Mitómanos. El mentiroso compulsivo crea un personaje ficticio de sí mismo porque no está conforme con su imagen, a raíz de la baja autoestima, la falta de confianza o las relaciones erráticas en la infancia. Es una adicción y tiene que ser tratada con terapias sicológicas

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1 de septiembre de 2019, 4:00 AM
1 de septiembre de 2019, 4:00 AM

“En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”, dice el refrán. Eso le pasó a Juan (nombre ficticio) que siempre decía mentiras de todo tipo en su entorno laboral, solo por costumbre, falseando su realidad, tanto así que, cuando dijo una gran verdad sobre una situación dramática que estaba viviendo, nadie le creyó. Eso le hizo cambiar su actitud. Buscó ayuda y con terapia sicológica pudo dejar de ser mitómano.

El propósito de Juan, al hacer de la mentira un hábito, era obtener atención e incluso admiración para sentirse aceptado, debido a que durante su infancia tuvo algunos problemas de relacionamiento con su madre, quien se fue a otro país a trabajar y él prácticamente creció solo con su padre.

Engañar es muy fácil, tanto que incluso niños muy pequeños logran hacerlo con éxito. Aprenden pronto que la mentira les facilita obtener ganancias sin esfuerzo y evitar castigos.

La cultura popular, expresa la sicopedagoga Debbie Cronenbold, ya ponía en evidencia a este tipo de personas, personificadas en el cuento El pastor mentiroso o también con el célebre Pinocho.

"Lo cierto es que cualquier día nos podemos relacionar con un mentiroso compulsivo o de repente es nuestra pareja, una hermana, un hijo, una amiga o un colega de trabajo. Lo cierto es que conviven entre nosotros. Pero no todos son mitómanos. Decir una que otra mentira es muy común en todos los seres humanos", afirma.

Una incómoda adicción

La sicóloga Zulema Pérez, resalta que siempre nos topamos con personas que nos dicen algo que resulta no ser cierto. Eso, muchas veces, no pasa de ser una anécdota. Sin embargo, cuando las mentiras son constantes y un estilo de vida, estamos frente a un mitómano, es decir, un individuo que miente siempre, convirtiéndose en un mentiroso patológico.

Explica que la mitomanía, también denominada seudología fantástica, hace referencia a un trastorno sicológico, por el que la persona afectada tiene una conducta repetitiva del acto de decir mentiras y engañar.

Cronenbold agrega que la mitomanía es una tendencia de conducta patológica a mentir. Es patológica, asevera, cuando los engaños afectan significativamente las relaciones familiares, laborales y sociales.

Pérez acota que el mitómano es como cualquier otro adicto que, aunque quiera, no puede dejar de mentir, pues se ha convertido en una parte de su forma de ser y de relacionarse con los demás, llegando a sentirse indefenso si no adorna 'su verdad' con mentiras que la conviertan en una historia que resulte superinteresante.

Como cualquier adicción, todas las personas pueden estar expuestas a que esta condición aparezca. La diferencia dependerá de la formación de valores que tenga el individuo para darse cuenta de que aquello que hace no es lo correcto y, sobre todo, de ponerle un freno para que no se convierta en un problema.

Una vía de escape

Los especialistas coinciden en que los mentirosos compulsivos, entran en un círculo vicioso que finalmente los deja solos en el laberinto de sus mentiras, puesto que ellos crean un mundo falso, ajeno a su realidad, como una vía de escape y terminan siendo rechazados por sus amigos y hasta por su entorno más próximo, que se cansan de sus mentiras y vida fantasiosa.

Los mitómanos hacen de las mentiras un mecanismo de supervivencia y comienzan a no contar la realidad para intentar escapar y olvidarse de aquellos eventos desagradables que vivieron en el pasado.

En los casos más graves, a estos individuos les acaba sucediendo lo que a Don Quijote. Se cree sus mentiras, inventa un mundo alternativo donde es el héroe, todos le quieren y aborrece el mundo real, del que se aleja más y más cada día, hasta que se hace casi imposible regresar.

