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El cruceño millón ya tiene 19 años y cuenta su historia

Juan Emilio Llampa Llusco hoy cumple 19 años; acaba de ingresar a la universidad y sueña con ser un futbolista profesional

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19 de marzo de 2017, 5:00 AM
19 de marzo de 2017, 5:00 AM

Eran las 6:04'20", del 19 de marzo de 1998, cuando Juan Emilio Llampa Llusco vio la luz de este mundo por primera vez. Nació con su propia estrella. Sus padres, Emilio Llampa (54) y Alicia María Llusco (50), lejos estaban de saber que su tercer hijo no solo sería especial para la familia, sino para todo Santa Cruz, dado que su nacimiento y su nombre quedarían registrados en la historia como el cruceño millón. 
La campaña se originó en enero de 1997, cuando un grupo de catedráticos de la carrera de Arquitectura de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA) hablaron acerca de los problemas urbanos que aquejaban a la ciudad y el efecto de su explosivo crecimiento demográfico.  


Realizaron un primer cálculo en el que determinaron que Santa Cruz pronto superaría la barrera del millón de habitantes. Trabajaron para tener un cálculo de la fecha y hora exacta en la que nacería el cruceño millón. Se determinó que sería a las 05:36'01" del 19 de marzo de 1998 y el primer niño en nacer por parto normal a la hora más cercana fue Juan Emilio en el Hospital Hernández Vera, de la Villa Primero de Mayo.

Admira a su progenitoria  “Mi madre es una mujer muy sencilla, humilde y sobre todo muy trabajadora. Nunca se cansa. Es todo para mí.  Gracias a ella soy la persona que soy”, afirma Juan Emilio.
Una mujer y madre  ejemplar 
Admira a su progenitoria

“Mi madre es una mujer muy sencilla, humilde y sobre todo muy trabajadora. Nunca se cansa. Es todo para mí. Gracias a ella soy la persona que soy”, afirma Juan Emilio.

Los padres de Juan Emilio, que hoy cumple 19 años, no tenían ni idea de la campaña Cruceño un millón. Una semana antes Alicia María comenzó con dolores. Al mediodía del 18 de marzo, llegó al hospital porque ya estaba comenzando el trabajo de parto, pero cuando le controlaron la dilatación estaba en uno. Volvió a las 19:00 y había llegado a uno y medio. Le dijeron que volviera a la medianoche y solo estaba en dos. 


Caminó casi toda la noche para ayudar a la dilatación. Pasadas las 5:30 comenzó a sangrar. Entró caminando a la sala de partos y a la media hora ya tenía en sus brazos a un robusto bebé que pesó poco más de tres kilos y midió 50 centímetros, que llegó a una Santa Cruz en pleno desarrollo, pero que aún no contaba con muchas avenidas pavimentadas ni muchos edificios y menos grandes urbanizaciones.

Un joven emprendedor
Ya pasaron 19 años y de ese robusto bebé queda ya muy poco y así como Juan Emilio fue creciendo, también lo hizo Santa Cruz y a pasos agigantados, tanto que hoy prácticamente está casi unida a los municipios de Cotoca, Warnes y La Guardia. 


Su delgada figura y no muy grande estatura hacen parecer que este jovencito es frágil, pero afirma que desde que tiene uso de razón siempre fue así, que esa es su contextura. Agrega que es demasiado comelón, pero no engorda. Su comida favorita es la milanesa napolitana, pero cuando tiene apetito, asegura que no le “recula a nada” y come de todo, más aún si cocina su mamá, porque  para él es “la mejor chef”.


Hoy Juan Emilio es todo un joven universitario. Aunque le gusta dormir y le cuesta levantarse, hace el esfuerzo y a las 5:00 comienza su día. A las 5:30 está bañado, cambiado, desayunado y listo para salir a la  UPSA, donde está cursando el primer semestre de la carrera de Administración de Empresas. Su recorrido es bastante largo, ya que vive en la comunidad Naranjal, perteneciente al municipio de Cotoca, en una casa propia que hace unos siete años compraron sus padres. 


