El escritor español se consagró como el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2017

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6 de abril de 2017, 17:19 PM
6 de abril de 2017, 17:19 PM

Ray Loriga, el escritor español de 50 años, fue galardonado este miércoles con el Premio Alfaguara de Novela 2017, por Rendición, elegida por un jurado presidido por la mexicana Elena Poniatowska. 

Esta entrevista la dio al periódico argentino La Nación después de la conferencia de prensa donde recogió el premio.

-¿Cómo encaja esta novela en tu bibliografía? Uno de los jurados dijo que era un regreso del Loriga de los 90. ¿Hay algo de eso?

-Soy como una señora muy vieja que no sé dónde dejó el bolso. ¡Como para acordarme de los 90! ¿Te acuerdas de lo que decían de los 60? Que el que los vivió no se acuerda. Bueno, con los 90 pasa lo mismo.

-¿En qué cambiaste como escritor desde entonces?

-Más lecturas. Espero haber mejorado algo sin perder lo original.

-¿Dirías que la rabia es un hilo conductor en tu obra?

-Sí. Hay algo puro en un artista. Algo propio, que hace que no dé igual el libro de uno que el de otro. Uno después se va perfilando, con lecturas, con admiración a otros escritores, que van acumulándose y te van haciendo más complejo.

-Mencionabas antes a varios escritores argentinos, ¿cuánto te han influenciado?

-No diferencio entre argentinos o colombianos. Están los escritores que me gustan y los que no. Pero, hombre, la literatura argentina es muy poderosa. Yo decía que no se puede salir a la calle de la escritura sin leer a Cortázar. O a Borges, por caso. No estaría aquí sin ellos. Por supuesto Piglia también. Lo descubrí tarde, pero me voló la cabeza.

-¿No creés en la idea de que el idioma es un espacio común?

-Uno no es de un idioma. Uno es de un libro. Peter Pan no lo escribió ningún argentino y me encanta. Pero Fresán, que escribió un libro precioso sobre Peter Pan, me fascina también. La literatura no se condena a un solo idioma.

Rendición es una fábula sobre un futuro apocalíptico, autoritario, asfixiante. ¿Cuánto te movió a escribirla este mundo caótico de Trump, del Brexit?

-Empecé esta novela hace ocho años, y no es muy larga. Volvía a ella, perfilaba algo, escribí otra en medio. Me decía: "Esta la vamos a pensar bien". La tenía terminada antes de que Trump ganara, eso seguro. Pero evidentemente los escritores percibimos cuando el tiempo nos permea, cuando el ambiente se agita. Somos sensibles a la sociedad que nos rodea. Cada uno reacciona a su manera, todos somos testigos de nuestro tiempo.

-El jurado la calificó como una "novela orwelliana". ¿Qué te sugiere que Orwell se haya puesto de moda en el mundo?

-Ya tardaba el mundo en darse cuenta. Es lógico. Porque en un pensamiento cambiante hay que ver quién se había enfrentado con dignidad a un asunto cambiante y confuso. Bueno, Orwell uno de los que mejor. Yo cuando oigo Orwell me arrodillo. Es uno de mis dioses literarios, una de las personas más inteligentes del siglo XX. Pero en este libro sobre todo he intentado darle una vuelta a Kafka, a quien adoro. No se puede escribir mejor que este hombre. Pero desde esa posición se puede seguir escribiendo sin que sea plagio.

-El libro arranca con una frase inquietante: "Nuestro optimismo no está justificado, no hay señales que nos animen a pensar que algo puede mejorar". Sin embargo, el acta del jurado habla de una "fábula luminosa".

-La novela habla de la posición de un individuo en medio de todo este torbellino de circunstancias que estamos viviendo y cómo uno a veces ni se defiende, simplemente lo va a asumiendo. Va calando, sin ninguna disputa con la situación. Lo inevitable se suele asumir por las malas, por las bravas. Y te lo bancas. No hay remedio.