Sin besos ni abrazos. Así creció el magnate del desnudo. Amaba como un adolescente

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15 de octubre de 2017, 9:30 AM
15 de octubre de 2017, 9:30 AM

Parte del pene de Hugh Hefner fue fabricado en Japón. También se vendió en varias ciudades. Se vende en Brasilia, se consigue en Santa Cruz, en Roma. Pero eso no es lo que importa cuando se escribe sobre esa revista que empezó en 1953 publicando un desnudo de Marilyn Monroe y puso a temblar a una sociedad conservadora y temerosa del comunismo. Tan temerosa, que haciendo el juego al macartismo, veía ‘rojos’ servidores de Moscú en todas partes. La industria del cine empezó a delatar a actores y guionistas izquierdosos y la General Electric anunció, ese mismo año, que despediría a los empleados sospechosos de ser comunistas.  
En ese ambiente, casi al descuido, un joven noctámbulo le suspendía la falda a mujeres con piel de luna y bajaba el brassiere de las chicas del barrio. Y les tomaba fotos. Y las publicaba. Y ganaba dinero. 

Crystal, la tercera. Se casaron en 2012. Para Hefner fue el amor de su vida

Virgen 
Fue virgen hasta casi los 25. El hogar en el que creció, con padre y madre metodistas y conservadores, fue seco y estricto. Jamás hubo besos ni abrazos en esa casa. Su primera esposa, Mildred Williams, fue su novia desde la universidad y también la mujer con la que perdió la virginidad. La prensa rosa ha contado las innumerables veces que Mildred estuvo con otros hombres, incluso días antes de la boda con Hefner, y ella misma confesó antes de casarse que tuvo un amorío cuando él estuvo en el Ejército. 
Pero llegaron al altar. Fueron los muebles de la casa de ambos los que garantizaron un préstamo cuando renunció a Esquire, donde trabajaba como transcriptor y periodista bisoño. No quisieron aumentarle un dólar a su salario, así que decidió iniciar su propio negocio. 
Por esa época, la revista más conocida para hombres era Esquire y también estaba True. En su autobiografía, Hefner las critica a todas, porque ignoraban “la mayor preocupación de la mayoría de los hombres: las mujeres”. 
Revistas como True -se ríe Hefner- pensaban que una cacería era más interesante que el sexo. Una historia típica que se publicaba, por ejemplo, en Man’s Life empezaba así: “El grito agudo de un ave entre las chontas detrás de mi tienda me despertó. Me quedé en el catre, escuchando el intenso y obsesivo silencio de la selva”. Aburridísimo. 
La nueva revista debía ser una fiesta lasciva para los ojos masculinos, como una despedida de soltero. Así se llamó inicialmente: Despedida de soltero (Stag Party). Como ya existía una publicación con un nombre similar, fue necesario cambiarlo. 

Esa primera foto
El primer número de Playboy iba a aprovechar la moda del 3D como gancho para vender. A principios de los 50 los cines empezaron a utilizar Cinerama, Cinema Scope y películas en 3D. La gente hacía filas para ver estas películas. 
Por 200 dólares, Hefner encontró un estudio que haría fotos en 3D a dos modelos desnudas. Cada ejemplar tendría gafas bicolores para ver las fotos en tres dimensiones. Pero era demasiado caro. Fracasado el proyecto en 3D, fue necesario pasar al plan B. En él entraba –sin saberlo- una rubia eterna. 
Marilyn había posado desnuda en 1949, cuando era una desconocida actriz aspirante, siempre apurada para pagar el alquiler. Recibió 50 dólares por posar. Muy poca gente había visto la foto, porque el servicio postal estadounidense consideraba un delito la distribución de desnudos. Pero todos hablaban de ese cartel. Un activista cristiano describió así la foto: “Ella está desnuda, recostada y mirando como si acabara de ser satisfecha”. 
Life publicó una de las fotos de esa sesión y eso no hizo más que despertar la fascinación de los estadounidenses. Ninguna otra revista publicó ninguna foto. Temían al servicio postal, pero Hefner no. Había leído que en 1945, el servicio postal trató por años de retirar el correo a Esquire, pero un juez de la Suprema Corte ordenó a las autoridades postales que pasen más tiempo entregando el correo y menos tiempo censurándolo. “No sabía muy bien lo que era la obscenidad, pero sí sabía lo que no era. Y la desnudez simple no lo es”, dijo Hefner. Llegó sin avisar a la oficina de John Baumgart, el dueño de los derechos de reproducción de la foto. Fue fácil convencerlo. Baumgart dijo que dejaría a Hefner reproducir la foto por el mismo precio que le había pagado al fotógrafo: 500 dólares. El joven Hefner salió de esa reunión caminando sobre nubes. Solo faltaba idear la revista y contactar a los probables suscriptores. 

