Se trata de Gustu, el restaurante que tiene a la premiada mejor chef de Latinoamérica. También habrá carne de llama

El Deber logo
30 de diciembre de 2017, 4:00 AM
30 de diciembre de 2017, 4:00 AM

Muchos todavía deben ignorar que el restaurante boliviano que tiene a la mejor chef de Latinoamérica 2016 (Kamilla Seidler) es Gustu y está en La Paz. Los que están al tanto intentarán conseguir una reserva ahí para celebrar la última noche de este año, pero lo que realmente nadie se esperaba es que el menú degustación creado especialmente para la ocasión  tendrá, entre otras exquisiteces y extravagancias, una nube de naranjillo salado con hormigas y ajo negro. Todo el servicio de esa noche por el costo de Bs 765.

“Este año hemos logrado tener acceso a los sepesculones, las hormigas culonas del Amazonas, que solo se cosechan dos días al año. Son deliciosas y tienen sabor a maní”, contó Sumaya Prado, comunicadora del prestigioso restaurante, que es muy requerido por los turistas extranjeros.

Lo que para algunos sonará a excentricidad, para otros es parte de su niñez y es que comer la cola de estos insectos no es nada del otro mundo. 

Sobre la hormiga
El sepeculón es una hormiga con  alas, cuya parte trasera es un alimento apetecido por la población amazónica, que lo consume frito y con sal desde tiempos inmemoriales.

No hace mucho la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO) resaltó la importancia de los insectos como alimentos nutritivos para el ser humano, siendo el sepeculón uno de ellos. Este es apreciado por la gente por su alto valor nutritivo y porque ayuda a curar los resfríos y males pulmonares, además de ser rico en proteínas y mantener las defensas estables.

Además a esta hormiga le son atribuidos poderes afrodisíacos, analgésicos y de longevidad (no confirmados por la ciencia).
Estas hormigas bastante grandes hay en Santa Cruz, el trópico de Cochabamba, Beni, Pando  y el norte de La Paz, pero tienen la particularidad de que aparece sólo en la época de Todos Santos, en noviembre.
Un plato estrella

Como estas hormigas están bajo tierra, cuesta encontrarlas, pero este año, gente de Apolo, en el Parque Nacional Madidi, consiguió dos kilos de estas, que salieron al exterior por las condiciones de humedad y del clima. Así es como fueron oro en las manos de los chefs Marsia Taha y Mauricio López, que desde la cocina de Gustu crearon el plato más curioso del menú de Año Nuevo.

Los sepes serán horneados muy lentamente y como lo que más sabor tiene es la parte de la colita, eso es lo que se servirá para comer. “Las hormigas son aproximadamente de unos cinco centímetros. Una vez horneadas se las mezclará con los otros ingredientes para obtener el plato”, adelantó Prado.

En el platillo lo que se verán son bolitas oscuras, que son las colitas, pues no se sirve la cabeza ni las patitas. “Es un plato tan exquisito y tan difícil de conseguir que comer hormiga y no saberlo es un pecado, por eso les vamos a hacer notar aquello a los comensales”, concluyó. 

Otras delicias

Como el restaurante está tratando de impulsar el consumo de la carne de llama al ser Bolivia el mayor productor en el mundo, se servirá solomillo de llama en costra de cañahua. “Esta carne es más saludable que cualquier otra, la presentaremos como un apanado que en lugar de pan estará hecho con cañahua, un grano andino que está catalogado como superalimento”, relató Prado. ¿Y para brindar? Vino espumante que se produce en Tarija.

CURIOSIDADES

En Colombia y Brasil
Su aspecto no tiene nada especial: cabeza gruesa, tórax delgado y alas vistosas. ¿Sabrosas? Al menos, no lo parecen. Sin embargo, los colombianos y en menor medida también los brasileños (país donde se les conoce como icá), disfrutan de su sabor y aroma.

Salen para aparearse
Miles de ellas salen de los hormigueros donde hibernan buscando los ratos del sol para el apareamiento. En ese momento son atrapadas por los campesinos para ser tostadas en el fogón. 

Solo para expertos
Conocer el día exacto en que van a salir no es una tarea fácil. Solamente lo saben quienes recibieron el legado de la tradición indígena. Ellos aprendieron a masticarlas y a defenderse de las picadas de los machos, que no se consumen pero atacan con ferocidad a los intrusos.