Detrás de toda persona con capacidades diferentes hay alguien a quién conocer y valorar. Cómo actuar ante un compañero distinto

El Deber logo
2 de abril de 2017, 5:00 AM
2 de abril de 2017, 5:00 AM

Cada vez hay más colegios, kínderes y guarderías que tienen en sus aulas a niños con capacidades diferentes. Y es importante que a los hijos se los prepare para relacionarse con ellos, sentir empatía y entablar una amistad como cualquier otra.


Por ignorancia, un niño que tiene enfrente a otro que es diferente lo puede tratar con pena o, por el contrario, ser muy cruel. Su crueldad puede tomar muchas formas. Pueden burlarse del niño o, peor aún, lastimarlo. Y lo más  común es que no lo incluyan en sus juegos ni en sus actividades, rechazándolo porque creen que no podrá hacer bien las cosas o lo ignoran como si no existiera.


Pero hay que entender que los niños pueden ser crueles porque tienen miedo de lo que no entienden o porque se sienten incómodos con un niño distinto. De ahí la importancia de que los chicos tengan la oportunidad de entender mejor a las personas que son diferentes que ellos, ya sea por su color, vestido, costumbres, idioma, movimientos o habilidades.


Los expertos recomiendan empezar por hacerles preguntas a los hijos: ¿Conoces a algún niño que no entienda o recuerde las cosas tan bien como los otros niños de su edad?, ¿juega ese niño mucho con los otros niños?,  ¿cómo lo tratan los demás? ¿cómo crees que te sentirías si tuvieras un problema parecido?

Qué hacer desde la casa
“Si muchos adultos a veces no saben cómo interactuar con personas con capacidades diferentes, nuestros hijos tampoco sabrán cómo relacionarse o qué decirle a un niño distinto”, hace notar la orientadora familiar Dalia Muñoz. Y subraya que son los padres los que deben dar el ejemplo a sus hijos sobre cómo comportarse, ya que estos copian las actitudes de los progenitores.
 “Como padres, debemos motivar a nuestros hijos a compartir juegos con niños con habilidades diferentes y enseñarles que pueden jugar de otra forma. Es importante poner énfasis en los aspectos positivos y sugerir actividades o juegos que se les dé bien y de manera natural a esos niños para que puedan integrarse y demostrar lo que pueden hacer y lo que les gusta”, agrega.


También es bueno enseñar a los hijos a hablar directamente al niño con habilidades diferentes y  no a su acompañante como si él no fuera capaz de sostener una conversación, y tratarlo de acuerdo a su edad. Muñoz recomienda explicar a los chicos que deben ser pacientes y escuchar las opiniones de sus compañeros con respeto e ignorar gestos o comportamientos que hacen aunque les parezcan extraños.
“Hay que decirles que dependiendo de la habilidad diferente del niño, deben adaptar su forma de comunicarse. Por ejemplo, si el niño no puede hablar, se puede usar un dibujo, o gestos o señas para explicarse y darse a entender”. Sugiere, además, respetar los silencios y evitar interrumpirlos o acabar sus frases. 


La sicóloga Tania Buzzolaro repara en que los niños suelen ser  muy maleables y no nacen con conceptos de discriminación o intolerancia, lo aprenden por imitación o repetición. “Por lo tanto, al observar o darse cuenta de que nuestros hijos están teniendo alguna actitud discriminatoria es importante hablarles, explicarles y no hacerse de la vista gorda”. 

Conductas que hay que eliminar
Buzzolaro hace notar que a veces los padres hacen bromas y chistes machistas, sexistas y discriminatorios frente a los hijos sin tomar en cuenta que ese comportamiento está mostrando que ser diferente es denigrante o vergonzoso. Entonces, hay que empezar por ahí.


Muñoz subraya que los niños en sus primeros años no perciben diferencias. Es a partir de los tres o cuatro años cuando comienzan a notarlo y lo primero que hacen es preguntar a los mayores (padre, maestro, hermano mayor) sobre ese compañero que se ve o actúa diferente y depende de lo que le digan o del ejemplo que le den, va a tolerar o rechazar a quien percibe como diferente. Por ejemplo, si el hermano mayor se burla de un no vidente que intenta cruzar la calle, el niño aprenderá que está bien reírse de los que no pueden ver. O si la mamá ignora  al niño Down que le sonríe en el supermercado, aprenderá que es mejor hacer de cuenta que no existen esas personas.


La orientadora familiar agrega que no está bien apartar a los hijos de una persona en silla de ruedas, porque puede crear la sensación equivocada de que esa persona es mala, que puede hacerle daño o que su situación (estar en silla de ruedas) se contagia.


“Igual que ven con normalidad que hay diferentes colores de piel, religiones o idiomas, los padres deben incluir en los hijos valores de respeto y empatía hacia alguien en silla de ruedas, con bastón o que hable por medio de gestos, etc.”.

Explicar a los niños sin confundirlos
Buzzolaro remarca que hay que explicarles a los niños que todos somos diferentes. “Aunque nos parecemos físicamente, tenemos características únicas: de género, de capacidades intelectuales, de creencias, etc., y partiendo de esta premisa todos deben ser tratados con respeto”.
Muñoz reconoce que conocer todas las capacidades diferentes  resulta una tarea compleja, ya que existe un amplio abanico de estas. “Pero, detrás de toda silla de ruedas, bastón, etc. hay una persona a la cual conocer y valorar igual que a cualquier otra”.


Y sugiere algunas formas de explicar mejor a los hijos, por ejemplo, a través de cuentos en los que  aparezcan personajes con habilidades diferentes. También es buena idea incluir niños con capacidades diferentes en sus dibujos y hacer juegos para poner en marcha la empatía, como pedirles que se tapen los ojos o los oídos para que sientan qué pasa cuando no se puede ver u oír. Y, por supuesto, fomentar que jueguen con niños con habilidades diferentes ya sea en su colegio o el barrio.

Empatía
Buzzolaro afirma que se debe ser empático (ponerse en el lugar del otro) con los sentimientos de la persona con capacidades diferentes, ya que ella sufre más por la reacción de su entorno que por la dificultad misma.


Y recalca que no hay que confundir respeto con pena.
La empatía es una habilidad fundamental para unas relaciones sociales sanas y satisfactorias, ya que implica ser capaz de comprender lo que el otro está pensando y lo que el otro está sintiendo. La empatía es una habilidad que escasea en nuestros días, en una sociedad donde todos se preocupan por el propio bien. Hay que ser empático con todo ser humano, hombre o mujer, joven o adulto mayor, con capacidades diferentes o no.

El cambio de mentalidad es un proceso
Las profesionales consultadas coinciden en que la discriminación se crea sobre la ignorancia, entonces hay que dar a los hijos información clara para que lo distinto no les cause temor, rechazo o indiferencia. 
A los niños hay que hacerles entender que las personas con habilidades distintas no necesitan preferencias, solo ser tratadas como iguales y con respeto. Y que tolerancia es tratar a los demás como nos gustaría ser tratados