Las firmas 
La intención del joven editor, encargado comercial, redactor jefe y presidente de la sociedad (firmaba con esos cargos según el caso) fue tener a excelentes escritores de ficción, porque no le alcanzaba el dinero para tener material periodístico original. 
Por ejemplo, la novela Farenheit 451, que cuenta la vida en una sociedad totalitaria en la que se ordena quemar libros, fue publicada por entregas en Playboy. Ya había sido publicada, pero todavía no era el clásico de las distopías que es hoy. Su autor, Ray Bradbury, agradeció años después a Hefner, en un discurso, por haberla publicado: “Este hombre hizo mucho por la sociedad y por los adolescentes de este país con Playboy. También publicó mi novela, que me compró por 400 dólares”. Fue uno de los aciertos editoriales de Hefner. Y vinieron más. 
Jack Kerouac, el mítico autor beat de la época del hippismo, publicó en 1957; Roald Dahl, autor de cuentos infantiles ampliamente leídos en los colegios bolivianos, entregó cuatro cuentos sobre seducción; el padre de James Bond, el escritor Ian Fleming, publicó cuentos y una novela completa; El ahogado más hermoso del mundo, de García Márquez, apareció en 1968. Pese a que la revista fue criticada por las feministas, sorprendentemente, publicaron también en ella feministas como Ursula K. Le Guin y Margaret Atwood. 


Divorcio y bisexualidad
Su esposa, Mildred, le dio ‘permiso’ para estar con otras mujeres. Aún así, el divorcio llegó en 1959. Ambos tuvieron dos hijos: Christine y David. En esta época, Hefner ya había empezado a tener varias mujeres, incluida Donna Michelle, que tenía solo 17 años cuando posó desnuda en 1964. En 1971, Hefner contó que había tenido una pasajera experiencia con la bisexualidad. 
La sucesión interminable de conejitas se detuvo casi bruscamente cuando llegó Barbi Benton. Morena, ojos verdes. Fue Miss America Adolescente. 
El periodista Guy Talese, en Un playboy enamorado, cuenta que Barbi tenía poca fascinación por la riqueza de Hefner, por el Big Bunny (como se llamaba el avión DC-9 de su propiedad) o por su fama. Tenía curiosidad intelectual y sabía conducirse socialmente. Lo único que no quería era perder su virginidad con un hombre de su posición, así que evitaba estar a solas con él en una habitación. 
-“Es que nunca he salido con alguien de más de 24”, le dijo ella. 
-“Lo mismo me pasa a mí”, le respondió Hefner. Poco a poco, se fue sintiendo más cómoda en su compañía y una noche, en la mansión de Chicago, se mostró ansiosa por hacer el amor con él en la famosa cama redonda. Fue Barbi quien lo impulsó a comprar la casa en Los Angeles que luego se transformaría en la famosa mansión de la serie de televisión de 2005, Las chicas de la mansión Playboy. Ambos decidieron cómo redecorar las más de 30 habitaciones, la construcción de la piscina, la gruta de piedra con jacuzzis para que los invitados se bañen desnudos, el zoológico y la cancha de tenis. 
Pero apareció Karen Christy, con sus pechos rotundos y su personalidad sencilla. Karen hacía el amor como Barbi no podía imaginar. Barbi era independiente económicamente y trataba de afianzarse como cantante country, lo que la convertía en un desafío para Hefner. Karen apreciaba los largos masajes con aceite que a Barbi le molestaban.  Karen tenía tiempo, era complaciente y Barbi lucía cansada al final de su día de ensayos. Hefner las necesitaba a ambas. No se quedó con ninguna. 

