Serie. La sangrienta guerra antidrogas del presidente filipino, que suma al menos 7.000 muertes en dos años, ha dado pie a una polémica producción

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29 de abril de 2018, 4:00 AM
29 de abril de 2018, 4:00 AM

A Pablo Escobar le llevó décadas inspirar una serie en Netflix. El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, lo ha logrado en dos años en el poder gracias a su implacable “guerra contra las drogas” que ha dejado más de 7.000 muertos.

Pobreza, narcotráfico, asesinatos y corrupción policial son los ingredientes de Amo, una producción filipina en la estela de Narcos y El Chapo. Retrata desde la mirada de la calle la campaña del “castigador”, como se conoce a Duterte por su mano dura anticrimen.

“Como cineasta y filipino, me siento obligado a contar esta historia”, explica el director Brillante Mendoza, artífice de la serie cuya primera temporada de 13 capítulos se estrenó en abril.

Los primeros episodios se adentran en los bajos fondos de Manila para relatar la historia de Joseph Molina (Vince Rillon), un adolescente que trafica con éxtasis.

El resto de la temporada aborda el caso real de Jee Ick-joo, un empresario surcoreano secuestrado por agentes corruptos filipinos que extorsionaron a su esposa y lo asesinaron en el cuartel general de la Policía en Manila.

Según Mendoza, que ganó el premio al mejor director de Cannes en 2009 con Kinatay, la serie pertenece a “un género similar” al de Narcos o El
Chapo, ya que “Filipinas y América Latina tienen un problema parecido con las drogas ilegales”. En la serie los personajes son de ficción y a diferencia de las de México y Colombia, Amo ignora los tejemanejes en altos despachos políticos y solo muestra contadas apariciones del presidente.

En su lugar, Amo se centra en las tramas a pie de calle donde no faltan “ejecuciones extrajudiciales” de sospechosos en el marco de la campaña de Duterte.

En la otra cara de la moneda, los robos, atracos y violaciones se han reducido a la mitad. El propio director de Amo calificó la campaña oficial como “necesaria”. “Busco contar la historia de una manera fiel. Una historia tangible”, aclaró el cineasta más reconocido del país para defender su neutralidad.

Esta, sin embargo, ha sido cuestionada por organizaciones que lo acusan de legitimar los abusos a Derechos Humanos cometidos en la campaña antidroga.

Human Rights Watch calificó la serie como un intento de “lavar” la imagen de Duterte, y un grupo de artistas y activistas promovió una recogida de firmas para pedir su retirada de Netflix.