Cuestión de prioridades hay que oír las señales del cuerpo y darse tiempo para comer con serenidad

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26 de febrero de 2017, 4:00 AM
26 de febrero de 2017, 4:00 AM

La hora de la comida se ha contagiado también del estrés rutinario. Entre los correteos del trabajo y las preocupaciones personales o familiares, ya es un comportamiento frecuente el comer rápido, a medias, ‘picando’ uno que otro alimento, sin horario o dejando la comida para después de atender otras actividades que consideramos prioritarias. 


Por eso muchas veces, sin darnos cuenta, comemos en modo 'piloto automático', observa Mariana Sánchez Salvatierra, máster en Sicología Clínica y de la Salud. “Llevamos una vida tan acelerada que darse  tiempo para comer con tranquilidad ya resulta un lujo”, afirma. Por su lado, la nutricionista Rita Medina alerta de los riesgos para la salud que provoca el que uno se salte los tiempos de las comidas, que coma rápido sin masticar o triturar adecuadamente los alimentos o bien que uno se deje llevar por la ansiedad u otras emociones y opte por comer sin control. 

Un momento necesario
En medio de las exigencias del ritmo de vida actual, ¿es posible comer con serenidad?  
Sánchez considera que sí y para ello aconseja cambiar la manera en cómo nos relacionamos con la comida. “La relación con nuestra alimentación debe ser positiva, tiene que aportarnos salud física, emocional y mental. Pero la realidad, es que hoy en día la relación con nuestra alimentación termina siendo lo opuesto, nos quita salud, bienestar y vida", explica. 


Para cambiar esa situación, lo primero que hay que hacer, según esta experta, es darle la prioridad que merece. "Para obtener los resultados deseados en nuestra salud hay que invertir en ella. Y eso se logra respetando el momento para las cinco comidas al día que necesitamos”, puntualiza.


En ese sentido, cree que se debe disfrutar ese tiempo, sin estrés ni fatiga, sin culpa ni arrepentimiento. Y así al finalizar una comida, se sentirá satisfacción, bienestar y agradecimiento.


Entretanto, la nutricionista Rita Medina da consejos prácticos para comer sin estrés: “No mirar televisión mientras comemos, dejar el celular de lado por un momento, comer en un ambiente relajado,  masticar bien los alimentos, no discutir en medio de las comidas y respetar horarios”. 


Ambas profesionales identifican cinco problemas frecuentes de hoy en día a la hora de comer y dan consejos para superarlos. 

1. Comer siempre a prisa. La digestión empieza por la boca y al comer siempre de prisa no se llega a triturar bien los alimentos ni a mezclar la comida con la saliva, la cual contiene enzimas y sustancias que ayudan al “fraccionamiento” de estos alimentos para luego ser absorbidos, según explica la nutricionista Rita Medina. 


Por su parte, la sicóloga Mariana Sánchez indica que al comer muy rápido no se logra disfrutar bien los alimentos ni tampoco se sabe cuándo uno realmente queda satisfecho. “No damos tiempo a que el estómago se comunique con el cerebro para informarle que ya está satisfecho (eso tarda unos 20 minutos). De ese modo terminamos comiendo más de lo que deberíamos”, señala. En su opinión, hay que aprender a comer con calma reservando un tiempo para alimentarnos correctamente y respetarlo cada día. 


2. Comer mientras se hace otra actividad. Es importante que a la hora de la comida se dejen de lado otras ocupaciones o distracciones. Solo así, enfatiza Sánchez, cada persona puede  escuchar su cuerpo, mente y emociones para disfrutar mejor del alimento. 
“Al estar ocupados o realizando otras tareas mientras se come uno no da la debida atención a los alimentos, incluso el cerebro tarda en recibir el mensaje de que ‘estamos llenos’ y comemos en mayor cantidad de la deseada o necesaria”, enfatiza por su lado, Medina.


3. ’Picando’ uno y otro alimento. Al ir 'picando' entre comidas no se permite que el cuerpo digiera totalmente los alimentos, lo que puede ocasionar que estos fermenten en el estómago y produzcan ciertos malestares, hinchazón, gases y otros males.
Lo ideal, según la nutricionista consultada, es consumir cinco tiempos de comida con una diferencia de entre tres y cuatro horas. 


Para la sicóloga Mariana Sánchez cuando una persona come un alimento de aquí y de allá, busca aliviar su ansiedad, tristeza, aburrimiento, soledad u otro problema. “No se dan cuenta que es una manera negativa y adictiva de aliviar los problemas emocionales y se vuelve un ciclo vicioso”, dice. 


En su criterio, lo ideal es aprender a manejar los problemas emocionales de manera efectiva, y no ‘taparlos’ temporalmente.   


4. Comer en sitios con mucho ruido o extremo silencio. Ninguno de los dos extremos es bueno. Cuando hay un ambiente muy ruidoso se deja de dar atención a uno mismo y a la comida, por lo tanto se come más  y no se disfruta la comida. Si el ambiente es muy silencioso muchas veces la persona encuentra la oportunidad para traer a su mente todas sus  angustias. “Todas esas preocupaciones a veces hacen más ruido interno que el  externo", alerta la sicóloga en su análisis. Recomienda comer en un ambiente tranquilo y donde los temas de charlas sean positivos. 


5. Iniciar una dieta y no cumplirla. Más que hacer una dieta, Sánchez considera que hay que aprender a cambiar nuestra relación con la comida y tener una “alimentación consciente”. Eso quiere decir, saber bien lo que se va a comer y cómo se siente uno durante y después de su consumo. 


"Tener una alimentación consciente no tiene restricciones. Uno sabe qué comer porque escucha las necesidades de su cuerpo. Nos conectamos física y mentalmente logrando que nuestra mente y estómago estén en sintonía. No tiene fecha de vencimiento, es un estilo de vida", puntualiza esta especialista en Obesidad, Sicología Bariátrica y Mindfulness  

los ánimos  y la  comida,  una relación conflictiva
Los ánimos y la comida, una relación conflictiva

 El estado de ánimo influye directamente sobre el tipo de alimentos que se eligen para consumir. Es así que cuando uno está triste, preocupado o ansioso generalmente busca algo dulce porque percibe que le hace sentir mejor, es como un consuelo para los malos momentos.  


Y es que cuando los niveles de serotonina “la hormona de la felicidad” están bajos, dulces como el chocolate, por ejemplo, que contienen ese componente logran hacer su efecto, explica la nutricionista Rita Medina. Para no recurrir a productos que están llenos de azúcar y  que además pueden tener efectos negativos, Medina recomienda optar por el chocolate amargo, queso e incluso frutos secos y semillas que contribuirán a elevar nuevamente la serotonina y que a la par aportarán mayor cantidad de nutrientes.
“La relación entre la alimentación y nuestras emociones es bidireccional. Lo que comemos depende de cómo nos sentimos.  En ese sentido nuestro estado de ánimo puede ocasionar que aumente o que se nos vaya el apetito”, observa por su parte la sicóloga Mariana Sánchez.


En su opinión puede influir no solo en lo que elegimos para consumir sino también en la manera cómo lo comemos. Por eso considera que es importante hacer siempre una pausa antes de comer para autoevaluarnos y analizar cómo nos sentimos y cómo estamos actuando. 
“No importa que comamos, hay que estar conscientes de que la comida no va solucionar nuestros problemas emocionales, simplemente va ser un alivio temporal por lo que hay que atender las emociones de otra forma”, reflexiona.