Llanto sin drogas 
Había quedado atrás la época del macartismo en la que el FBI lo vigilaba –lo mismo que a John Lennon- por orden del todopoderoso Edgar Hoover. Fue la muerte de su secretaria, Bobbie Arnstein, por una sobredosis, lo que en 1975 amenazó a su imperio. Según la versión de Hefner, ella salía con un hombre que consumía drogas, que compraba a un proveedor de Miami. 
Se quejó de que la CIA quería relacionar a Playboy con las drogas. En una conferencia de prensa en la que apareció con los ojos enrojecidos y demacrado, Hefner dijo estar dispuesto a declarar bajo juramento que jamás había consumido cocaína o cualquier otra droga dura. Se le cayeron las lágrimas al recordar a su secretaria. Fue tan convincente que la familia de su secretaria le pidió que sea uno de los que lleve el féretro. Once meses después, la investigación fue suspendida por falta de pruebas y tanto Playboy como la mansión quedaron libres de la sospecha por drogas. 

Racismo y música  
El comediante negro Dick Gregory no olvidó jamás el día en que estuvo en el primer programa de televisión que conducía Hefner, llamado El penthouse de Playboy. Era una especie de ‘late show’ en el que había invitados, mujeres y humor. Una noche, no pudo asistir un comediante blanco y Dick Gregory fue invitado a sustituirlo. 
Hasta entonces, recuerda Gregory, era frecuente que los negros supieran cantar, pero nadie sabía que podían hablar. Este comentario se refería al jazz, que tenía figuras afroamericanas, pero los comediantes eran generalmente ignorados. El mismo Hefner había organizado un festival de jazz en el que estuvieron figuras como Miles Davis, que además fue uno de los entrevistados estelares de la revista. En esa entrevista, Davis habló poco de música y mucho de racismo. 
“Esa noche cambió todo. El mundo no fue el mismo después de esa noche”, recuerda Gregory, porque fue la noche en que todos supieron que los negros podían hablar. 
Hefner, convertido en una rara mezcla de playboy y activista, ya era una figura indispensable en los clubes, donde las sensuales conejitas atendían a los asistentes. Un par de clubes –uno de ellos en Miami- entregados como franquicia se resistían a dejar entrar a clientes negros. Hefner compró nuevamente las franquicias para permitir que entren los clientes negros.
 
Filosofía Playboy 
El activista Hugh Hefner también apoyaba la legalización de la marihuana, criticaba el conservadurismo en materia de sexo, respaldaba las relaciones homosexuales y el derecho al aborto. Un escándalo en los años 50 y 60. Todo eso fue escrito en la Filosofía Playboy, que se publicó por entregas a mediados de los 60. Ya vendía un millón de ejemplares. Esquire no pasó de los 700.000.  Por entonces, el glamour de la vida alrededor de Hefner fue duramente atacado por Gloria Steinem, en un artículo publicado después de pasar 11 días contratada como conejita. 
En él contaba las condiciones de explotación de los clubes y las demandas sexuales que recibían las camareras. En los años setenta, pese a que ya arreciaban las críticas de las feministas, llegó a vender siete millones de ejemplares. 
1970 marcó el inicio de la crítica feminista hacia Playboy. En un programa de televisión, Susan Brownmiller le dijo que las mujeres no eran conejitas sino seres humanos, y lo retó a aparecer en el programa con una colita de algodón en el trasero. La activista ha criticado que, después de la muerte del magnate del desnudo, se lo recuerde como un paladín de la libertad de expresión, los derechos civiles, la liberación de la sexualidad y del derecho al aborto. Lo que Brownmiller critica es que Hefner defienda, por ejemplo el aborto, para apoyar la ideología de la revista. Barbara Ehrenreich escribió que “El mensaje real de la revista no es el erotismo, sino un escape de la esclavitud de ganarse la comida diaria. En cada artículo, cada mes, hay una playmate para probar que un playboy no necesita ser un marido para ser un hombre”. 
Por lo tanto, según Brownmiller, los motivos por los que Hefner apoya el aborto no tienen ningún sentimiento feminista; es pura estrategia. La activista María Galindo dice que Hefner no es simplemente un cosificador del cuerpo de las mujeres. “Hefner es la mayor exaltación del poder patriarcal de un hombre sobre los cuerpos de las mujeres. No solo utiliza y cosifica, sino que asigna un lugar al erotismo”. 

