A mediados de los 80 apenas quedaban mil osos panda en el mundo

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30 de noviembre de 2017, 7:03 AM
30 de noviembre de 2017, 7:03 AM

Los biólogos trataban desesperadamente de salvar la especie rescatando ejemplares para criarlos en reservas. Uno de ellos decidió hacer suya la responsabilidad de evitar la extinción. Había nacido una leyenda. Los cuidadores llamaron al osezno panda: 'Pan Pan' (algo parecido a esperanza). El nombre no pudo ser más apropiado, porque aquel panda se convirtió en la esperanza para toda su especie.

En 1991, Pan Pan fue transferido a la Reserva Natural de Wolong, donde el gobierno chino había puesto en marcha un programa de cría en cautividad. A medida que el oso comenzaba a desenvolverse con otros ejemplares de la reserva, sus cuidadores comenzaron a notar algo especial. Aquel panda tenía la líbido por las nubes. Esto, que en los humanos puede parecer algo más bien normal, es muy raro en los osos panda que viven en cautividad. Hasta entonces, todos los esfuerzos por reproducir la especie se habían topado con el aparente desinterés y una alarmante falta de pericia en materia sexual por parte de los machos adultos.

Los osos panda salvajes solo se reúnen para aparearse una vez al año. Por lo demás viven vidas solitarias. El proceso es aún peor en cautividad, donde los animales parecen aún menos interesados en reproducirse. Desesperados, los biólogos habían recurrido a la inseminación artificial, un proceso caro y que no siempre daba resultados. El 48% de los oseznos moría al poco de nacer.

Entonces llegó Pan Pan

Seis meses después nacía el primer cachorro de Panda sin intervención humana. Se llama Bai Yun y hoy vive en el zoo de San Diego.

Pan Pan era un caso completamente inusitado. De los 520 osos panda que han nacido en cautividad en los últimos 30 años, 130 son hijos suyos. Su ridícula efectividad reproductiva no solo ha repoblado la especie. Además, ha permitido a los científicos desarrollar un programa de cría en cautividad completamente nuevo y mucho más eficaz.

Un estudio publicado en 2004 dejaba constancia de la efectividad del ejemplar. Al parecer, el éxito de Pan Pan no solo estaba en su inusual interés por las hembras, sino en el hecho de que su cópula duraba mucho más (hasta siete minutos). Su actividad además sirvió para que otros pandas comenzaran a interesarse en la tarea de preservar el futuro de su especie.

No todo son luces en esta historia. La actividad de Pan Pan tiene su lado problemático porque socava la diversidad genética de su propia especie. Los biólogos han tenido que hacer muchos malabares para lograr repartir la prole de este patriarca sin que el legado genético de la especie se resienta.

La efectividad del programa de cría ha traído también un nuevo problema: tenemos demasiados osos panda en cautividad, pero aún muy pocos salvajes. Los esfuerzos de los científicos se centran ahora en criar a estos animales para que sean salvajes, no adorables bolas peludas que nunca podrían sobrevivir fuera de una jaula. Los nuevos cachorros se crían con sus madres en grandes extensiones boscosas cerradas donde el contacto con seres humanos se mantiene a un nivel mínimo.

Pan Pan murió de cáncer en 2016, y muchos de sus hijos nunca conocerán lo que es la vida en un bosque, pero al menos sus nietos puede que si lleguen a disfrutar de una vida plena en libertad.