Casi a diario sale de su casa y toma un trufi que lo deja en el cuarto anillo y avenida Virgen de Cotoca y de ahí se va en micro hasta la universidad, donde a diario tiene clases de 7:15 a 12:00. A veces, especialmente cuando llueve, lo lleva su papá en su vehículo. Muy pronto, afirma, comenzará a hacer su recorrido en la moto que sus padres le dieron como regalo de graduación y de Navidad y acaba de sacar su licencia de conducir para tener todo en regla y manejar sin problemas.
Le gusta llegar a la universidad unos 10 minutos antes para tener un asiento adelante. Pone atención a todo lo que explica el profesor y toma los apuntes necesarios con su mano izquierda, ya que es zurdo, no solo para escribir sino también para patear.


Ser el cruceño millón fue una bendición, dice Juan Emilio. Gracias a ello le dieron una beca completa para estudiar en el Colegio Saint George, de donde en diciembre del año pasado salió bachiller, al igual que en la UPSA, universidad en la que tiene garantizada su formación profesional y en el Centro Boliviano Americano, al que piensa ingresar este año para aprender inglés.


No obstante, la primera etapa en el colegio no le gustaba que le dijeran el niño o el chico millón. “Cuando pasaba por los pasillos y me decían así, me chocaba mucho y me hacían sentir mal, pensaba que no era bueno”, recuerda; sin embargo, ahora sabe que es lo mejor que le ha pasado porque gracias a ello se ha convertido en un símbolo y se le han abierto muchas oportunidades. Ahora reconoce que tiene un futuro brillante por delante.


Es un joven muy aplicado. Durante todos sus años de estudio, en el colegio nunca se aplazó, siempre cumplía con sus tareas y deberes. Fue un alumno bastante regular, muy apegado a Artes Plásticas y Educación Física, que eran sus materias preferidas, aunque en los primeros años también era muy bueno para las Matemáticas, pero con el paso de los años, esta materia perdió su encanto para Juan Emilio, al igual que Sociales, que nunca le gustó.

hoy es un día  especial para  juan emilio Celebra un año  más de vida Hace 19 años, un día como hoy, a las 6:04 de la mañana, este joven se convirtió en el cruceño un millón, por lo que su nombre quedó registrado en la historia de Santa Cruz.
Hoy es un día especial para Juan Emilio
Celebra un año más de vida

Hace 19 años, un día como hoy, a las 6:04 de la mañana, este joven se convirtió en el cruceño un millón, por lo que su nombre quedó registrado en la historia de Santa Cruz.

Como estudiaba en un colegio privado de prestigio, sus padres, que son comerciantes y de una condición social media, tuvieron que esforzarse mucho para que Juan Emilio pudiera cumplir con todas las expectativas. 


“Mis compañeros siempre tenían lo último en materia de tecnología, los mejores juegos electrónicos y celulares y se vestían con ropa y zapatos de marca. Yo sabía que mis papás no podían darme todos esos lujos y no les exigía nada, pero ellos siempre se esforzaron para darme lo mejor y que yo estuviera bien vestido. Me enseñaron el amor a Dios y a mis semejantes. Me inculcaron que yo debía valorarme por lo que soy y no por lo que tengo, y gracias a Dios eso me ayudó mucho”, señala, mientras sonríe, dejando ver los frenillos que le pusieron hace tres años para corregir su dentadura.
 
El fútbol, su gran pasión
Al mismo tiempo que está estudiando su carrera universitaria,  también disfruta lo más que puede del fútbol, que es su pasión más grande. Por ello, todo su tiempo libre está en la cancha y, desde hace poco, se entrena por las tardes, salvo el miércoles, que tiene clases en la U, con la sub-19 del equipo Ferroviario. 


