Acordes sanadores músicos solidarios llevan su arte a hospitales, geriátricos y cárceles

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14 de mayo de 2017, 16:56 PM
14 de mayo de 2017, 16:56 PM

Son las 10:00. Es una mañana gris  de mediados de abril y hace un poco de frío. Algunos chicos con sus papás esperan su turno para ser atendidos, mientras otros pasean por los pasillos buscando aliviar su dolor. De pronto el patio del Hospital de Niños Mario Ortiz se llena de instrumentos musicales, de partituras y decenas de personas con la cara pintada, con globos en mano, nariz de payaso, corbatas y vinchas de caritas felices, que los miran sonrientes. 


Pacientes, familiares, enfermeras, médicos y administrativos, miran asombrados porque no entienden lo que pasa. Se aglomeran en los pasillos para intentar satisfacer su curiosidad.
Cuando comienzan a sonar los primeros acordes de violines, chelos, clarinetes, contrabajos y timbales tocando La pantera rosa  dejan de lado sus actividades y disfrutan del pequeño concierto de música que les llega al alma. Al final aplauden y se acercan para agradecer el gesto solidario.


Luego de tocar algunas canciones los músicos se dividen e ingresan a los diferentes pabellones donde interactúan con los niños internados. La cara de alegría de los pacientes es lo mejor que los músicos y coristas pueden recibir. Durante 40 minutos los pequeños olvidan sus dolores y enfermedades, mientras cantan, aplauden y juegan con los instrumentos. 


Al terminar el miniconcierto en el pabellón de quemados, un papá, con los ojos llorosos y visiblemente emocionado, se acerca a una de las violinistas y le da las gracias porque su pequeña hija, que había pasado una mala noche con mucho dolor, se sintió aliviada y hasta jugó con los instrumentos que los músicos llevaron hasta allí. 


 Ese es el trabajo que realiza  Música para el alma (MPA), una orquesta sinfónica que nació hace cinco años en Argentina y que de manera solidaria y gratuita toca en hospitales, cárceles, geriátricos, siquiátricos e instituciones de educación especial.

Fusión musical. Cerca de una veintena de músicos argentinos y bolivianos se unieron para llevar alegría, amor y esperanza a los abuelitos en el Asilo de ancianos.
Fusión musical. Cerca de una veintena de músicos argentinos y bolivianos se unieron para llevar alegría, amor y esperanza a los abuelitos en el Asilo de ancianos.

En el Asilo de ancianos
Por la tarde, los músicos llegan al geriátrico y mientras se acomodan, los ancianitos copan el salón. Apenas la orquesta entona la cueca Moto Méndez, uno de los abuelos saca su gaita y los acompaña. Todos baten las palmas con tanta alegría que contagia, mientras varios abuelitos sacan su pañuelo, comienzan a zapatear al ritmo de la cueca de Nilo Soruco y se arma la fiesta. 
“Gracias, gracias, gracias. Nunca nos habían dado un concierto tan hermoso acá”, dice Adrián Montero, muy emocionado, mientras el tenor Miguel Ángel Drappo entonaba O sole mio.


 El grupo conformado por nueve músicos y coristas de diferentes orquestas filarmónicas y coros sinfónicos de Argentina, al que se sumaron más de 150 artistas bolivianos en días pasados estuvieron en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz dando varios conciertos en los hospitales de niños y asilos de ancianos de las tres ciudades, como una forma de llevar música y alegría a esos lugares donde de otra manera no llegaría. 
“No curamos el cuerpo, pero sí le brindamos un poco de alivio para el alma, le elevamos el espíritu y no solo los pacientes o los ancianos reciben algo, sino nosotros también, porque cuando brindamos este tipo de conciertos, recibimos mucho amor y agradecimiento y nos vamos renovados”, afirma Jorge Bergero (54), el fundador e impulsor de MPA y chelista de la Orquesta del Teatro Colón de Argentina.

Concierto  en la sala  de espera. Los músicos y solistas interpretan canciones infantiles como La cucaracha o El payaso plim plim para que los niños se diviertan  y se olviden por un  momento de sus dolores.
Concierto en la sala de espera. Los músicos y solistas interpretan canciones infantiles como La cucaracha o El payaso plim plim para que los niños se diviertan y se olviden por un momento de sus dolores.