Ronald Reagan, moralista
Reagan llegó a ser presidente de EEUU en 1981 con apoyo de varios grupos religiosos. No tardaron en surgir manifestaciones en las que los religiosos convocaban a familias, feministas y creyentes renacidos para intentar destruir a la industria de la pornografía. 
Por primera vez, una carta del Departamento de Justicia fue enviada a tiendas y farmacias donde se vendía la revista, calificándola de obscena. Era la retribución a los grupos que habían apoyado a Reagan. Hefner vio un paralelismo con el macartismo de los años 50 y escribió un artículo titulado Macartismo sexual. “Acusaciones sensacionalistas, investigaciones inquisitoriales, conclusiones infundadas. La misma vieja historia”, escribió y respondió con humor: se publicó una revista con empleadas desnudas de Seven Eleven, una de las tiendas en las que se prohibía la venta de Playboy. 
Después del ataque de la derecha de Reagan, el Gobierno dijo que Playboy no era pornografía y permitió que se siga vendiendo. Pero la circulación bajó. Poco después, Hefner tuvo un problema cardiaco y decidió que era hora de casarse. Lo hizo en 1989 con la hermosísima  Kimberley Conrad, con la que también tuvo dos hijos. Se separaron después de diez años y Hefner, que siempre dijo haber sido fiel todo ese tiempo, quiso “sobrecompensarse por haber vivido un matrimonio infeliz”. Empezó a vivir con una actriz llamada Brandy Roderick y con las gemelas Sandy y Mandy Bendy; con las tres al mismo tiempo. “Cuando esa relación acabó, añadí novias. Tenía siete chicas, pero se volvieron un poco competitivas. Luego la relación se redujo a tres: Holly, Bridget y Kendra. Cuando eso también llegó a su fin, vi que seguía bastante en forma y quedé a la espera de lo que pudiera venir”. 
Y vino Crystal Harris (60 años menor que él), la tercera y última esposa, la misma que antes del matrimonio en 2012 dijo que lo había abandonado porque “no duraba dos segundos en la cama”. 

El final
Varias llorosas exnovias y conejitas dijeron que sin él no habrían llegado a ser lo que son. Todas dependían de Hefner. En cambio, para Galindo, la mujer más interesante que ha pasado por la revista Playboy fue Marilyn Monroe. “Marilyn tiene muchos sueños que intenta construir. Busca los caminos. Marilyn trasciende de lejos a Hefner y no necesita construir un imperio de cosificación ni destrucción. Ella representa su propio drama. Es un símbolo y un espejo importante para las mujeres. Pero no hay ningún nombre propio al lado de Hefner”. Así lo explicó el magnate: “Las relaciones con mujeres jóvenes son clave para la conexión con mi propia infancia”. 
Sobre el pene fabricado en Japón: Hefner se refería a un masajeador llamado Hitachi Magic Wand. “Cada hombre debería tener uno”, dijo. Hay estudios científicos sobre el uso erótico del Magic Wand. Quién sabe qué otros usos le habrá dado Hefner.