Depresión postcoital. Es tan fuerte que algunas personas no quieren ser tocadas y prefieren estar solas. Ocurre aunque se llegue al orgasmo exitosamente. Está relacionado con aspectos bioquímicos pero también con las construcciones culturales represivas

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3 de febrero de 2019, 4:00 AM
3 de febrero de 2019, 4:00 AM

Si el sexo es placentero y divertido, ¿por qué causa depresión después? Si ambos buscan y planifican un encuentro, ¿por qué uno de ellos luego se sume en un silencio que puede durar desde unas pocas horas hasta varias semanas?

Esta condición se llama depresión post coital o disforia sexual. No se registra muy frecuentemente, según la sexóloga Carolina Rivero.

Hay tristeza, melancolía y malestar después del orgasmo. No es raro que aparezca angustia, sentimientos de vacío, desasosiego, inquietud e irritabilidad, según el sicólogo clínico Oscar Castillero, de la Universidad de Barcelona.

Aunque este síndrome suele aparecer después de una relación sexual, no es extraño que empiece a experimentarse después de la masturbación.

“Técnicamente se considera una disfunción sexual vinculada a la fase de resolución. Es una etiqueta diagnóstica propuesta para investigación de cara a una posible incorporación en diferentes clasificaciones. Sin embargo el diagnóstico sólo sería posible si la disforia apareciera en la mayoría de relaciones sexuales”, dice Castillero.

No esperaba esto

Carolina Rivero relaciona el síndrome con la forma en que entendemos y llevamos la sexualidad. “Si es algo únicamente placentero y nada más, en algún momento, algo dentro mío me dirá que la cosa no va por ahí. Lo dirá mi instinto, mi parte humana”, advierte.

En nuestro medio, asegura la sexóloga, la mujer suele estar más atenta a la parte instintiva; “Escucha más su sexto sentido”, aclara, aunque en cualquier persona ese ‘sexto sentido’ está presente. La experta dice que en la mujer se manifiesta como una depresión, un estado de sensación de insatisfacción, de que algo faltó, de ansiedad, de lo que los sicólogos llaman desasosiego.

“Se trata de esa sensación de que no había sido como yo pensaba, incluso si se llega al orgasmo fantásticamente, y aunque haya sido una relación querida, planificada y organizada por ambos”. Pese a todo, hay un momento en el que se siente un vacío, la certeza de que algo faltó.

En ellos

Según Rivero Elder, en el varón estas situaciones no se registran como que algo que haya faltado. “No la registra como una carencia, sino que se plantea ‘a quién más puedo hacer gozar’. Para el varón la sensación es diferente, tiene que ver con su potencia, con su virilidad. Si estuvo todo fantástico, pero si no me siento totalmente satisfecho, lo relaciona con la necesidad de hacer una segunda ronda, buscar a alguna otra mujer, iniciar otro tipo de relación o postura. Lo engancha hacia algo que brinde satisfacción y no se tiene la sensación de carencia”, asegura.

En un reciente estudio -el primero en su tipo-, investigadores de la Universidad de Queensland realizaron una encuesta internacional en línea a 1.208 hombres de Australia, Nueva Zelandia, Reino Unido, Estados Unidos, Rusia y Alemania.

Según los resultados, un 41% de los encuestados dijeron haber experimentado depresión postcoital. Los testimonios decían: “No quiero que me toque y prefiero que me deje solo”o “Me siento insatisfecho, molesto y muy inquieto. Todo lo que realmente quiero es irme y distraerme de todo en lo que estuve involucrado”.

Algunos también reportaron sentirse “sin emociones y vacío”, lo que difiere drásticamente de aquellos hombres que experimentan sentimientos poscoitales positivos, como la satisfacción y la cercanía con su pareja.

Nuestra gran ignorancia

El coautor del estudio, Robert Schweitzer, agrega que los hallazgos apuntan a complejidades inexploradas con respecto a la experiencia sexual masculina. “Las primeras tres fases del ciclo de respuesta sexual humana (emoción, meseta y orgasmo) han sido el foco de la mayoría de las investigaciones hasta la fecha”, dijo.

“La experiencia de la fase de resolución sigue siendo un poco misteriosa y, por lo tanto, es poco conocida. Una de las teorías al respecto -dice Castillero- es que las causas de esta alteración son principalmente neuroquímicas: tras el orgasmo se liberan determinadas hormonas que contrarrestan las responsables del placer sexual, lo que puede estimular la aparición de tristeza y bajo estado de ánimo como consecuencia de esta regulación.

“Se ha observado que a nivel biológico, la amígdala (la cual se encuentra vinculada a la ansiedad y el miedo entre otras emociones) disminuye su actividad durante el coito, por lo tanto, la disforia puede aparecer como consecuencia de la reactivación de esta parte del encéfalo”, complementa Castillero.

La educación sentimental

Otra teoría, que resulta compatible con la anterior, indica que la aparición de disforia postcoito puede estar vinculada a la influencia de una educación restrictiva y religiosa, en que puede haberse interiorizado la idea del sexo y del goce y placer sexual como algo pecaminoso o criminalizado.

“Cuesta darnos cuenta. Generalmente, se comenta que la educación en la casa ha sido muy cerrada. Por eso, la actitud sexual no se traslada al sistema de creencias actual de la persona. Por tanto, explicar algunas conductas cuesta”, profundiza Rivero Elder. “Hay que buscar conductas que puedan reforzar esta disforia”.

Una tercera opción se deriva de la vivencia de situaciones traumáticas como abusos sexuales infantiles o violaciones. En este caso, se asocia inconscientemente el disfrute de una relación consentida con lo vivido durante el abuso. Aparecen así la tristeza, la angustia e incluso la repugnancia con el disfrute actual.

También puede existir la posibilidad de que la tristeza sea debida a la presencia de dificultades de pareja o a la consideración de que la relación se basa o sostiene solo en el sexo.

Todo esto no estaba registrado en la mente de los bolivianos, y seguramente -dice Rivero Elder- no justificaba una consulta clínica, pero es seguro que tanto las mujeres de antaño como los varones experimentaban esta disforia sexual. “No es algo solo de la mujer actual, pero lo perciben ahora. Nos gusta ponerle titulo a todo, así que le pusimos depresión postcoital o ansiedad, o disconfort postcoital”.

Algunas soluciones

Es recomendable que tanto la propia persona como su pareja no consideren al orgasmo como el final de toda interacción. Pueden disfrutar de acariciarse o abrazarse, salvo que eso también genere malestar a la persona con disforia. “Se trata de generar un vínculo posterior al encuentro sexual. En cualquier caso si se trata de algo habitual puede resultar de utilidad consultar con un sicólogo o un sexólogo”, dice Castillero. Rivero Elder dice que también un amigo o amiga puede ayudar a la persona a iniciar un proceso de reflexión acerca de su vida sexual. Si hay alteraciones orgánicas, se pueden tratar, y en el caso de que existan vivencias traumáticas, estas podrían ser trabajadas en consulta.

La culpa respecto al sexo puede tratarse en consulta. Si se trata de un conflicto de pareja, existen terapias sexuales y de pareja que ayudan. “Hay que hacer un análisis a conciencia de la relación de pareja. No es que me falta algo, que esté mal el pene o el clítoris. Todo esto implica la conexión con mi pareja y el sistema de creencias. No se consigue de un día para otro”, sostiene Rivero.

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