La suspensión de las clases presenciales trasladó la educación al entorno virtual. Docentes y estudiantes se han adaptado a unas circunstancias impensadas para continuar con el aprendizaje. Seis catedráticos revelan las claves de este nuevo sistema

13 de mayo de 2020, 7:12 AM
13 de mayo de 2020, 7:12 AM

El 12 de marzo marca un antes y un después de la educación en Bolivia. No era una fecha planificada y, aunque se había considerado la medida, a todos les encontró sin la preparación adecuada. Las aulas se cerraron, desde la formación inicial hasta la educación universitaria saltaron, de improviso, al mundo virtual.

“El sistema educativo en nuestro país está afrontando grandes desafíos, como la implementación de la educación virtual” confiesa el vicerrector académico de la universidad NUR, Gustavo Ortega Zelada. La adaptación forzosa de un sistema de educación presencial a otro virtual requiere la participación de todos: estudiantes, docentes, padres de familia e instituciones.

Transcurren dos meses desde que se decretó la suspensión de clases. La implementación del sistema virtual acumula luces y sombras en su ejecución. Mónica Arauco, catedrática de la Utepsa y Master en TIC´s en Educación valora que “como sociedad estamos en un contexto emocional complejo, debemos recordar que este es un momento de emergencia, y las clases presenciales han tenido que hacer una migración repentina a la que nos estamos adecuando”.

La educación virtual, explica Lourdes Chalup, catedrática de la UPSA, “supone un proceso colaborativo entre docente y alumno”. La mediación de la tecnología genera un espacio virtual “rico en recursos conceptuales, teóricos y metodológicos para que el alumno, guiado por el docente, pueda asimilarlos y aplicarlos en diversos proyectos o productos educativos” matiza la educadora.

Durante la cuarentena, la educación virtual ha permitido mantener la continuidad de los procesos educativos. Desde el Ministerio de Educación se está reglamentando el sistema virtual de enseñanza para garantizar un desarrollo académico estable. Las dificultades de acceso a la tecnología se plantean como el primer y principal limitante para este propósito. 

Sara Yoshino Otsuka es sicopedagoga y trabaja en la jefatura de Enseñanza – Aprendizaje en la Unifraz. Desde su experiencia valora que las universidades pueden considerar la educación virtual como alternativa, pero en los niveles escolares “los estudiantes aún no han desarrollado destrezas de autoaprendizaje, lo que dificulta el desempeño de los niños. Los padres asumen el rol de docente”. 

Tanto universidades como colegios están adecuándose sobre la marcha a este sistema. Actualmente, se plantea la enseñanza a través de un híbrido entre las clases presenciales medidas por plataformas como Zoom y las dinámicas de enseñanza virtual que permiten otros programas como Classroom, Moodle y otros. En todo caso, los docentes consultados valoran la relevancia que el estudiante asume en un proceso virtual de formación

Para un mejor aprovechamiento, los profesionales señalan cinco claves de la educación virtual.

Motivación intrínseca

El estudiante se convierte en el centro del proceso virtual. Las clases, los avances y el tiempo destinado al aprendizaje dependen del propio estudiante y sus ganas de superarse. En educación se define esta situación como autonomía del aprendizaje, explica Wilmer Campos, decano de la facultad de Tecnología en la Universidad Privada Domingo Savio. “El estudiante, menciona el catedrático, desarrolla una actitud proactiva para participar de manera dinámica en las actividades, que albergan desde grupos de WhastApp hasta foros virtuales”. La proactividad consiste en contar con el interés de indagar los temas de cada materia antes de las reuniones virtuales marcadas.

Para Arauco, “cada estudiante es el protagonista de su aprendizaje y los docentes son tutores que los apoyan”.

Las competencias del estudiante

El vicerrector de la universidad NUR, Gustavo Ortega Zelada, resalta que los actuales estudiantes forman parte del grupo de nativos digitales que conocen y dominan el uso de la tecnología de forma muy familiar. Al pasar a un entorno de aprendizaje virtual, de acuerdo a lo manifestado por la autoridad académica, el alumno deberá conocer la funcionalidad de las herramientas educativas. Desde plataformas como Moodle o Classroom hasta otras como Zoom serán los nuevos ‘útiles escolares’ que acompañarán las labores educativas.

“La autogestión y la disciplina resultan fundamentales para establecer una rutina”, aclara Lorena Ovando, sicóloga y catedrática de la UDABOL. Para la educadora “internet muestra una disponibilidad de 24/7 aunque no por ello debemos dejar las tareas para los horarios no adecuados, como la noche. Tampoco es productivo trabajar en periodos cortados. El actuar ideal dispone un horario de trabajo limitado por día y establecer plazos para cumplir las tareas” concluye Ovando.

Diálogo

El encuentro personal que facilita las clases presenciales agrega un factor emocional al aprendizaje. Los estudiantes tejen una relación afectiva con el docente que se traduce en un refuerzo al compromiso con él. La mediación virtual obliga a todas las partes a replantear las bases del diálogo. Desde la institución educativa, pasando por los profesores y estudiantes, hasta involucrar a los padres, el diálogo se presenta como el espacio del consenso.

Los catedráticos consultados remarcan que el éxito educativo en los entornos virtuales radica en la capacidad del docente y su facilidad para hacer conexión con los estudiantes. Por un lado, el profesor despierta la atención de los estudiantes mediante materiales de apoyo que prepara o recupera de las redes para compartirlos. Además, puede incentivar que los estudiantes aporten y compartan materiales que ellos mismos elaboran o descubren en internet.

Familias involucradas

Salir de una situación de emergencia como la que se vive requiere el concurso de todos. 

En la medida de las posibilidades, la familia debe preparar un espacio de trabajo adecuado y exclusivo para las clases virtuales, señala Chalup. Este lugar requiere una buena iluminación y conexión segura a internet. Para Mónica Arauco “los padres pueden implicarse en el proceso de manera positiva, haciendo seguimiento u apoyo en la medida de sus posibilidades”.

De igual manera, el catedrático de la UPDS Wilmer Campos reseña que los padres “deben escuchar a sus hijos sobre las dificultades que puedan tener para estudiar en la virtualidad y darles mensajes de motivación en lugar de cuestionarlos o recriminarlos”.

Habilidades tecnológicas

Parecería extraño pedir a los estudiantes que desarrollen cualidades o habilidades en el uso de la tecnología. Basta cederles un teléfono o una computadora para que, en segundos, ya estén disfrutando de algún juego. Según explica la sicóloga Lorena Ovando, se trata de “reorientar el uso de la tecnología para que pase de una función recreativa a una formativa”. Ovando también alienta a que los jóvenes puedan acudir a la tecnología y expresarse a través de ella, mediante videos o mensajes que elaboren con un enfoque educativo.