Algunos propietarios se vieron obligados a despedir personal y llevar adelante el negocio solos. Los que pudieron hicieron funciones online, que les ayudó en algo. Esperan tener menos problemas en 2022

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19 de diciembre de 2021, 10:43 AM
19 de diciembre de 2021, 10:43 AM

Por: Adhemar Manjón

Los espacios culturales en Bolivia tuvieron una lucha ardua para sobrevivir estos dos últimos años. Las restricciones de la pandemia les dejaron fuera de funcionamiento por meses, sin recibir al público con el que se sostienen económicamente. También los paros ocurridos durante estos años han sido un dolor de cabeza, ya que un solo día de suspensión de su programación les genera conflicto.

En Santa Cruz, una de las víctimas fue el Cine CBA, que dejó de funcionar. “Desde antes de la pandemia ya teníamos dificultades por la baja afluencia del público”, dijo Gerardo Guerra, productor y encargado de la programación de este cine. “Lo que da más pena es por el público que lo valoraba como el principal espacio del cine boliviano y alternativo”, acotó Guerra.

Dificultades desde 2019

Ronaldo Vaca Pereira, administrador de Meraki Teatro Bar, comentó que la crisis viene desde antes de la pandemia. Recordó que ya para los incendios de la Chiquitania, en septiembre de 2019, el público empezó a mermar porque estaban más atentos a ayudar para combatir ese desastre ecológico. Luego vino el paro de los 21 días en octubre-noviembre de ese año.

“La pandemia fue el golpe más duro. Nosotros felizmente teníamos un fondo que habíamos logrado juntar para hacer renovaciones y ese dinero nos ayudó a sobrevivir durante los primeros meses. Logramos un acuerdo para pagar el alquiler, pero tuvimos que despedir a mucha gente”.

Vaca Pereira dijo que desde septiembre de este año tuvieron una levantada, pero eso se volvió a cortar con el paro cívico de noviembre. “Trabajar todavía es difícil. Estamos manteniéndonos a flote, pero no es lo que era antes de los incendios de 2019. Aún no tenemos la estabilidad necesaria para planificar. Las restricciones del covid y los paros nos perjudicaron las mejores fechas del año”, finalizó Vaca Pereira.

Iru Claure, propietario de Tapekuá, un espacio que mezcla comida y arte, señaló que en la pandemia se quedaron sin empleados. “Solo mi hermana y yo nos dedicamos a cocinar durante seis meses. Ella recién manejaba hace un mes y como él único permiso de circulación era el suyo, ella hacía el delivery. Fue bastante duro”, comentó Claure, que agregó que la situación ha mejorado en este aspecto.

En el tema artístico, Claure contó que antes apostaban por los artistas y se les pagaba fijo, hoy solo pueden trabajar pagándoles con lo que venden de las entradas para no perder dinero. “Asiste poca gente, la psicosis gana en este negocio”, apuntó Claure.

Sandra Román, propietaria del Cine Teatro René Moreno, señaló que durante el tiempo que este espacio estuvo cerrado por la pandemia con su familia iniciaron un negocio de venta de hamburguesas. “Han sido tiempos muy difíciles, incluso hemos pensado en vender el teatro, pero es muy complicado porque hay mucha historia familiar aquí y también para la sociedad cruceña y boliviana. Este lugar por 64 años ha estado en vigencia y ha llegado a sobrevivir a muchas crisis anteriores”, indicó Román.

Para diciembre tenían programados varios espectáculos, pero por las restricciones fueron suspendidos. “Nos parece muy injusto porque vemos otros lugares repletos de gente que no cumplen ninguna bioseguridad y siguen funcionando”, acotó Román.

El público fiel ayudó

La sala de teatro Snack Tía Ñola tuvo un gran apoyo de su público en la época más dura de los confinamientos. “Nuestra programación es netamente presencial, aun así cuando tuvimos eventos online, como stand up y obras de teatro, la gente nos compraba tickets para verlos. Eso nos ayudó muchísimo. Lo mismo con el tema de nuestras comidas cuando solo se podía hacer entregas, la gente nos pedía y con eso subsistimos; además, el dueño del inmueble nos colaboró en el tema del alquiler”, dijo Ariel Vargas, administrador de Tía Ñola.

Vargas, actor y standapero, se animó además a abrir un nuevo centro artístico a finales de octubre, La Tuja Club de Comedia. “Trabajé en la serie La Reina del Sur y con lo que recibí de pago pude estabilizarme, y lo que sobró lo invertí en La Tuja, ya que tuve la experiencia de visitar lugares así en Colombia y además veía que había buena respuesta a los shows de stand up en Tía Ñola. Así que pensé que la ciudad merecía un espacio exclusivo para la comedia”, expresó Vargas, quien, a pocos días de inaugurar La Tuja se las vio negras cuando el paro ‘multisectorial’ de 9 días en noviembre le obligó a suspender una programación que llevaba semanas esperando cumplir.

Los responsables de estos espacios esperan que 2022 pinte mejor para ellos y el público.