El cochabambino Carlos Salinas tiene 16 modelos de autos, entre clásicos y antiguos restaurados.

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10 de mayo de 2019, 10:23 AM
10 de mayo de 2019, 10:23 AM

Entre los aficionados a los fierros, los hay de todo tipo. Amantes de los superdeportivos, de los lujosos, de autos para competición o de los clásicos y antiguos. En esta última categoría, se encuentra Carlos Salinas, un empresario cochabambino que ha invertido su tiempo y recursos, en una pasión que llegó a su vida desde temprana edad.

El Chevrolet color crema de 1949 fue muy importante para su familia.

Este hombre dueño de una importante cantidad de vehículos clásicos, antiguos, tradicionales y no restaurados, tiene consigo una parte significativa de autos que marcaron hito en la historia del automóvil en Bolivia. Muchas de estas invaluables piezas de colección, las ha conseguido en estados deplorables en ciudades como Cochabamba, Sucre, Potosí y Oruro, ciudades a las cuales impactó la bonanza de la minería, donde llegaban los vehículos más lujosos y actuales de la época.

Esta relación con los fierros se la agradece a su padre, un pionero del transporte de equipos pesados que viajaba entre las ciudades de Cochabamba, Santa Cruz y Sucre. Esta situación hizo que el aficionado se relacione con la mecánica desde la niñez, para luego despertar una pasión por los autos. Durante su tiempo de estudios en Estados Unidos veía muchos autos clásicos por las calles y soñó con algún día ser propietario de alguno. A pesar de haber visto esta posibilidad como lejana, al regresar a Bolivia en los años 90 empezó su búsqueda, la que se materializó en 1993 cuando adquirió su primer auto clásico, un Buick Marquette de 1929.

Este Ford T, es según Salinas, el único en ese estado en Bolivia

Fueron siete años los que tardó en restaurar este vehículo, el cual adquirió completamente destruido, pero que contaba con el motor, corona y caja originales. Estos tres elementos son primordiales para la colección de autos de Carlos, ya que con esta base considera que tiene la esencia de cada modelo, los cuales logra restaurar con piezas de reproducción autorizadas por las grandes marcas de automóviles o mediante la compra por internet a otros coleccionistas del mundo. Una característica fundamental de esta serie de autos, es que un 95% de los modelos han sido adquiridos en Bolivia e incluso algunos de ellos han transportado a ex presidentes del país. Sin embargo, un modelo que resalta emocionalmente para este coleccionista es un Chevrolet convertible color crema de 1949, que fue parte de la historia familiar.

Recuerda haber pasado horas sobre sus asientos en viajes de Santa Cruz a Cochabamba mientras atravesaba la antigua carretera en compañía de sus familiares a fines de los años 60. A éste se le suma el Ford T de 1913, un ícono mundial de los automóviles y que Carlos ha logrado restaurar y mantener vigente con aros de madera, magnetos, luces de carburo y el sistema para encender el vehículo con manija, tal como se hizo en su época. ‘’De este modelo había bastantes en Bolivia, pero en el estado actual que yo tengo a mi auto, puedo decir que es el único en el país que está en estas condiciones’’ menciona.

El Jeep Willys de 1942, un vehículo francés diseñado para la guerra

Cada uno de los 16 modelos tiene una historia en particular, desde el lugar donde han recorrido camino como el estado en el que estaban cuando los encontró. Algunos han sido conseguidos como chatarra en 300 o 500 dólares y el proceso de restauración ha llevado años. ‘‘Antes teníamos que hacer los pedidos por catálogo y las piezas tardaban más tiempo en llegar, ahora es más fácil’’, comenta mientras alista la restauración de dos Mini Morris (o Mini Cooper) que se sumarán a la colección.

Su sueño, es hacer de este grupo de autos restaurados un museo en conjunto con el Club de Vehículos Clásicos de Cochabamba, al cual pertenece, y destinar los fondos a beneficencia. Mientras tanto, disfruta de embarcarse en nuevos desafíos para recuperar más coches históricos y de pasearlos por las calles de Cochabamba.

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