Ayer falleció Rómulo Ribera, quien desde 1970 estaba a cargo del cuidado de la hora que daba oficialmente el templo más importante de la capital cruceña

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16 de enero de 2021, 14:12 PM
16 de enero de 2021, 14:12 PM

Su corazón de relojero dejó de funcionar debido a las complicaciones del coronavirus que atacó su cuerpo y que lo tuvo postrado durante varios días. Rómulo Ribera Rivero tenía 85 años y desde 1970 estaba a cargo y le daba cuerda al reloj de la Catedral de Santa Cruz de la Sierra. Ayer en la mañana falleció, siendo otra víctima de la pandemia del Covid-19.

Susy Ribera, una de las hijas de don Rómulo, cuenta que su padre ya estaba delicado de salud. Hace siete años le había dado un preinfarto y tuvieron que someterlo a una operación del corazón; desde entonces seguía un estricto tratamiento médico.

Hace pocos días su salud se deterioró más, lo llevaron al médico y le detectaron el coronavirus, que ya había hecho mucho daño a sus pulmones. Fue internado en el Hospital Obrero, pero su organismo no aguantó la ferocidad del virus y falleció. Ayer mismo fue sepultado en el cementerio Memorial Park.



Rómulo Ribera estaba casado con Julia Soleto y era padre de seis hijos, aunque ninguno de ellos heredó la afición por la relojería, ni saben quién se hará cargo del reloj de la Catedral, lo que será decidido por las autoridades de la Iglesia cruceña.

50 años en la torre de la Catedral

Cuenta el periodista Osman Patzi que Rómulo Ribera Rivero trabajaba como asistente del relojero oficial de la Catedral cruceña, Gumersindo Álvarez, hasta que éste falleció en 1970, y fue llamado a reemplazarlo, trabajo que aceptó con entusiasmo.

Desde entonces era el custodio del reloj catedralicio, le daba cuerda y celosamente lo limpiaba y hasta lo reparaba cuando era necesario.

Le encantaba desarmar y armar relojes, mirar el funcionamiento de los aparatos, sus manecillas y el mecanismo que hacía que den la hora. Podía pasar horas en esas labores, se quedaba maravillado y decía que eso era hermoso.


Rómulo heredó la afición por los relojes de su padre, que arreglaba pulseras y de él aprendió este oficio. Tenían un taller en la céntrica calle Bolívar, al lado del edificio de Cotas, pero tuvieron que cerrarlo hace varios años, cuando llegaron los relojes modernos y desechables, que ya no necesitan de un relojero. Algunas personas aún conservaban sus piezas finas y originales y los buscaban para que les hagan mantenimiento.

Subía las escaleras de la torre oeste de la Catedral, donde se encuentra el reloj, para ver que esté marchando bien y para darle cuerda, porque todo podía faltar, menos que se se anuncie la hora correcta en Santa Cruz de la Sierra.

El historiador y artista plástico Carlos Cirbián cuenta que el actual reloj de la Catedral fue enviado a Santa Cruz en 1938, por Emilio Zeller, principal socio de la casa comercial Zeller Mozer & Cia, desde su residencia en Ámsterdan, Holanda, en ocasión de celebrarse las bodas de oro de dicha firma.



Los trabajos de conclusión de las torres de la Catedral cruceña se llevaron a cabo en 1948, cuando el reloj que actualmente se conoce, ya estaba puesto y con el que trabajó desde hace 50 años don Rómulo Ribera Rivero.