Sueña no solo con terminar su carrera profesional, sino con llegar a formar parte de las ligas mayores del fútbol boliviano y, por qué no, dice, salir fuera de nuestras fronteras.
 “Por ahora estoy feliz, porque mi primer gran sueño acaba de hacerse realidad al entrar a un club”, confiesa Juan Emilio, que se declara hincha de Blooming.
Antes de comenzar a entrenarse, estaba jugando en un equipo de su barrio. Todos sus ratos libres los pasaba en la cancha de  fútbol. En algunas vacaciones estuvo entrenándose en la Academia Tahuichi, pero como el colegio era doble escolaridad, no le quedaba tiempo para dedicarse más a lo que tanto le gusta.


Otra de sus pasiones y pasatiempo favorito también tiene que ver con el fútbol. Le encanta jugar en el Play Station los partidos de la FIFA y asegura que hasta hace poco era presa fácil de sus rivales, pero que luego de tanta práctica, ahora es uno de los mejores y algunos de sus compañeros de colegio, con los que a veces se reúne para jugar, ya no le ganan tan fácilmente.
Divide su tiempo también con la Iglesia cristiana, a la que asiste desde hace dos años y donde junto con su enamorada, Giulina Yabeta, con la que tiene una relación hace ya casi año y medio, apoya con la música, ya que como no tienen instrumentos, él se hace cargo de las pistas y es responsable de que los parlantes y los micrófonos estén a punto a la hora de cantar las alabanzas.

Su familia, su mejor regalo
Al finalizar sus clases, hace el mismo recorrido para retornar a su casa, donde su mamá lo espera con la comida ya preparada para almorzar en familia, junto con sus hermanas Mayra (23) y Jocelyn (21) y su padre.


Su casa es acogedora. Está frente a una cancha, allí donde casi a diario Juan Emilio ha jugado fútbol durante los últimos años. En su vivienda también funciona el negocio familiar, que es un taller de costura de prendas de vestir para mujeres y niñas que sus padres, los miércoles y los sábados, comercializan en el puesto que tienen en la feria. 
“Mi familia es lo máximo, es mi vida, es todo para mí. Es el mejor regalo que Dios me ha dado. Somos muy unidos. Es una bendición tenerlos a todos juntos”, cuenta emocionado. 
Su cuarto está pintado de celeste, como buen bluminista. Arriba de su cama tiene una foto grande con su enamorada. Ahí tiene instalado un gran plasma y su Play Station para jugar los partidos de fútbol FIFA. No es muy ordenado, pero sabe donde se encuentran sus cosas.

tiene una familia muy unida Juntos en los momentos importantes Uno de los días más felices en la vida del cruceño millón fue cuando salió bachiller. Estuvo acompañado por sus hermanas Mayra y Jocelyn y por sus papás, Alicia María y Emilio.
Tiene una familia muy unida
Juntos en los momentos importantes

Uno de los días más felices en la vida del cruceño millón fue cuando salió bachiller. Estuvo acompañado por sus hermanas Mayra y Jocelyn y por sus papás, Alicia María y Emilio.

Alicia María describe a su hijo como un buen hijo. “Es un poco tímido, sencillo, alegre, cariñoso, inteligente y muy responsable con sus estudios. Como todo chico, tuvo su época de travesuras y rebeldía, pero gracias a los consejos que le dimos él  lo superó. Estoy agradecida con Dios porque escogió a mi hijo para que sea el cruceño millón y le dio la oportunidad de formarse en un buen colegio y ahora en una de las mejores universidades”, expresa.


Para sus hermanas Mayra, que está por concluir la carrera de Fisioterapia, y Jocelyn, que estudia para profesora de Inicial, Juan Emilio siempre será su hermanito consentido, con el que se llevan muy bien porque es un chico bueno, tranquilo, alegre y juguetón.
“Siempre fue muy amiguero, carismático y es supercreativo. Además desde pequeñito ha sido un buen deportista. Sueña con el fútbol y sé que llegará lejos porque él alcanza las metas que se propone”, indica Mayra.


Juan Emilio tiene un largo camino por recorrer. Cree que a su querida Santa Cruz le falta mucho por desarrollarse y está seguro de que una vez concluya su carrera universitaria y abra su empresa, que es otro de sus sueños, aportará con trabajo y pondrá su granito de arena