Julián Gabela y Carlos Quiroga son las manos detrás del taller de adecuación de motos. Julián nos habló sobre como trabajan duro para convertir su espacio en el referente de la personalización de motocicletas en Santa Cruz

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19 de octubre de 2018, 15:32 PM
19 de octubre de 2018, 15:32 PM

Julián trabaja para las motos, ahorra para las motos, sueña con motos, habla de motos, sabe de motos y mejora motos. Julián vive para las motos y va tras su sueño: vivir de todo esto. Julián Gabela y Carlos Quiroga tuvieron un sueño y trabajaron por el. Hoy el sueño se llama Rebotan Bestias.

“Empezamos hace 10 años desarmando motos en el garaje de mi casa con Carlos. Ambos compartimos desde siempre el gusto por las motos”, comienza su relato Julián, mientras camina por su taller y se detiene para admirar una Honda CV 700 del 82 en la que trabaja.

Rebotan Bestias tuvo su primer lugar en un cuarto en la casa de la familia de una amiga de Julián. Allí pasó con su socio días, tardes, noches y madrugadas, trabajando para hacer de cada motocicleta una obra única.

Acabados: La pasión de Julian se refleja hasta en el último detalle

“A partir de allí definimos lo que realmente queríamos hacer: más allá de la parte mecánica, queríamos customizar motocicletas”, narran. Customizar significa personalizar. La diferencia entre el custom y el tuning es que este último se basa en agregar cosas, que por lo general siguen una moda común.

Por el contrario, customizar significa en la mayoría de los casos quitar cosas, hacer la moto más simple, dependiendo de las necesidades y gustos del dueño. Las obras personalizadas en este taller se caracterizan por un equilibrio entre la vanguardia mecánica y el estilo clásico.

Un claro ejemplo es una motocicleta que está en pleno proceso. Su marca es Jawa, de origen checo, modelo 72. “Este es el tanque de gasolina original”, explica Julián apuntando la pieza.

“Nosotros restauramos el interior, lo limpiamos con ácidos y lo recubrimos con productos y pinturas antiadherentes. Por fuera lo mismo, se le hace una restauración completa y vemos el diseño estético acorde”.

Por otro lado, la misma moto fue modernizada con aros nuevos y frenos de disco -algo que no existía en aquella época-, mejorando la seguridad y rendimiento del vehículo. El resultado final es una motocicleta que conserva sus partes genuinas, pero con un performance mejorado.

Cambio: Una moto de $us 500, convertida en pieza de exhibición

Hasta el último detalle

En el taller se ve la amplitud de tipos y marcas de motos con las que trabajan. Se ven dos o tres Harley-Davidson, a las que les realizan mantenimiento y pequeñas mejoras. Hay una moto alemana de marca NSU del año 52, la que se está restaurando y personalizando casi por completo.

También se ven Hondas y Suzukis en varias gamas. A todas las motos ya se les empieza a notar el estilo clásico, firma del trabajo de este taller. “Nosotros restauramos las partes, buscamos repuestos originales, pero también los fabricamos, cuando se requiere. Todo lo que se requiera para dejar las motocicletas en su mejor forma”, afirma confiado Julián.

Mientras conversa recorre el taller, limpia detalles de las motos y se queda observando por varios segundos algunas piezas. “Este es un taller que se toma su tiempo haciendo el trabajo porque revisamos cada perno. Esto resulta en una obra hecha de la mejor forma” Julián en su taller hace de gurú para casi cualquier caso en el que una moto necesite ponerse a punto en un sentido tanto estético como de funcionamiento.

Como todo sueño que va creciendo con pasión y trabajo, Rebotan Bestias se va volviendo el referente de quienes comparten esta pasión por las motocicletas personalizadas.

“Cada miércoles en la noche recibimos gente que viene de los clubes de motos”, agrega con alegría Julian. Lo dice alegre porque gracias a esto, Rebotan Bestias está por inaugurar un bar temático dentro del mismo taller.

Con esto espera afianzar esta comunidad que se crea a través del universo de las motocicletas. En la vitrina del bar se destaca una motocicleta roja con detalles negros.

Por su estilo, terminados y detalles parece una obra clásica e icónica –y lo es-, sin embargo “Era una moto china, de las que se consiguen por 500 dólares”, dice Julián, quien cuenta que le llevó un mes y una inversión de 1,500 dólares dejarla así como esta: de vitrina.

Aquella motocicleta que se exhibe es un ejemplo de todo el concepto de Rebotan Bestias, donde el respecto a las motocicletas, al trabajo y la pasión, pueden convertir cualquier objeto en una obra maestra.

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