para aprender, experimentar y evoluciona. Recomienda “ganarse el respeto del estudiante en función a su inteligencia emocional, no en base a su autoridad jerárquica. Debe ser el líder de su grupo de estudiantes y transformarlo en un equipo de trabajo con habilidades académicas”.

La programación neurolingüística provee al maestro de efectivas herramientas para ser implementadas a la hora elaborar sus temas, así como la forma idónea de transmitir los conocimientos a todo nivel y en toda circunstancia designando a los educadores como los encargados o responsables de transmitir conocimientos y enseñar a aprender . “Los estudiantes quieren que los hagamos deducir, analizar, quieren hablar, quieren ser escuchados y validados para ser reconocidos en la búsqueda de su identidad”, menciona.

Para la especialista, es necesario reformular el rol del educador y “cambiar su matriz” para salir de la zona de confort y convertirse en ese maestro que acompaña el proceso de aprendizaje, que entiende los cambios en el consumo de la información a un “click” y que incentiva un proceso diferenciado entendiendo las necesidades de aprendizaje de cada estudiante creando un espacio de enseñanza y aprendizaje compartido.


Erika Ortiz expone la aplicación educativa de la neurlingüística