Tres doctores se unieron hace 14 años para restaurar huesos, y también sonrisas

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27 de enero de 2019, 4:00 AM
27 de enero de 2019, 4:00 AM

Es fácil dar por hecho cada paso cuando se ha caminado con normalidad toda la vida, pero para quien ha perdido esa capacidad, o nació sin ella, una pisada es un verdadero milagro.

Eso lo tienen muy claro tres médicos: Ernesto Manrique, Roberto Tejada y Ludmila Matvienko, que se cruzaron con un par de casos de pseudoartrosis que no encontraban solución, justo cuando dos de ellos se formaban, en Brasil y Argentina, en reconstrucción osteoarticular y alargamiento óseo, a través del método Ilizárov.

Desde entonces no pararon. Ludmila con su especialidad en anestesiología, Ernesto en traumatología en adultos, y Roberto el ortopedia infantil. Desde hace 14 años son equipo, atienden a todo tipo de pacientes de todos los estratos económicos, ya sea por talla baja, malformaciones congénitas, graves fracturas por accidentes, dismetrías o alteraciones en la longitud de los miembros inferiores y superiores (uno más largo que otro), e incluso problemas en los pies, todo lo que tenga que ver con huesos.

En este periodo han pasado por consulta y cirugías 190 pacientes, entre tres y 75 años, no solo de Santa Cruz, también de La Paz, Beni, Chuquisaca, Tarija, Oruro y Potosí. También tienen pacientes en un lugar al que Ernesto Manrique le tiene un apego muy especial, San Ignacio de Velasco, donde colaboraba por muchos años, yendo una vez al mes, y donde quiere reiniciar su labor social, para lo que ya está en tratativas con el director del hospital Julio Manuel Aramayo. “Voy allá aunque no me paguen, se trata de dar sentido a la vida, de sentirse útil”, dice Manrique, a quien le va muy bien; reconoce que cobra lo que corresponde de acuerdo a los recursos económicos de los pacientes, por eso trata de ayudar a quienes no pueden costear este tratamiento con el método Ilizárov.

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La más grande inquietud de los tres médicos es que la gente conozca acerca de la existencia de este procedimiento, desde 1951, cuando un médico ruso devolvió los movimientos y salvó miembros a muchos heridos por la contienda bélica. También les interesa que las nuevas generaciones de médicos se especialicen en el sistema Ilizárov, para que aumenten los beneficiados.

“Hemos tratado muchos pacientes de salud pública, de la Caja Nacional, Caja Petrolera, de la Caja Bancaria, también del Rotary Club, del Club Amboró, pero la gran mayoría no están cubiertos por un seguro, lo más triste es que muchos son pacientes que han sido operados en múltiples oportunidades, con pocos recursos, y ya cuando se les han agotado esos recursos vienen a nosotros como última opción, a recuperar lo que antes no pudieron.

Este problema no es solo nuestro, somos el último vagón de la ortopedia y deberíamos ser el primero. La gente está desinformada, pero también los colegas, los traumatólogos, los médicos de pueblos, médicos generales y pediatras que podrían derivar a los pacientes con problemas óseos. Cuando los pacientes llegan a los consultorios siendo niños, les dicen ‘eso se arregla a los 18 años’, y cuando van a los 18 años, les dicen ‘eso se operaba de niño’”, lamenta Manrique, y concuerdan con él sus otros dos colegas, diciendo que pueden ahorrarse muchos sinsabores al hacer las cosas a tiempo, pero enfatizan en que para lograrlo hacen falta padres responsables y comprometidos, ya que el tratamiento es largo, doloroso, y puede durar incluso tres años.

Incluso ahora están incursionando en una nueva modalidad, junto a una veterinaria, para usar este mismo método en vacas y en caballos, para evitar que sean sacrificados cuando sufren alguna fractura.

Variados casos

La ventaja de este método frente a los injertos óseos tradicionales, es que estos solo resuelven diferencias de tres o cuatro centímetros de hueso, mientras que con el procedimiento Ilizárov han logrado alargar miembros hasta en 20 centímetros.

Los pacientes con secuelas de traumatismo, fracturas expuestas, pérdida de hueso, fracturas cerradas que han sido sometidas a cirugías que no han evolucionado positivamente, pseudoartrosis congénita, infección ósea de difícil tratamiento, ocupan la mayoría de los casos. Algunos han llegado incluso después de pasar por más de diez cirugías. También atienden a personas con baja talla, tumores óseos, etc.

Contrariamente a lo que muchos podrían pensar, la talla baja trasciende lo estético cuando se somete a cirugías, y los especialistas lo explican. El doctor Tejada dice que desde los años 80 en Estados Unidos se considera que la talla baja es un tema médico y que, como tal, los seguros deben reconocerla para que las personas puedan acceder a tratamientos de elongación de los miembros inferiores, e incluso superiores.

“Estos pacientes tienen alteraciones en los ejes, son lo que llamamos chuecos, esa alteración determina que las coyunturas se gasten precozmente y entren en artrosis y sufran dolores, es un gravísimo problema. Otra cosa que es muy triste es que en el muslo, cuando los fémures son muy cortos, los pacientes presentan un grado de hiperlordosis, tienen la columna bien metida y la cola bien pronunciada, provocando compresiones y artrosis en la columna. Al alargarles los miembros se les mejora la calidad de vida, y también crecen. También se les alargan los miembros superiores, los brazos, para que logren de forma óptima su higiene personal”, explica Manrique.

Las personas que se sometan a este tratamiento deben tener claro que, al menos por un tiempo, deben aprender a convivir con el dolor. Para aliviar eso, y como parte del equipo, la doctora Ludmila, nacida en Ucrania, tiene un sistema específico de aplicación de la anestesia. “Evidentemente el dolor es grande porque se trabaja en hueso”, reconoce Tejada.

En el caso de largas cirugías, como las relacionadas con estructuras óseas, Ludmila dice que en general usan anestesia peridural continua con un catéter epidural. “Los primeros tres días del pos operatorio tratamos el dolor del paciente como severo porque es una cirugía bien traumática. Los tres primeros días hay liberación de los aliviadores de dolor en forma masiva con el catéter epidural para prolongar la analgesia, después el dolor disminuye y empezamos a tratar al paciente con medicamentos por la vía oral” explica Ludmila. “Éste método ha restaurado las sonrisas, dando calidad de vida”, finaliza Manrique.

 

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