La sicóloga Claudia Tórrez, explica que, aunque parezca que no, este curioso trastorno de la personalidad esconde un gran sufrimiento del que lo padece. Esa mentira, agrega, no es planeada, sino espontánea y compulsiva, para conseguir un beneficio con la intención de ocultar un aspecto de su vida que la persona no acepta por considerarlo algo que no está a la altura de las expectativas sociales, porque cree que es algo vergonzoso, pobre o indigno y que hasta el mismo sujeto termina creyendo sus farsas como ciertas.

Cronenbold expresa que los organismos internacionales de seguridad han inventado sofisticados aparatos para detectar las mentiras, como el polígrafo, y aun así hubo individuos mentirosos 'expertos' que pudieron sobrepasarlo, logrando dominar sus emociones al mentir.

Inseguros y ansiosos

Tórrez explica que los mitómanos están muy pendientes de la imagen que dan y de la opinión que el mundo tiene sobre ellos, además de que son seres con altos componentes de ansiedad. La falta de seguridad y de autoestima son los principales causantes de este tipo de vida nada saludable.

Además, añade, este tipo de problemas también pueden estar asociados a algunas enfermedades mentales, como el trastorno límite de la personalidad, el narcisismo, la demencia, el trastorno bipolar o incluso el antisocial e hiperactividad.

Según la siquiatría, remarca Cronenbold, podría haber algún trastorno o disfunción neurológica. Desde la sicología, la causa podría ser las relaciones erráticas en la infancia, principalmente con la madre, que condujeron a ocultar la verdad en las relaciones para obtener algún tipo de beneficio o cariño.

Terapia sicológica

Cronenbold recomienda terapia sicológica, como el sicoanálisis o la terapia conductual cognitiva, dependiendo del origen de la patología. "La familia debe pedir ayuda a un profesional para tratar estos casos, ya que las relaciones se deterioran mucho por este comportamiento", asegura.

Además, aconseja paciencia, cariño y perseverancia en el tratamiento, ya que es muy complejo de tratar y son hábitos que se tardan en modificar.

Tórrez acota que el tratamiento brindado dependerá del grado delo trastorno. No obstante, la terapia cognitivo-conductual es la más utilizada para tratar las sicopatologías asociadas a algunos trastornos mentales.

"Si no hay otro trastorno en el que la mitomanía es uno de los síntomas, el procedimiento estará orientado a ayudar al paciente a encontrar el origen de su baja autoestima o la falta de confianza en sí mismo, para que entienda cuál es el origen que lo lleva a falsear su realidad. Además, se le brindarán herramientas para que trabaje en su personalidad y autoconocimiento y, a partir de este punto, construya los fundamentos fuertes de una sana y transparente”, señala Tórrez.

Algunas personas también optan por realizar ciertas técnicas de relajación para disminuir los síntomas de esta sicopatología. Entre las más usadas están la meditación, el pilates, ejercicios físicos como correr o manejar bicicleta, o realizar algún deporte que los mantenga alejados de aquellos pensamientos que los llevan a mentir.

Solos, estresados y confusos

Una de las principales consecuencias de la mitomanía, concluye Cronenbold, es que la persona va perdiendo las relaciones familiares, laborales y sociales, por la falta de confianza, así que termina enfrentándose a la soledad.

Además, los mitómanos no tienen la capacidad de aceptarse a sí mismo y a su realidad, por lo que buscan parecerse a otros personajes ficticios exitosos.

Por último, el estrés es otra de las consecuencias de esta condición, ya que tienen que estar en constante alerta para no dejarse encontrar en sus mentiras.

Tórrez acota que los mentirosos compulsivos son individuos que, a la larga, se vuelven depresivos, que tienen baja autoestima y trastornos alimenticios, son confusos y tienden a distorsionar su realidad y creer que es ‘su verdad’.


2. Máscara. A pesar de que el mitómano hace todo lo posible por no ser descubierto, cuando esto sucede y se comprueba la mentira de sus historias, el mitómano obtiene el efecto contrario al deseado.

3. Adicción. Si la persona se encuentra en un ambiente donde dicho proceder es normal, aceptada o justificada, será más fácil que se repita. Es una conducta que puede ser cambiada con terapias sicológicas.