Minor Vidal  contó los detalles de su recuperación después de seis años del fatídico accidente aéreo de Aerocon 

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28 de enero de 2018, 8:00 AM
28 de enero de 2018, 8:00 AM

No hubo tiempo de traumarse. El noveno pasajero del fatídico vuelo de Aerocon (septiembre de 2011) se la ha pasado estos últimos seis años viajando. Primero por las invitaciones que le hacían -todos querían conocer la historia del único superviviente- y después por su trabajo que lo mantuvo visitando a menudo el extranjero y después el interior del país. 


Ahora Minor Vidal está establecido en Sucre, a cargo de una jefatura de Laboratorios Cofar mientras el resto de su familia vive en La Paz, por eso, los aviones siguen siendo uno de sus medios de transporte más frecuentes, porque hay que ir a ver a Mariela y a las chicas.


La familia sigue unida, fue el pegamento que unió los pedazos rotos que podría haber dejado el accidente. Pero como “no son tiempos de rechazar nada”, la esposa conserva el empleo que ganó por méritos en el Instituto Alemán de La Paz y se quedó con las niñas. Mientras Minor está desde octubre en la ciudad de la que los cuatro son oriundos (Sucre). 


Un hombre de hablar tranquilo está del otro lado del teléfono, las pastillas para dormir, las sesiones con el sicólogo y la urgencia de no estar solo por mucho tiempo son cosa del pasado, apenas duraron los primeros meses. En realidad Minor superó muy bien y muy rápido la desgracia porque está seguro de que la clave está en el estado mental, por eso prefiere concentrarse en el próximo paso y avanzar, como lo hizo cuando se empujó a sí mismo a salir del avión después de las primeras 16 horas, y cuando se forzó a caminar para asegurarse de que lo encuentren.
Ayer se presentó El noveno pasajero, su testimonio en 190 hojas, con una especie de relato paralelo porque está su drama y travesía por esos cuatro días y tres noches y todo lo que vino después, pero también está la agonía y el desconcierto de su esposa, primero cuando le dijeron que todos a bordo estaban muertos y después cuando se supo que el noveno pasajero (no se tenía certeza de quién era) se había salvado. El viernes el libro se presentará en La Paz y después de Carnaval en Santa Cruz. 


 ¿Por qué está de vuelta en Sucre?
Después de nueve años retorné a donde nací, se me ha dado una buena oportunidad de trabajo para hacerme cargo de una jefatura. Estoy por cumplir tres meses en Laboratorios Cofar. Antes de eso vivía en La Paz. 


 ¿Por qué El noveno pasajero llega después de seis años de la tragedia?
Éramos nueve personas, de las cuales fui el único superviviente. Hasta que no se supo mi nombre, me llamaban como el noveno pasajero que estaba vivo, de ahí la razón del nombre del libro. 


 ¿Recién sintió que ha superado todo? ¿El libro es parte del proceso de sanación? 
Gracias a Dios la recuperación fue de manera casi inmediata. No me quedó ningún trauma. En realidad desde que salí del hospital teníamos la idea de hacer algo, pero no tenía mucha energía, estaba delicado y para no olvidarme de los detalles compramos una grabadora y comencé contar todo lo que me acordaba. No solo fue idea de mi esposa y mía, sino de gente que ha estado siguiendo nuestros pasos y que nos decían: ¿qué están esperando? 


 Entonces el libro lo han escrito a dos manos. ¿Su esposa tiene alguna noción de literatura?
Tiene bastante, le gusta mucha la literatura, sobre todo libros de historia y novelas. Cando vivíamos todos en Sucre ella trabajó en la Casa de la Libertad por muchos años. Ella es en realidad quien comenzó a escribir todo lo que yo le iba diciendo.


 La pareja es pieza clave en la vida de cualquier persona, ¿podríamos decir que más aún en su proceso de recuperación?
El apoyo de la pareja es fundamental para que uno salga adelante, más si le jala a uno y no es un ancla. En todo lo que yo he hecho, ella y mis hijas han estado involucradas. 


 ¿Sarah y Sofía han leído siquiera algunos fragmentos del libro o va a ser una sorpresa?
Cuando sucedió el accidente eran muy pequeñas, la mayor tenía ocho y la menor seis. No quisimos tocar muy al detalle este tema para no ocasionarles ciertos traumas, sí sabían del accidente pero no tan a fondo, pero en los últimos meses comenzaron a involucrarse más y nos presionaban a terminar lo más antes posible el libro.


 ¿Diría que su libro es testimonial, de superación? ¿Qué busca con él?
A parte de ser mi testimonio, son como dos historias paralelas, lo que yo pasé hasta que me recuperé y lo que mi esposa cuenta sobre lo que ella también vivió. Es una manera de valorar muchas cosas y tener fe en Dios. Hasta ahora sigo dando charlas de superación y motivación relacionado a los días perdido en la selva. Siempre digo que uno se puede recuperar, todo depende de la actitud y las decisiones que tomamos.


 Hace rato habló de tener fe, ¿qué religión profesa?
Soy católico cien por cien, creo en Dios. La patrona de Sucre es la virgen de Guadalupe, creo mucho en ella.


