Okinawa y su museo. La primera colonia, que 10 años después dio origen a otras dos, avanza a paso firme a casi 65 años de creación. Su museo histórico guarda celosamente la historia de un pueblo que pasó muchas necesidades para sobrevivir. Cerca de 300 fotografías y 145 artículos lo avalan

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24 de febrero de 2019, 4:00 AM
24 de febrero de 2019, 4:00 AM

Varias fotografías, un tanto desgastadas por el paso del tiempo, muestran la partida en barco hacia Sudamérica de 275 okinawenses desde su isla, en Japón, el 19 de junio de 1954; atracaron en Santos (Brasil),tras cincuenta días de travesía.

Dejaron el barco y se trasladaron a Bolivia en tren. Fueron otros siete días de traqueteo. El viaje continuó por el Río Grande, en pequeñas embarcaciones; finalmente, llegaron a la colonia Uruma el 15 de agosto de 1954. Un año después, debido a una epidemia que terminó con la vida de varios inmigrantes, el grupo empezó el traslado en lentos carretones hasta Palometilla, para , en 1956, finalmente llegar donde hoy se encuentra asentada la colonia de Okinawa, en Santa Cruz.

Toda la historia y la travesía de los inmigrantes japoneses, su esfuerzo y su trabajo está contada en cerca de 300 fotografías y unos 150 artículos que se exhiben en el Museo de Okinawa, que fue inaugurado el 14 de agosto de 2004, gracias a la cooperación de la Prefectura de esa isla japonesa, según cuenta Satoshi Higa, secretario general en el Museo.

Legado cultural

Todo ese legado hoy en día es protegido por los japoneses, y por sus descendientes, que siguen luchando por preservar no solo su idioma, sino también sus costumbres y tradiciones, las mismas que tratan de mantenerlas vivas y exhibiéndolas con mucho orgullo durante la Fiesta de la Buena Cosecha que celebran en agosto.

Además de fotografías y artículos en el museo se pueden apreciar cientos de enseres de uso doméstico como ollas, cucharas, platos, cestas, vasijas, lámparas de carburo, relojes y, además de libro, kimonos (vestimenta propia de los japoneses), instrumentos de carpintería y veterinaria, equipos para la agricultura, radio, tocadiscos, mimeógrafos (medio barato para copiar textos, sobre todo en escuelas), impresoras, billetes, jubako (cajas escalonadas que se usan para sostener y presentar alimentos), entre otros.

Todo lo que hay en el museo histórico, resalta Higa, ha sido donado por los mismos inmigrantes que, a medida que fueron adquiriendo cosas más modernas, fueron archivando esos enseres y artefactos, que luego pasaron a formar parte de la hermosa colección, que llama la atención de todos los visitantes y que es guardada celosamente porque es parte de su historia. “Todos pueden venir a conocer nuestra riqueza histórica. La entrada es gratuita”, afirma Higa.

Celebran el año

Cada 15 de agosto, que coincidentemente también es el día conmemorativo del fin de la guerra, los okinawenses celebran su llegada a Bolivia, posguerra, hace ya casi 65 años y, en septiembre, el ingreso de los primeros japoneses al país, en 1899.

Por la diferencia en las fechas los residentes en Bolivia prefieren celebrar el año y precisamente este se cumplen 120 años de esa primera inmigración, los festejos serán a lo grande, razón por la que comenzaron mostrando toda la obra que han realizado en el país, con ayuda del Gobierno de Japón a través de su embajada, y de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA).

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