Azor es la primera película del director suizo Andreas Fontana. Está ambientada en la Argentina de principios de los 80, con la dictadura militar aún haciendo estragos en aquel país. Es un thriller 'bancario' con una muy buena puesta en escena

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31 de enero de 2022, 4:00 AM
31 de enero de 2022, 4:00 AM

Por: Adhemar Manjón

El año pasado, el director suizo Andreas Fontana debutó en el cine con un largometraje titulado Azor, que tiene como escenario la dictadura argentina a comienzos de los 80 y es protagonizada por un banquero privado de Suiza que busca negocios con importantes –y siniestros- personajes del país sudamericano, después de que su socio y compatriota desapareciera misteriosamente. El protagonista tratará de descifrar el motivo de esa desaparición. 

La historia nace a partir de un diario que Fontana encontró de su abuelo, que era banquero, aunque el director ha dicho que Azor no es autobiográfica. Fontana vivió algún tiempo en Argentina y regresa allí cada tanto. En Bolivia Azor se la puede ver en la plataforma Mubi.

El director respondió algunas preguntas para EL DEBER.

_ Me gustó mucho la escena con la que abre la película: la presentación de los personajes principales con los soldados de fondo haciendo una inspección. Con esa escena pensé que se venía una película cargada de violencia ¿Te costó encontrar el tono que debía tener Azor?

Esta primera escena la escribí al final, cuando el guion ya estaba terminado, ya estaba ensayando con los actores. Tenía la impresión de que faltaba algo. Desde el principio, la película debía permanecer "confinada", por así decirlo, en los espacios de negociación que frecuentan el banquero, su esposa y los clientes del banco. Esta escena inicial es una especie de cerrojo de entrada: estamos en el coche de la embajada suiza, por tanto en un espacio muy privilegiado, pero atravesamos la ciudad, el lugar del conflicto político y social que la película deja fuera de campo. Creo que el tono de la película fue lo suficientemente claro rápidamente, pero fue difícil encontrar el equilibrio adecuado. Pensar que se puede crear un peligro externo sin mostrarlo ni una sola vez, es como creer en los milagros. Era bastante audaz. No sé si realmente lo conseguimos, pero en cualquier caso, así se hizo.

_ Se menciona mucho El corazón de las tinieblas como una de tus influencias para Azor ¿En qué momento pensaste en este libro como guía para lo que querías en tu película?

El relato de Conrad llegó bastante rápido, pero solo después de los primeros bocetos del tratamiento. Resultó que la situación que me interesaba era clara: el viaje de un personaje -en este caso, acompañado de su mujer- en un lugar plagado de violencia, siguiendo el rastro de otro, rodeado de extraños rumores. Reconocí rápidamente que esta imagen, esta articulación, se refería a una idea que no era mía, por tanto, era algo tan importante como El corazón de las tinieblas. Es confesar cierta humildad: uno solo está repitiendo de forma diferente historias que ya han sido contadas. Pero luego pensé que lo más interesante era explorar esta similitud. ¿Qué habría escrito Conrad hoy, si su personaje hubiera sido un banquero? No releí el texto de Conrad para escribir el guion, pero traté de recordarlo un poco, y eso me permitió ser bastante libre en la escritura y jugar con los paralelismos y las correspondencias. 

_ ¿Cómo nace la colaboración con Mariano Llinás para escribir el guion? ¿Cómo fue el trabajo entre ambos para crear las situaciones y esos diálogos tan precisos en la película?

Conocí a Mariano Llinás en Buenos Aires en marzo de 2017, en la confitería Zürich. Había pedido a la producción argentina, Ruda Cine, un consultor argentino para que me acompañara en la escritura, y me presentaron a Mariano. Yo era un gran admirador de su película Historias Extraordinarias. Muy rápidamente, con Mariano, encontramos un método. Yo aportaba el material y escribía las escenas, y él sugería variaciones sobre lo que yo aportaba, reorganizaciones. Es un método que me parece muy eficaz, porque Mariano y yo tenemos movimientos prácticamente opuestos: Mariano produce mucha narrativa, mientras que yo tiendo a refinar las cosas para mantener el menor efecto respetando el marco de verosimilitud.  En cuanto al diálogo, es una mezcla: escribí una buena parte según las notas que había tomado durante mis investigaciones, mientras que otras líneas de diálogo se añadieron durante mi trabajo con él. La precisión del diálogo proviene de una idea sencilla: trabajar en el hilo de una tensión constante.

_ La película ha tenido buena recepción de la crítica, y un director y guionista importante como Paul Schrader tuvo un elogioso comentario hacia ella ¿Qué te pareció la recepción que ha tenido Azor, y ese comentario de Schrader en particular?

El comentario de Paul Schrader me hizo palidecer tanto como me sorprendió: ¿por qué detenerse en esta película en particular, en un año con tantas películas, especialmente en un mercado -el estadounidense- saturado por su producción interna? No tengo una respuesta, salvo que probablemente Azor, de forma milagrosa, cayó en el lugar adecuado en el momento adecuado. Ciertamente tiene algo, una fibra, de lo que está ocurriendo hoy en día, tanto en Estados Unidos como en Inglaterra y Brasil, donde la película también ha tenido mucho éxito. Un vínculo inquietante entre el poder político y las finanzas, el amiguismo, una especie de corrupción semilegal. Pero la verdad es que no soy ni periodista ni especialista en corrupción, solo soy un director de cine, y por eso el comentario de Paul Schrader es tan conmovedor. Hay una idea bressioniana en la película, y me gusta pensar que eso es lo que le ha gustado a Schrader, aunque no tengo forma de saberlo.