 ¿El accidente le planteó una nueva perspectiva? ¿Lo acercó más a Dios y a las cosas simples?
Siempre digo que hay que apreciar lo que uno tiene, no solo las cosas materiales, me refiero a las amistades, a las personas que tenemos al lado. El mundo da vueltas y no sabemos de quién vamos a depender. Somos tan materialistas que dejamos de lado las cosas por ser simples. 


 ¿Todavía tiene reparos para viajar?
No, más bien vuelo tranquilo. Esa es la pregunta que todos me hacen, pero hay que reconocerlo, tampoco puedo mentir, los primeros cuatro vuelos después del accidente, sobre todo al aterrizar, andaba muy asustado y me agarraba fuerte. Después del accidente me comenzaron a invitar de  un lado para el otro para dar charlas o entrevistas, para diciembre de 2011 ya no quería volar, ni saber de nada, quería descansar y estar con mi familia.


 ¿En esos fatídicos días qué le sirvió para aferrarse a la vida?
Me aferré a seguir viviendo, uno de mis motivos para seguir adelante era mi familia, mis hijas, mi esposa, mi madre. En todo momento me ponía objetivos y metas para seguir adelante como sea. Me propuse anular todo lo negativo, que no me influya, que mi mente no me juegue sucio. A veces no nos conocemos a nosotros mismos, ni tenemos conciencia de la capacidad de la mente. 


 ¿Qué metas se propuso en el monte, en medio de la nada?
Caminar un poco más. Primero salir del avión, estuve encerrado 16 horas, tenía que salir. Luego ver la manera de que me encuentren y que sepan que estaba vivo. Desde el impacto fueron 63 horas (de angustia),  tres noches y cuatro días para ser exactos.


 ¿Realmente una botella de plástico era lo más valioso?
Nos hemos vuelto tan materialistas que no valoramos lo que tenemos. En ese momento esa mínima cosa, era lo más valioso. No había agua, lo único que me saciaba la sed era mi orina. El avión quedó completamente destrozado, imagínate qué hubiera sido de mi vida sin esa botella donde depositar mi orina.


 Antes del accidente era usted un aventurero, amante de la naturaleza, ¿lo sigue siendo?
Sí, me gusta el campo, la naturaleza, me gustaba ir a pescar con gente del lugar y escuchar sus anécdotas. Así he aprendido muchas cosas. Cuando me rescataron se dijo de todo en ese momento, que yo había hecho cursos de supervivencia, que era scout, pero nada de eso es verdad. Lo que sí es cierto es que me gustaba ir al campo. Ahora  hago bicimontaña con los Huanca en La Paz.


 ¿Cómo maneja ahora los comentarios indiscretos?
Normal, incluso me causa un poco de gracia cuando la gente se quiere acercar para preguntarme y no sabe cómo hacerlo. Sienten cierta vergüenza o piensan que me voy a molestar. Pero no me molesta para nada. 


 Se dice que el tiempo cura las heridas. El aspecto físico fue sanado (70 puntos en el rostro, un pulmón perforado, un omóplato y cinco costillas rotas), el emocional aparentemente también... ¿Nunca requirió asistencia sicológica o alguna pastilla para conseguir dormir?


Todo eso es verdad. Dentro del hospital me era muy difícil conciliar el sueño, me costaba bastante, por los dolores y por las pesadillas que tenía todo el tiempo. Siempre me levantaba muy exaltado y no quería estar solo, pero  estaba en terapia intensiva y tenía que estar solo. En ese primer o segundo mes he tomado pastillas para dormir y asistí al sicólogo para poder conciliar el sueño de manera normal hasta que el doctor me dijo: ‘no sé qué haces acá, no sé ni qué preguntarte’. 


 ¿Ahora dónde tiene puesta su mirada?, ¿cuál es su proyecto de vida?
Mi familia está bien sólida, esto nos ha unido más. Cuando la familia está unida todo se puede superar. Por ahora estoy ocupado con lo del libro.


 ¿Ya se puede adquirir en las librerías?
Queríamos hacer una sola presentación, pero nos han llamado de Trinidad, de Santa Cruz, de varias partes. En Sucre lo presentamos este sábado (ayer) y el próximo viernes en la Paz. Después de Carnaval lo haremos en Santa Cruz. Tiene 190 páginas y fotos a colores para que la gente se meta más en la historia, fotos de cómo quedó el avión, hay un trabajo de compilación y archivo.


 ¿Cómo luce ahora Minor?
Ya no estoy rapado por la herida, he subido un poquito de peso, pero no como antes del accidente. Hago bastante deporte, bicimontaña como ya dije.


 ¿Qué memento de su día es el más feliz?
Como cualquiera espero el fin de semana para descansar. Sea cual sea el día de la semana mi momento más feliz es cuando retorno a la casa y estoy con mi familia. Lo que más nos une con mis hijas es irnos al cine o comprar videos y papas fritas.  

 

Mariela lleva 15 años de casada. Minor Vidal le pidió matrimonio a los cuatro meses de enamorados y cuando ella le dijo que sí su mente divagó sobre el futuro juntos. Jamás se le cruzó por la mente la tremenda prueba que le tocaría pasar, “esas cosas solo pasan en las películas”. Sus nervios de acero fueron puestos a prueba cuando esa tarde acudió a ver los cuerpos tratando de reconocer a Minor Vidal. La historia que acaban de escribir juntos es la de ellos, la del noveno pasajero.