La Feria Internacional del Libro de Santa Cruz concluyó ayer con la sensación del deber cumplido por parte de los organizadores que apostaron a la cita presencial

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9 de agosto de 2021, 8:44 AM
9 de agosto de 2021, 8:44 AM

Una bocanada de aire fresco en medio de la humareda, los conflictos y la pandemia. Con todo y barbijo obligatorio, la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz (FIL) permitió a la gente darse un respiro y, al sector librero, una oportunidad de demostrar que en tiempos duros se pueden lograr grandes hazañas.



Adolfo Mier Rivas fue distinguido

Y es que la versión 22 de la feria cruceña se convirtió en el gran desafío de la Cámara Departamental del Libro de Santa Cruz y una especie de examen para Fexpocruz, que apuesta a llevar adelante la mayor cita de negocios de la región en septiembre.

La FIL ha tenido la ventaja que se desarrolló durante los días de baja intensidad de los contagios de Covid-19. No obstante, la organización tomó todas las precauciones en cuanto a bioseguridad, especialmente en el acceso a los pabellones y el aforo en los salones en los que se llevaron a cabo diversas actividades.

“Ha sido un reto que tomamos con mucha responsabilidad. Afortunadamente, la gente ha respondido y ha puesto de su parte para que todo avance sin problemas”, manifestó Ruth Hohenstein, presidenta de la Cámara del Libro.

“Es hermoso ver que grandes y chicos se han dado cita todos los días. Nosotros dijimos ‘este año no podemos quedarnos sin la feria’ y vemos que no nos equivocamos, porque la gente pide esto y agradece esta oportunidad”, dijo Sarita Mansilla, la secretaria municipal de Cultura, que no faltó a su stand de la saga Benjamín.

“Hacía falta este reencuentro, después de tanto tiempo de aislamiento, celebro que se hubiera podido dar de esta manera”, expresó, por su parte, el escritor Alfredo Rodríguez Peña.

Miguel Mostajo, coordinador de pabellón Infantil, se mostró satisfecho por la labor cumplida en el Reino del saber, donde los más chicos fueron invitados a convertirse en ‘ecohéroes’. Mostajo también destacó el Escenario al Cielo Ubaldo Nallar, un teatro para toda la gente.

Todo a la par de las más de 100 actividades, entre presentaciones de libros, charlas, conferencias y entregas de reconocimientos. Un esfuerzo que dio buenos frutos.

En los próximos días sabrán si la FIL alcanzó el récord de 2018, cuando tuvo 110.000 visitantes.


La Banda Sinfónica de la Sierra actuó en el escenario Ubaldo Nallar


Los más chicos se divirtieron en el Reino del saber