El más antiguo en la lista de espera lleva cuatro años. La prioridad la definen los requisitos como la compatibilidad. En Santa Cruz hay cuatro equipos de trasplante y tres centros acreditados. El Sedes tiene un registro de 50 mil donantes voluntarios

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1 de abril de 2019, 4:00 AM
1 de abril de 2019, 4:00 AM

Hasta la fecha y desde 1992 en Santa Cruz se han realizado 629 trasplantes, 309 con donante cadavérico y 320 con donante vivo. El primero hace alusión al cuerpo humano sin latido o con muerte cerebral, cuyas funciones cardiorrespiratorias sostenidas por métodos artificiales son irreversibles. El segundo, se refiere a toda persona que tuvo la voluntad de donar un órgano en vida (riñón, parte del hígado o pulmón). Actualmente existen 52 pacientes en lista de espera por donante cadavérico (27 son varones y 25 mujeres), 49 de ellas lo aguardan para un trasplante renal y tres para trasplante hepático. El más antiguo en la lista de espera lleva cuatro años.

Por otro lado, el registro de donantes voluntarios, elaborado desde 2007 y que está en la base de datos del Sedes, tiene 50.000 cruceños registrados. Pero la lista de espera no decrece, porque en los últimos años se han estado haciendo cada vez menos trasplantes. Según Vera Lucía Vaca, del área de Coordinación de Trasplante de Órganos y Tejidos del Servicio Departamental de Salud (Sedes), el 2017 se hicieron 28 trasplantes, y el año pasado solo se llegaron a realizar 14, cuando la media era de casi 40 al año.

A ello se agrega que la población sigue sumando actitudes de riesgo que hacen que más cruceños requieran un trasplante (diabéticos, hipertensos, etc.).

Consultado al respecto, el conocido doctor Herland Vaca Díez, cabeza del primer equipo de trasplantes en Santa Cruz (a la fecha existen cuatro equipos acreditados) coincidió en que los trasplantes han disminuido. “Aquí se han hecho más de la tercera parte de todos los trasplantes en Bolivia, pero ha disminuido mucho. Nosotros nunca hicimos menos de 15 por año, pero, el año pasado solo fueron ocho, porque no hay incentivo en la donación”.

Vaca Díez explica que se anota mucha gente en las campañas para sumar donantes de órganos, pero eso no es suficiente. “Si se anota como donante avise a toda la familia que quiere serlo para que respeten su voluntad”, apunta el galeno y es que, llegado el momento, es necesario también el consentimiento de la familia para la donación de órganos, independientemente de que el individuo esté inscrito como donante voluntario. En otras palabras, por más que una persona se haya registrado para donar, una vez esta haya pasado a mejor vida, la mayoría de las veces, los familiares se resisten a que se disponga de los órganos de su ser querido. Y la ley así lo consiente. Si se trata de una donación en vida, el donante tiene todo el derecho de volver sobre sus pasos y cambiar de opinión porque “ese registro expresa una declaración de voluntad y no una obligación legal”, subrayó Vera Lucía Vaca.

Vaca Díez afirma que la voluntad de convertirse en donante en nuestro medio no pasa del 20% de la población, “el resto no tiene la información suficiente o no se ha puesto en los zapatos de nadie. La coordinadora (de órganos y de tejidos) visita las terapias intensivas y de cada cinco familias solo logra convencer a una. Es muy sensible el tema...”

La coordinadora a la que hace alusión es Patricia Dávalos, que además es una trasplantada renal que entiende mejor que nadie la desesperación de los pacientes y sus familias necesitadas y que en palabras de quienes la conocen, le pone mucho esmero al trabajo de convencer a los donantes. Ahora mismo ella está delicada de salud por su condición de trasplantada.

Por qué tarda tanto

Según la norma actual, la donación en vida solo se puede hacer entre familiares hasta cuarto grado. “La única que puede donar sin tener parentesco es la esposa o esposo y con certificado de matrimonio de por medio. Eso es para evitar la compra/ venta del órgano”, aclara Vaca y complementa que desde 2007, año en que la Gobernación toma la decisión política de apoyar los trasplantes consolidando la Coordinadora de Trasplante de Órganos y Tejidos, se han hecho 350, 15 hepáticos y todos los demás renales.

Para ella, que la lista no avance y no se practiquen tantos trasplantes como antes, depende de muchos factores, desde la promoción que se hace de la donación y la falta de información de la gente que ni siquiera desea escuchar la propuesta de donar que se les hace en las terapias intensivas de los hospitales.

Para el director del Sedes, Marcelo Ríos, el tema tiene que ver más con los requisitos. “Hay criterios para elegir (a los que se van a beneficiar con la donación) de acuerdo a un manual del Programa Nacional que depende del Ministerio de Salud porque todo esto está reglamentado”.

Para Ríos, el tema de compatibilidad (para evitar el rechazo del órgano extraño), la edad (mientras más joven el receptor hay mayor prioridad en la lista porque hay una estadística que dice que en los más jóvenes la posibilidad de rechazo es menor) y el tiempo de haber estado sometido a diálisis, por ejemplo, son los verdaderos motivos para que se defina quién es el siguiente de la lista de espera en acceder a un órgano.

En manos de quién está

La lista de espera la elabora la Comisión Departamental de Trasplante integrada por la dirección del Sedes, el presidente del Colegio Médico departamental (o su representante), la Asesoría legal del Sedes y un representante del equipo de trasplante. Además, el Ministerio de Salud hace lo suyo desde el Programa Nacional. La lista sale de las solicitudes que van emanando de los mismos hospitales cuando tienen un caso irreversible. Ríos explica que una vez el donante está disponible tiene que haber el diagnóstico de muerte cerebral confirmado y este no lo debe realizar el mismo médico que forma parte del equipo de trasplante.

“Me parece algo casi mágico que el peor momento de uno se vuelva el símbolo de esperanza de otro. Es una sincronía tan perfecta que solo puede ser comparada a un milagro, por eso elijo donar mis órganos para que aún en mi hora más oscura pueda llevar un mensaje de esperanza”, fue la reflexión de Gabriela Butteler, una joven madre que acaba de decidir convertirse en donante.

 

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