Juntos pero no revueltos... te decimos todo lo que necesitas saber si es que te encuentras en esta situación 

El Deber logo
10 de septiembre de 2017, 6:23 AM
10 de septiembre de 2017, 6:23 AM

Seguramente muchos recuerdan  la película Viviendo con mi ex, con Jennifer Aniston y Vince Vaughn en la que ambos interpretan a una pareja que decide separarse, pero mientras no logran verder su apartamento deciden vivir juntos temporal y civilizadamente. Puro buenas intenciones, porque la convivencia termina en una guerra doméstica en la que todo vale con tal incomodar al ex. 
En la vida real suceden cosas similares. Según especialistas, cada vez hay más parejas que se ven obligadas a seguir conviviendo con su ‘ex’ a pesar de haber decidido separarse. Generalmente lo hacen por motivos económicos. 


Algunos solo esperan a vender la casa para poder alquilar o comprar otra, mientras que hay parejas con niños que llevan años separadas y por su situación financiera siguen juntos, a la espera de que pase el mal momento. ¿Es posible sostener esta situación? En criterio de los sicoterapeutas, sí se puede. Es difícil, pero no imposible y resulta menos complicado para esas parejas que separarse en buenos términos. 

  La película Viviendo con mi ex, con Jennifer Aniston y Vince Vaughn en la que ambos interpretan a una pareja que decide separarse retrata el tema de esta nota

Lo importante, afirman, es establecer reglas claras y ser muy respetuosos el uno con el otro.
Llevan más de diez años separados. Sin embargo, siguen viviendo bajo el mismo techo: ella, junto a su hijo de 15 años, en la casa que compartieron alguna vez, y él, en un piso inferior con entrada independiente. “Al principio fue bastante difícil, pero tiene sus ventajas”, confiesa la mujer que vive con su expareja luego de haberse separado. Ambos permanecieron en la misma casa. Para el niño, el único cambio fue que su papá pasó a vivir un piso más abajo. 


“Para un arreglo de este tipo, hay que estar verdaderamente separado del otro emocionalmente, de manera que se le puede dejar hacer su propia vida”, explica Christa Roth-Sackenheim, una reconocida sicoterapeuta entrevistada por Vanidades. La experta también indica que el respeto y la consideración hacia el otro son imprescindibles en este tipo de relaciones. Además, asegura que el asunto es más sencillo cuando ambos mantienen algunos objetivos en común, como la crianza de un hijo.
María, nombre ficticio, comenta que ella está pasando por una situación así, debido a cuestiones económicas y, en su criterio, esa vida tiene sus pros y contras. 


“En mi caso la convivencia no está totalmente deteriorada. Lo bueno es que sigo apoyándome en mi expareja y eso es algo importante para mí. Pero por otro lado, me doy cuenta de que muchas cosas ya no son como antes y eso me duele. Además, es más lento a la hora de rehacer tu vida, ya que el hecho de compartir la vivienda dificulta las nuevas relaciones”, asevera.

¿Lo bueno...?
La sicoterapeuta familiar, Fanny Parrado, dice que probablemente después de haber intentado hasta el último recurso, es posible que la pareja llegue a la determinación de que la relación no va más, pero que por diferentes factores, conviene vivir en la misma casa, sin vínculos físicos ni emocionales entre los dos. “Quizá uno de los dos puede no estar de acuerdo con la separación, más aún cuando hay hijos de por medio, y no deja que el otro se vaya porque teme que no cumplirá con sus responsabilidades económicas o no quiere cargar solo con la educación de los hijos. Si es de común acuerdo o no, en ambas decisiones pueden encontrarse aspectos positivos y negativos que favorecen y perjudican a todos”, remarca.


Generalmente, prosigue, llegan a este acuerdo, y tiene de positivo el factor económico, ya que se evitan las complicaciones que genera vivir en dos lugares diferentes y pagar dobles cuentas. Además, pueden evitarse los trámites de gestionar la asistencia familiar y la división de bienes, y cumplir con todo sin estar en dos casas distintas.


