La revolución industrial despertó la necesidad de levantarse a una hora concreta. antes de eso la gente utilizaba métodos poco convencionales

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9 de abril de 2018, 8:55 AM
9 de abril de 2018, 8:55 AM

Para despertar cada mañana la mayoría de las personas confía en algún dispositivo (reloj, celular, tablet o la misma radio con encendido automático) que contribuya con esta tarea, al menos en el caso de las ciudades.

No obstante, no siempre fue así. El primer reloj despertador de la historia se inventó en 1787 y tardó mucho en generalizarse porque era un artefacto caro y reservado para la aristocracia.

Despertarse a una hora concreta todas las mañanas comenzó a hacerse necesario con la revolución industrial, ya que antes la jornada comenzaba al salir el sol y la gente solo cumplía con labores del campo.

Contrariamente a la creencia popular, el canto del gallo nunca ha servido de mucho porque los gallos no cantan necesariamente cuando amanece, según cita el portal Gizmodo que hizo una recopilación de las formas más comunes de despertar en antaño.

Beber (demasiada) agua

En su libro Warpath, el historiador Stanley Vestal ya constata que los nativos de América del Norte bebían mucha agua antes de acostarse cuando tenían que madrugar. La vejiga llena es un excelente despertador y además es uno que no tiene botón de posponer.

Los relojes de campanario

Las torres con relojes en sus fachadas se remontan a la antigua Grecia y su función era importantísima teniendo en cuenta que hasta bien entrado el siglo XVIII casi nadie tenía relojes en sus casas.

El mecanismo de estos relojes era sencillo. Generalmente constaban de un engranaje que dejaba caer un martillo sobre una campana cada hora que pasaba en ciclos de 12. Con el tiempo, los relojes se complicaron para dar diferentes campanadas y fueron la principal manera de despertarse de mucha gente desde la Edad Media.

Despertadores humanos

Con la llegada de la revolución industrial y los turnos en las fábricas, despertarse comenzó a ser una obligación, y en Reino Unido lo convirtieron en un trabajo.

Hombres y mujeres conocidos como Knocker-Uppers recorrían las calles de las principales ciudades de Inglaterra e Irlanda armados con palos largos que los utilizaban para golpear las ventanas de los vecinos.

El oficio de Knocker-Upper se prolongó desde alrededor de 1800 hasta bien entrada la década de los 50. A día de hoy sería impensable que alguien se dedique a esto, ya que el uso de un dispositivo con despertador ya es universal