Los escritores nacionales fueron elegidos entre  13 semifinalistas 

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4 de agosto de 2017, 4:00 AM
4 de agosto de 2017, 4:00 AM

De los innumerables certámenes literarios que hay en habla hispana, el Gabriel García Márquez de Cuento es uno de los más importantes y de mayor prestigio en Hispanoamérica. Este año fueron 91 los libros que cumplieron el requisito para participar y de ellos solo 13 fueron preseleccionados. 

De ese exclusivo y limitado grupo fueron seleccionados dos obras de escritores bolivianos, Las visiones, de Edmundo Paz Soldán y Nuestro mundo muerto, de Liliana Colanzi, algo inusual y que ha sorprendido a muchos, como lo fue que en 2015, la también boliviana, Magela Baudoin se alzara con el galardón por La composición de la sal. 

Los cinco finalistas del premio ($us 100.000) se conocerá en octubre y el 1 de noviembre se dará el nombre del ganador. 

ENTREVISTAS

“Para que no sea un momento efímero se necesita apoyo”
Liliana Colanzi Serrate

La escritora cruceña se encuentra en Oaxaca, México desde donde respondió las preguntas de EL DEBER.

 ¿Qué te animó a participar en el certamen?
En realidad me postuló mi editorial, El Cuervo, y le quedo muy agradecida por haberlo hecho. Simbólicamente Bolivia ocupa todavía un lugar pequeño en la literatura hispanoamericana, así que estoy muy sorprendida y feliz por esta preselección.  

Nuestro mundo  muerto  ha sido  traducido al italiano, francés e inglés ¿Esperabas que tenga tanta repercusión? 
Mientras escribía el libro lo único que me interesaba era indagar en la escritura y ver hasta dónde me podía llevar, escarbar en la disolución del cuerpo y de la mente, en la pesadilla, en nuestra violenta herencia colonial, y encontrar un lenguaje que fuera capaz de dar cuenta de ello. Fue un proceso muy difícil y muy largo -seis años- y durante todo ese tiempo lo único que tuve en la cabeza fue la necesidad de acabarlo y la permanente duda de si podría lograrlo. Que haya lectores y editores que encuentren valor en él es algo que agradezco.      

¿En una entrevista  el año pasado dijiste que tu “desafío es volver a dinamitar lo que he hecho hasta ahora para poder seguir explorando y haciendo cosas distintas". ¿Un año después sigue siendo ese tu desafío?
Sin duda. No me interesa escribir siempre el mismo libro, sino descubrir qué más puede hacer la escritura con uno. Además, escribir también es una forma de meditar, de darle forma a algo que aparece siempre de manera intuitiva y volátil, y siempre te lleva a un camino nuevo e inesperado.    

¿Qué opinas de los otros preseleccionados? 
Me parece una selección potentísima. Hay libros de autores que admiro como Federico Falco, Sara Mesa, Diego Zúñiga, Edmundo Paz Soldán, Mariana Enríquez, Fernanda Trías y Valeria Correa Fizy; tengo mucha curiosidad por leer al resto de los preseleccionados. 

 ¿El que hayan dos bolivianos preseleccionados y el año pasado lo haya ganado una boliviana es un indicador de que la literatura boliviana goza de buena salud? 
Creo que este es un buen momento, pero para que no se trate de algo efímero se necesita apoyo del Estado y de los gobiernos municipales y departamentales en cuestiones de acceso a becas de creación, residencias artísticas, campañas de fomento a la lectura, apoyo a la industria del libro y apertura de carreras de literatura. Los escritores no nacen por generación espontánea, sino que son un producto de una cadena en la que el Estado debería ser un eslabón fundamental.
Y ese sostén, lamentablemente, no lo tenemos en Bolivia. 

 

“El cuento en Bolivia está atravesando un muy buen momento”
Edmundo Paz Soldán 

El escritor cochabambino contó detalles de su libro de cuentos publicado el año pasado. 

¿Qué te decidió a participar en el certamen?
La editorial que publicó Las visiones, Páginas de Espuma, me dijo que quería presentar el libro al certamen, y, como es el premio de cuentos más importante de Hispanoamérica, me pareció una buena idea.

¿En Las visiones vuelves a Iris, territorio que diste a conocer en la novela del mismo nombre en 2014 ¿Por qué decidiste volver a ese mundo, pero a través del cuento? 
Sentía que había temas que no había tocado todavía. En la novela, Iris, predomina la perspectiva del imperio, y quería explorar más la situación de los colonizados, tanto los que quieren rebelarse a la situación como los que buscan sobrevivir en medio de una situación de abuso. Intenté escribir otra novela, y luego me di cuenta que quizás esos temas sueltos podían explorarse mejor a través de los cuentos.

En Las visiones se entremezclan diversos géneros ¿Cómo sentiste el resultado de esos distintos tipos de abordajes? 
Curiosamente, creo que es un libro de ciencia ficción con poca ciencia ficción, literatura fantástica con poco de fantástico, literatura de horror con poco horror. Supongo que todo depende de las modulaciones, de la mezcla, y de mi concepción de estos géneros populares como versiones distorsionadas del realismo.

¿En el libro hay un lenguaje de palabras inventadas ¿Lo hiciste con un objetivo lúdico o porque consideras que aporta a recrear ese mundo? 
Había un objetivo lúdico, y también uno práctico: necesitaba dar al lector la sensación de que estaba en otro mundo. Y claro, cuando visitas otro país, o incluso una región distinta de tu propio país, lo primero que te llama la atención es el habla de la gente, lo diferente que hablan de ti. Luego, poco a poco, te vas acostumbrando y ves que son más las similitudes que las diferencias. Yo quería que fuera algo similar. Me costaba concebir narrar un mundo en el que todo ha cambiado usando un lenguaje que no estuviera alterado de algún modo.

¿Qué opinas de los otros preseleccionados al premio?
Casi a todos los he leído y a por lo menos cuatro los he reseñado, con reseñas muy positivas además. Es una muestra muy ecléctica de lo que se está haciendo hoy con el cuento en Hispanoamérica.

¿El que hayan dos bolivianos preseleccionados y el año pasado lo haya ganado una boliviana es un indicador de que la literatura boliviana goza de buena salud?
Sin necesidad de ser triunfalistas, yo diría que el cuento en Bolivia está atravesando un muy buen momento.