Nació entre el dolor y el amor
Música para el alma nació casi sin pensarlo ni planificarlo, luego de una situación dolorosa por la que atravesó Jorge. Su pareja, María Eugenia Rubio, una reconocida flautista argentina que formaba parte de la Orquesta Nacional de Música Juan de Dios Filiberto, falleció en diciembre de 2011 después de luchar contra un cáncer de mama.


“Cuando le diagnosticaron el cáncer, ya estaba en una etapa terminal y nos encontramos ante la disyuntiva de tachar en el calendario los días hasta que llegara el final o hacer algo bueno para recorrer ese difícil camino. Como Eugenia ya no podía tocar, comenzamos a ir  a la Fundación Salud, donde era atendida junto con otras personas y familias que estaban pasando por la misma situación, y así fue como se inició este proyecto, del cual ella es la gestora”, reconoce Jorge. 


Ya en el primer concierto el resultado fue fantástico. “La conexión que se genera con la gente, el disfrute y la sonrisa de los pacientes fue algo mágico. No se compara, asegura, a los conciertos que brindan en los escenarios. Ver la sonrisa y la alegría reflejada en esos pequeños rostros y hacer sentir bien a las personas que están pasando por un momento complicado, es lo mejor que recibimos”, dice. 

Un proyecto que crece 
Jorge señala que después de un año de tocar en la Fundación Salud, comenzaron a ir a otros lugares y organizaron conciertos una vez al mes en hospitales y geriátricos de Buenos Aires y con el tiempo se expandió a otras ciudades de Argentina y hasta el momento ya han visitado 10 países como Uruguay, Chile, Perú, Paraguay, Ecuador, Italia, Francia, Israel y Bolivia. 


Gracias a ello se ha formado una red internacional de músicos y hasta el momento ya suman más de 2.000, que se agregan gracias a la convocatoria que se hace a través de la web musicaparaelalma.org, donde cualquier músico profesional que quiera participar, puede anotarse y decidir cuándo hacerlo.
Según el violinista Emilio Astolfi, MPA intenta recuperar la alegría, entrega y pasión por la profesión que han elegido, pero además “hacer palpable la solidaridad por el prójimo que, por su condición médica, minusválida o marginal, no puede acudir a un concierto de música”,
“Es algo que va más allá. Generamos un movimiento que se ha replicado porque toca las fibras más íntimas del alma. El momento más emotivo es cuando los músicos y la gente unen sus voces para interpretar algunas de las canciones que hacen estremecer a todos, como por ejemplo, el Himno de la alegría. Eso es maravilloso”, resalta Jorge.


La cantante lírica, Soledad  de la Rosa, que hace cuatro años forma parte del proyecto, explica que Música para el alma es un proyecto solidario de músicos profesionales que de manera voluntaria tocan no solo en hospitales y geriátricos, sino también en hogares e incluso cárceles. 
“El objetivo no es que el concierto quede perfecto, sino que quienes lo escuchan y están en una situación difícil se olviden de sus problemas, se sientan acompañados y se conecten con la música que transmite una energía transformadora”, afirma el tenor Miguel Ángel Drappo. 


En el MPA participan músicos  argentinos de la Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta Nacional de Música Juan de Dios Filiberto, Camerata de Bariloche, la Orquesta Estable y el Coro Estable del Teatro Colón y  la Orquesta de Tango de Buenos Aires, pero a ellos también se les suman músicos de los países que visitan.

La semilla en Bolivia
Rebeca Villarroel, violinista y maestra de música, es la coordinadora del proyecto en Bolivia. Dice que la semilla que sembraron los músicos argentinos en su paso por el país ya está dando sus frutos, dado que en la última  semana de este mes, un grupo conformado por músicos de las diferentes orquestas y coros sinfónicos de Santa Cruz darán su primer concierto solos en el hospital Hernández Vera de la Villa Primero de Mayo.
“Es indescriptible lo que uno siente al dar estos conciertos para los niños y ancianos que viven una situación difícil. No solo ellos reciben una terapia musical, sino que nosotros salimos renovados y con ganas de llevarnos el mundo por delante”, señala.


El próximo paso es hacer un concierto en la cárcel de Palmasola. “Queremos llevarles un poco de alegría y esperanza a las personas privadas de libertad”, coinciden Patricia Terceros y Gabriela Mariscal, que forman parte de MPA Santa Cruz, que será la encargada de llevar alivio con su música para el alma.