_Tu película es una mirada a cómo la banca privada suiza trabajó en los 80 con gente ligada a la dictadura argentina (o gente que prefería no hacer nada ante lo que ocurría ahí) ¿Ha habido, además de Azor, otra crítica en tu país hacia ese periodo y a las maniobras de la banca suiza?

El cine suizo no se ha interesado por el banco, salvo dos excepciones, pero éstas fueron casos "internos", por así decirlo. Por ejemplo, existe una película de ficción sobre la quiebra de la compañía aérea SWISSAIR, que fue posible gracias a las maniobras fraudulentas del Union Bank of Switzerland (UBS). Pero ninguna película ha analizado la dimensión global e internacional de la banca, su alcance ofensivo y colonial. Dada la importancia de este tema en la historia de Suiza, cabría imaginar que podría haber un género específico en nuestro cine, el género de las "películas de bancos", como existe el western en el cine norte americano o la literatura gauchesca en Argenina, ¿no? ¡Pero no es el caso! Tal vez no sea tan grave.

_ ¿Cómo fue la búsqueda de los lugares donde se filmó Azor? Son sitios muy puntuales y representativos de la clase alta argentina…

Muchos de los espacios de la película son lugares que encontré por mi cuenta durante mi investigación, visitando a ricos financieros, industriales y terratenientes. Por ejemplo, la estancia del personaje Agusto Padel-Camon es una propiedad que visité al principio de mi investigación. Es propiedad de uno de los descendientes de la familia Anchorena, una familia patricia argentina, que se encuentra cerca de Balcarce. Tuve que convencer a la producción de que rodar allí, si bien no era muy económico en términos de desplazamiento y hoteles para el equipo, por otro lado, era un ahorro considerable en términos de dirección de arte -todo es prácticamente idéntico en la realidad.  Y también me importaba el "aura". Una de mis obsesiones era captar algo del "aura" de estos lugares. De nuevo, no sé si lo conseguimos, pero hemos sido muy insistentes para filmar sólo en lugares que eran significativos para esta clase social. El restaurante donde almuerzan Yvan, Inés y el embajador suizo es el del Golf Club de Olivos, donde nunca se había rodado una película. Este es también el caso del palco privado de Farrell en el hipódromo: yo mismo lo había visitado con el arquitecto que había renovado el hipódromo unos años antes, un destacado miembro del Jockey Club. Así que para mí, los espacios son tan importantes como los personajes.

_ Vos estudiaste literatura ¿Cuándo das el salto hacia el cine y qué te interesaba de este arte que quizás no encontrabas en las letras?

Estudié literatura, pero  también he sido mucho tiempo músico en varias bandas, he hecho mucha fotografía, hasta bailé tango durante más de diez años. Así que el cine y la literatura no se oponían, no era uno u otro, hay una circulación que va de un campo a otro. Es una cuestion de modo de vida. No me veía pasando la vida solo en mi cuarto escribiendo libros. El cine, como se sabe, es tanto una forma de vivir como una profesión. No puedes hacerlo como diletante, es demasiado difícil, demasiado exigente en términos de esfuerzo, tiempo e implicación personal. Nadie te confía si eres un diletante del cine. Y ademas hay una dimensión colectiva que me conmueve, que me llena de alegría, cosa que no ocurre en absoluto con la literatura, que es un oficio solitario. Pero creo que mi relación con la literatura es esencial para un aspecto del cine que quiero hacer: la certeza de que no es necesario mostrarlo todo. La idea de que se puede sugerir en lugar de mostrar, es algo que debo a la literatura.

_ ¿Cómo es la producción cinematográfica en Suiza? Si bien el festival de Locarno es un referente, ¿Qué apoyos hay para el cine de parte del gobierno o de entidades privadas?

El cine suizo cuenta con el apoyo del gobierno federal y regional, así como de la televisión pública. Hay ayudas a la escritura, a la distribución, a los viajes incluso, a través de una oficina de promoción de películas. No hay inversiones privadas en el cine suizo, salvo algunas donaciones de mecenas, pero son más bien marginales. La razón es que el mercado suizo está muy dividido por regiones lingüísticas. Es muy difícil que una película obtenga beneficios, cuando su estreno se reparte entre las regiones de habla francesa, alemana e italiana, de culturas y gustos muy diferentes. De hecho, el cine suizo existe, especialmente los documentales, pero prácticamente no tiene visibilidad internacional, aparte de unos pocos nombres escogidos. Pero Suiza sigue estando muy conectada con el cine mundial, gracias a sus grandes festivales: Locarno, Visions du Réel en Nyon, Zürich... Tal vez aún falte algo para que el cine suizo se convierta, como el de Rumanía o Corea, en un "cine emergente" de referencia.

Y además de estas preguntas, comentame por favor cómo llegás a Argentina y cuánto tiempo vivís allí, para agregar eso en la  nota. Tengo la información del origen de la película pero ¿me podrías decir cuándo es que decidís que tenías una película con lo que encontraste de los diarios de tu abuelo?

Apuntes de Andreas Fontana

Viví en Argentina entre 2007 y 2008, y luego volví casi todos los años, ya sea por proyectos o para ver a los amigos. En 2007 escribí una tesis en la Universidad de Ginebra sobre el Nuevo Cine Argentino, luego me mudé a Buenos Aires, sin ningún proyecto específico. Me inscribí en el SICA, que es el sindicato de los trabajadores del cine argentino, y oficialmente estudié el curso para convertirme en primer asistente de dirección, pero la verdad es que nunca fui a las clases y me pasé el tiempo escribiendo en mi habitación o paseando por la ciudad. Si después hice algunas películas como ayudante de dirección, fue porque los directores eran amigos y confiaban en mí.


Andreas Fontana