El director brasileño Fabio Meira habla de su película Las dos Irenes, ganadora del Festival de Cine Fenavid, que se exhibirá nuevamente hoy en el Cine CBA, a las 20:00

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29 de octubre de 2017, 10:00 AM
29 de octubre de 2017, 10:00 AM

Una historia sencilla, una historia de familias, una historia del despertar adolescente, eso es Las dos Irenes, la ópera prima del director brasileño Fabio Meira que fue la ganadora del Festival de Cine Fenavid en la categoría Largometraje de ficción, además se llevó el premio del público. Con un proceso largo que se inicia, en 2008, con una producción de un presupuesto bastante bajo, y con un guion que cambió constantemente, la historia de Las dos Irenes se impuso de manera unánime en el festival cruceño. En esta entrevista, Meira habla del camino que lo llevó a hacer esta película, que se verá nuevamente hoy, a las 20:00, en el cine CBA.

El jurado destacó la sencillez de Las dos Irenes, y que a pesar de esa sencillez la película cuenta una historia poderosa. Usted en algunas entrevistas habló de la construcción de esa ‘simplicidad’¿Cómo fue hacer una película sencilla y que tenga esa fuerza?
Eso para mí siempre fue una cuestión importante, que la película fuera simple. Quería que cualquiera, la madre de cualquier persona, que la abuela pudiera ver la película y comprenderla. Ahora, una cosa interesante: que un filme resulte sencillo y profundo al mismo tiempo es muy difícil de lograr, porque aparentemente es simple, pero al momento de escribirlo no lo es. Yo siempre hablo de un dramaturgo brasileño que se llama Nelson Rodrigues, y a él le dijeron  una vez: “Sus obras son muy buenas pero él lenguaje que tienen es muy pobre”, y él respondió: “No saben el trabajo que me da dejarlo pobre”. Entonces, es eso, es sencilla, pero también es muy compleja. Es una película accesible por más que toque temas fuertes. 

Coménteme sobre el trabajo de pulir una historia hasta que solo quede lo esencial. Dijo que la idea para el guion surgió en 2008 y después tiene bastantes versiones, leí por ahí que llegó a tener 13 ¿Qué era lo que no le convencía de esta historia, cuál era su búsqueda?
Cómo decía, la sencillez es algo muy difícil de lograr, por eso trabajé mucho en el guion. Otra cosa es que ese guion es una parte del aprendizaje mío, parte de la formación mía como guionista, es como si fuera mi proyecto piloto. Yo ahí aprendí el oficio de guionista. Las 13 versiones del guion no me parecen muchas, creo que son las necesarias para hacer una buena película. 

Sobre el guion, tengo entendido que la idea termina de convencerlo durante un taller de Gabriel García Márquez en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, de Cuba. Precisamente ese fue el último taller que dio García Márquez allá ¿Cómo fue poder trabajar con este escritor tan importante su guion?
Creo que tuve mucha suerte, porque es uno los autores que más leí. Cien años de soledad es mi libro preferido. La idea del guion se basa en algo que sucedió en mi familia, yo me enteré que mi tía tenía otra hermana con el mismo nombre. Eso yo lo supe cuando era un niño y yo ya me había olvidado de esa historia. 15 años después en el taller de García Márquez resurgió en mi cabeza, fue algo mágico. Y cuando iba construyendo el guion el final era siempre el mismo. El final me llegó ahí y siempre fue ese.

¿Cómo fue el proceso de hacer la película?  ¿Fue difícil conseguir fondos para la producción? ¿Cuánto tiempo le tomó poder completarla?
El proceso fue durísimo. Muy duro. Me costó mucho conseguir la financiación. Pero creo que todo ocurrió porque es mi primera película, ojalá que para la siguiente sea menos dificultoso. Me tomó mucho tiempo conseguir la financiación, que encontré, en parte, por un fondo de cultura de la ciudad donde vivo, que es en Goiás, y que fue la primera edición de ese fondo,  pero es una película de muy bajo presupuesto. Para que te des una idea, los del equipo de filmación nos íbamos caminando todos a los sets. El equipo de arte tenía un presupuesto muy bajo para hacer los escenarios. Pero yo tenía un equipo muy bueno, yo llevé a Brasil a dos personas que estudiaron conmigo en Cuba, una de ellas es Daniela Cajías, que hizo un excelente trabajo con la fotografía, y Rubén Valdez, que fue el sonidista, y este es el octavo trabajo que hago con él. Era gente que yo sabía que podía hacer algo bueno con muy poco, porque están acostumbrados, porque estudiamos en Cuba. Estamos habituados a tener obstrucciones y pocas posibilidades y sabemos cómo sacar jugo de eso. Incluso con ese bajo presupuesto llegamos a ser nominados para los Premios Fénix a mejor vestuario y a mejor diseño de arte.
 
 Usted ha mencionado que hasta su trabajo con el cineasta Ruy Guerra no sintió que podría iniciar una carrera como cineasta ¿Qué fue lo que le enseñó Guerra para estar en el mundo cinematográfico?
A mí eso me emociona mucho. Es  muy fuerte para mí. Yo nací en Goiás y me mudé luego con Ruy, cuando me llevó a trabajar como su asistente en la película Veneno da madrugada (2004). Y eso yo le agradezco mucho porque yo no hay nadie que sea artista en mi familia. Yo vengo de una familia de médicos, de dentistas, de ingenieros, mi mamá es profesora, mi papá es geólogo, que yo haya sido cineasta era muy improbable. Entonces, tener a un hombre como él con una carrera tan importante haya visto las posibilidades que yo tenía me ilusionó mucho, además me invitó a trabajar con él y ahí aprendí todo. Esas fueron mis escuelas: Ruy Guerra y San Antonio de los Baños de Cuba.