Es experta en medicina interna, en gastroenterología y en medicina ortomolecular. Abrió un camino de esperanza para recuperar a niños y adolescentes drogadictos

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23 de junio de 2019, 4:00 AM
23 de junio de 2019, 4:00 AM

La médica Miriam Illescas Cueva de Rueda, natural de Ecuador, tiene una amplia y reconocida trayectoria en países europeos y en Bolivia, aplicando sus conocimientos médicos en varias ramas de la salud, como cirujana, con especialidades en medicina interna, en gastroenterología y en medicina ortomolecular. Es médica internista en el Hospital Japonés desde hace 33 años. ¿Cómo nace esta inquietud de trabajar en este programa de desintoxicación?

Siempre tuve la inquietud de hacer algo, ya que desde hace algunos años realizo este tratamiento con personas adultas en mi Centro de Medicina Integral Ortomolecular y, viendo a diario en las esquinas de regreso a mi casa, niños y adolescentes en estado deplorable por las adicciones, sentí un deseo muy fuerte de ayudarlos y pedí a Dios que me permitiera hacerlo.

No sabía cómo ni dónde hasta que se me dio la oportunidad de conocer a la joven médica Yanine Rodríguez, que trabajaba en la Gobernación con este grupo de adolescentes en el Hogar Techo Pinardi, sustentado por un equipo profesional de la Gobernación y de la comunidad de Don Bosco. A ella le sugerí el tratamiento para este sector de la población.

¿En qué consiste el tratamiento?

Consiste primeramente en desintoxicarlos, desparasitarlos, vitaminarlos, recuperar la flora gastrointestinal con probióticos, que es algo muy importante, ya que en esta parte del organismo se reabsorben todos los nutrientes que ingerimos, se realizan los procesos inmunológicos del organismo y se forma un precursor muy importante de la serotonina, como es el triptófano, que es el responsable del buen ánimo de la persona, y que, si falta, nos lleva a la depresión. Estos niños y adolescentes se encuentran bajo un gran estrés generalmente, porque vienen de familias disfuncionales, de padres alcohólicos, sufren de la violencia que ejercen sus progenitores cerebro, donde se encuentra el centro de las adicciones. Los sedamos con rayos láser y con rayos infrarrojos, que son inocuos para el organismo, tratamiento que hago dos veces diarias durante tres días.

¿Es un tratamiento que se realiza en otro país o lo han diseñado ustedes?

Este tratamiento es fruto de mis conocimientos en medicina ortomolecular y mis conocimientos de acupuntura que utilizo para aflicciones, dolor y muchos otros cuadros clínicos.

¿Usted lo hace por un especial cariño a la niñez o como un aporte suyo a la sociedad?
Creo que todos los profesionales nos debemos a contribuir a mejorar la sociedad y también retribuir por todas las oportunidades que la vida y Dios nos brindó. Yo solo deseo, con este pequeño trabajo, retribuir en algo también lo que la sociedad boliviana me ofreció siendo ecuatoriana nacionalizada en Bolivia; por haber conformado una familia con mi esposo boliviano, y haber tenido dos hijos bolivianos. Asimismo, la Gobernación, sensible a las necesidades de este sector tan frágil de la sociedad, apoya este programa que es un plan piloto que se lo está aplicando desde hace medio año y, de acuerdo con porcentaje de éxito que se logre, se implantará en otros centros de rehabilitación.

¿De qué depende que estos chicos no recaigan?

El resultado que se está obteniendo es bastante aceptable, ya que los jóvenes están siendo tratados de una forma fisiológica, pero necesitamos que, en lo posible, los adolescentes tratados se inserten en otros hogares de jóvenes que ya están liberados de la drogadicción y evitar que tengan contacto con el exterior por un tiempo prolongado; paralelamente rehabilitar a sus familias, para que en un futuro vuelvan con sus seres queridos.

Mi opinión es que se haga un centro de rehabilitación para estos jóvenes, con un programa de recuperación de unos tres años, durante los cuales aprendan a vivir, a estudiar, a trabajar y que, al salir, sean personas aptas para reinsertarse en la sociedad. Ningún niño debería deambular por las calles, peor vivir en los canales.

Pero, ¿se necesitará bastante presupuesto?
Todos los ciudadanos deberíamos aportar de a Bs 10 mensuales para la reformación de los que hoy están en esta situación, a descontarse en las facturas de la luz o del agua. Con esos recursos se deben formar equipos multidisciplinarios de profesionales que tengan la vocación de trabajar con los ni- ños, adolescentes y jóvenes que han caído en la drogadicción y que están dando una mala impresión de Santa Cruz y de Bolivia. De igual modo, se tendría que hacer campañas educacionales para que la gente no dé comida o monedas a los niños que deambulan y viven en los canales, porque, de esa manera, se ayuda para que cada vez más niños permanezcan en las vías públicas, con el pretexto de obtener monedas para llevar a sus padres, dando posibilidad que caigan en las adicciones y, los que ya están en ello, continúen en las calles y se nieguen a ingresar en los hogares para su rehabilitación.