Produce tomates caramelizados, vendiendo más de 30 envases diarios. Sus trabajos de instructor de árbitro y profesor están frenados

El Deber logo
24 de septiembre de 2020, 11:26 AM
24 de septiembre de 2020, 11:26 AM


Hasta antes de padecer necesidades económicas, los tomates artesanales caramelizados eran un producto que la familia preparaba para los días especiales cuando compartían un churrasco. La aceptación de los amigos era óptima, a tal punto que preguntaban por la receta, pues destacaban la sazón del mismo. 

Así llegó la pandemia y con el paso de los meses el exárbitro y actual instructor FIFA, Joaquín Antequera, se quedó sin ingresos por el fútbol y también de su trabajo de profesor de educación física, tras la clausura del año escolar con anticipación por el Covid-19.

En esos días difíciles, Joaquín Antequera y su esposa, Miroslava Canido, comenzaron a buscar iniciativas para sustentar el hogar. Así, decidieron poner en marcha hace tres semanas la producción de tomates artesanales caramelizados en envases de 200 gramos y que son un aperitivo delicioso para acompañar las comidas. 

La aceptación fue buena, y actualmente llegan a vender más de 30 unidades diarias, a Bs 50 cada una. “Nos metimos de lleno con mi familia y la verdad que nos va bien. La receta que una amiga le enseñó a mi esposa la hemos ido perfeccionando. Y los amigos la están disfrutando”, sostiene Joaquín, que hace el servicio gratuito de delivery.

“No hay cómo cobrarle más dinero al cliente en esta crisis. Todo está marchando sobre rieles y por ello en la próxima semana abriremos una sucursal en Oruro. Allá hay una persona que ya le mandamos el producto y los vendió rápido, así que decidimos que nos apoye en la distribución de Coquitos Tomatoes, cuyo nombre lo sacamos de mi apodo, ‘Coco”’, afirma Joaquín, que dejó el arbitraje en 2018, tras 25 años, para dedicarse a la formación de árbitros. 

Su próximo objetivo es industrializar el producto, pues la preparación de los tomates caramelizados lo realiza en familia, junto a sus dos hijos, Jorge Bruno (24 años) y Marianne (14 años).

Agrega que gracias a la iniciativa mejoró su situación económica, y que cuando vuelva todo a la normalidad seguirá desempeñándose de profesor en el San Agustín y de instructor FIFA, curso que hizo hace poco. Su esposa ya volvió a su trabajo en una distribuidora de vinos, de donde sale a las 15:00 para volver al hogar y ayudar en la preparación de los tomates.

Un estímulo

“Este año fue una pesadilla para mí, y por ello espero que se vaya lo antes posible, pues el 24 de marzo falleció mi padre, Jorge Antequera. Y luego sufrimos por el tema de la pandemia. Por ello, lo bien que nos va en la venta de este producto es un estímulo”, aseguró Joaquín, cuyo progenitor también fue un destacado árbitro nacional que logró obtener la insignia FIFA.

Cuando se refiere a su emprendimiento se nota que está entusiasmado y que quiere más, por ello es que hace una semana comenzó la distribución en la zona este de Santa Cruz de helados, un trabajo que, asegura, le está ayudando a mejorar sus ingresos. “Después de pasarla mal, estoy mejorando y bastante”, concluyó.