Otro aspecto positivo es el compromiso emocional con los hijos, agrega Parrado, al estar cerca de los chicos, se los disfrutará más tiempo y no solo unas horas. “No quieren convertirse en padres de fin de semana o de vacaciones, creen que estando juntos podrán educarlos mejor y serán mejores padres que viviendo en casas distintas. No quieren traumarlos ni verlos sufrir el ver a sus padres distanciados y también así se libran de los malos comentarios de su círculo social.
 
Lo malo y...
“Lo negativo para los hijos, niños o adolescentes, es que ven a sus padres juntos y que se llevan bien. Esto puede crear la falsa idea de que puede haber reconciliación, y si uno de los padres decide rehacer su vida, quedan más afectados por la decisión. Y si los papás se llevan muy mal, las discusiones y desacuerdos constantes y las diferencias entre bandos, intoxican la vida de los hijos. Una mala relación puede contaminarlos de por vida”, explica la terapeuta.


Añade que los niños necesitan aceptar y tienen la capacidad de hacerlo, que la vida tiene encuentros y desencuentros, que los afectos y compromisos fluyen y a veces se diluyen. Son procesos reales y es necesario enseñarles a sobrellevar de manera positiva, como algo que pasa en la vida entre los adultos. “Se separan los progenitores pero su vínculo de padres e hijos será de por vida. Esto les ayuda a madurar y a ser realistas”.


Por otro lado, argumenta Parrado, al vivir en la misma casa, uno de los dos se puede crear la falsa expectativa de la reconciliación. “Tomar distancia real siempre ayudará a procesar mejor el duelo de la pérdida que lleva su tiempo, pero que al final se llega a superar, tanto los hijos, como la pareja”, resalta.

¿Puede ser saludable?
A su vez, la sicóloga Isabel Villagómez Flores, señala que desde ya la palabra exesposo, significa que ya no es su pareja, es algo que ya fue. Hay ruptura de un compromiso que un día se pactó, ya sea en instancias legales, religiosas o simplemente de unión libre o de concubinato. 
Por lo tanto, manifiesta, el hecho de que ya estén separados y vivan en la misma casa, no es saludable para ninguno de los dos, ya que esto lleva a ambos a no poner un punto final a esa relación que un día existió. 


“Una vez que ya estén separados lo ideal es que el exesposo viva fuera de casa y que cada integrante elabore su propio duelo por separación; muchas veces con la ayuda de un profesional; para que, de esta manera, puedan emprender sus nuevos proyectos personales, sin olvidar que la separación fue conyugal, no así de los hijos”, expresa. Considera que vivir juntos en la misma casa conlleva a confusiones y falsas expectativas a los mismos, porque ellos mientras vean vivir al papá dentro de casa, mantendrán la esperanza de que sus progenitores volverán a estar juntos, y al no producirse su deseo, sufrirán frustraciones. 

No es muy aconsejable
La sicóloga Claudia Tórrez no recomienda este tipo de convivencia, porque es como vivir en el limbo emocional, puesto que no se es pareja pero tampoco se llega a disolver por completo ese vínculo. Además, ninguno de los exesposos puede continuar con su vida de forma plena y completa, incluso se dificulta que alguno de los dos puedan volver a rehacer su vida. 


Asimismo, Parrado coincide y afirma que no es conveniente vivir juntos con el ex, porque puede ser que la convivencia armónica dure poco tiempo, hasta que en algún momento uno o los dos quiera comenzar una nueva relación; además, alguno de los dos puede crear la falsa expectativa de que van a continuar juntos y eso generará que ni como padres puedan llegar a acuerdos y, por último, se genera una relación confusa, entre el engaño, el desamor, la intempestiva separación con la familia extensa y eso quiebra los buenos vínculos creando culpas y resentimientos.