El gran icono del siglo XX, el Guernica, de Picasso, cumple 80 años. El Museo Reina Sofía, que lo alberga, lo celebra con una muestra sobre su gestación

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12 de abril de 2017, 17:43 PM
12 de abril de 2017, 17:43 PM

La maqueta del Pabellón «republicano» diseñado por Sert y Lacasa para la exposición de París de 1937 localiza un acontecimiento freudianamente calificado como 'siniestro', capaz de transformar lo familiar en inhóspito. La tesis desplegada en El camino a Guernica (título de esta exposición en el Reina Sofía) subraya la mutación picassiana desde las escenas de interior cubista hasta una proliferación de lo monstruoso.

El relato político y de gran precisión contextual que tenía la colección permanente del MNCARS para dotar de sentido a su pieza «estrella» ha sido sustituido por una lectura en la que se queda el 'genio' solo, con sus obsesiones y fantasmas. 

Las tres bailarinas (1925) marcarían el punto de inflexión que supuso la irrupción de la extravagancia, la oscuridad y el desgarro en el mundo cerrado de los bodegones de evocación musical. Considero mucho más importante que ese cuadro, al que tildo estrictamente de 'fracasado', las fotos que Dora Maar -una mujer con un papel decisivo en la politización de Picasso, al que consideraba, «como todos los españoles», una mezcla de anarquista y creyente o místico- hizo de los cambios operados por el gran cuadro en el estudio de la rue Des Grand Augustins.

El plan inicial de Picasso cuando recibió el encargo del gobierno español era volver sobre la temática del «pintor y la modelo». Sin embargo, el 27 de abril recibe la noticia, según parece, por boca de Juan Larrea, del bombardeo de Guernica y comprende que ese es el «tema» que estaba buscando. Picasso no tenía ningún reparo en comportarse con frecuencia como un «cleptómano visual», algo evidente en las sedimentaciones iconográficas del Guernica.

Gijs van Hensbergern ha recordado que, durante meses, el artista había saqueado los estantes de Historia del Arte de las librerías y había extraído miles de potenciales fuentes: desde la escultura funeraria romana hasta El juramento de los Horacios; desde la clásica Victoria de Samotracia hasta la Estatua de la Libertad, de Bartholdi; del Retablo de Issenheim, de Grünewald, hasta La matanza de Quíos, de Delacroix; de La Balsa de la Medusa, de Géricault, hasta Los horrores de la guerra, de Rubens... Sin perder de vista a Guido Reni o Poussin, recordando las visiones del 3 de mayo de Goya y, por supuesto, las fotos del bombardeo, publicadas en los periódicos L'Humanité y Ce Soir, dando vueltas en su mente.