El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) Bolivia cumple tres décadas contribuyendo a la conservación de ecosistemas

26 de junio de 2023, 17:26 PM
26 de junio de 2023, 17:26 PM

Estamos consiguiendo logros importantes pero aún falta mucho por hacer para lograr alcanzar la idea de que la naturaleza y el ser humano prosperen juntos”, sostiene Samuel Sangüeza Pardo, director de WWF Bolivia, al rememorar las tres décadas que tiene esa organización en el país.

WWF cumplió 30 años de trabajo en Bolivia, sin embargo su presencia se remonta a los años 70 cuando brindaron apoyo al establecimiento de la Reserva Internacional de la Vicuña en Ulla Ulla en la provincia Franz Tamayo de La Paz y apoyando la gestión de diferentes áreas protegidas.

En 1993, WWF se estableció en Bolivia con una oficina de programas en Santa Cruz, con proyectos y acciones encaminadas principalmente para el Pantanal y la Amazonia boliviana.

Con la firma de su primer acuerdo marco, se inició el trabajo ese año, contribuyendo a la conservación de ecosistemas. Los primeros pasos se dieron en los bosques tropicales de la Amazonia y en las sabanas inundadas del Pantanal. Lugares en los que hoy, autoridades, comunidades y la sociedad civil permiten trabajar en conjunto para proteger estos espacios naturales únicos.

Incendios y deforestaciónIncendios y deforestación


Luego se incluyó al Bosque Seco Chiquitano, uno de los bosques mejor conservados del mundo, con un programa forestal que motivó a la sociedad civil, el sector público y privado, a proteger los bosques de la deforestación y de la ilegalidad.

En la actualidad, concentra sus esfuerzos en las principales ciudades del país y en regiones de la Amazonia, Chiquitania, Cerrado-Pantanal y Chaco, en las que se implementan programas que forman parte de su plan estratégico institucional.

Desde sus inicios hasta hoy, se dedican a la protección de especies bandera de nuestro país, incluyendo investigaciones sobre el bufeo y la estrategia de conservación del jaguar, junto a los proyectos que los apoyan, ONG y la sociedad en su conjunto, que permiten avanzar para que estas especies vivan en armonía con el ser humano.

Han logrado acercamientos con personas, medios y empresas a través de distintos espacios, entre ellos las campañas. La Hora del Planeta, que se implementa en Bolivia hace más de 10 años, que es una luz de esperanza y un recordatorio de que aún hay mucho por hacer por nuestro hogar y que entre todos es posible hacerlo.

Las acciones y proyectos de la organización se ejecutan en el marco de un convenio que tiene vigente WWF Bolivia con el Estado, y colabora con instancias del Gobierno nacional, gobernaciones departamentales y municipios, además de actores clave como comunidades originarias y empresas privadas.

Se tiene como meta la implementación de modelos de producción responsables en silvicultura, ganadería y soja, en base a mejores prácticas y mecanismos de incentivos, contribuyan a mejorar la conservación de los bosques y reducir la deforestación y degradación.

Para ello se reúnen con gente de los lugares afectados por la deforestación y también con los grandes empresarios, principalmente soyeros y ganaderos para que se busque la manera de no degradar más los suelos con los sembradíos.

BufeoBufeo

Trabajo permanente

“Estamos trabajando principalmente en la región amazónica pero tenemos programas que abarcan el Chaco boliviano y también en diferentes ciudades del país, promoviendo el desarrollo sostenible en todas sus áreas, asegura Sangüeza, un paceño que se encuentra al frentre de la organización en Bolivia desde hace cinco años.

WWF Bolivia busca contribuir al desarrollo de políticas públicas, planes, programas y acciones, para asegurar la conservación de los bosques y medios de vida sostenibles, mientras se promueven oportunidades económicas basadas en bosques y se avanza hacia una mitigación conjunta e iniciativas de adaptación, poniendo especial énfasis en los temas de seguridad alimentaria, salud, recursos hídricos, asentamientos humanos y gestión de riesgos de desastres. WWF también se enfoca en fortalecer la gestión de áreas protegidas y promover un uso más sostenible de la tierra.

Con selvas y ríos inmensos y repletos de una naturaleza única que sustenta una diversidad cultural notable en 7 millones de kilómetros cuadrados, la Amazonia es muy importante para Sudamérica y para todo el planeta. En ocho países y un territorio de ultramar, esta gran porción de la biosfera de la Tierra acoge a una población de 47 millones de personas, de las cuales más de 2 millones son indígenas que pertenecen a más de 500 pueblos.

Los ecosistemas de la Amazonia aportan beneficios ambientales a la región y al planeta, entre ellos el de la regulación climática. Por todo esto y más, su conservación debe ser analizada de manera holística, con una visión regional y un compromiso global.

La situación actual de la Amazonia es grave pues enfrenta varias presiones y amenazas, tanto sobre la biodiversidad como sobre los pueblos y comunidades tradicionales. Para empezar, existe un complejo contexto político en la región en el que se evidencian barreras a la participación plena de la sociedad civil en la toma de decisiones relacionadas con la protección ambiental y la búsqueda de un desarrollo sostenible; ciertas prioridades económicas se contraponen con la conservación y existe una insuficiente capacidad gubernamental para atender todas las necesidades ambientales.

A esto se suma la amenaza principal al bioma: una deforestación que está en aumento y cuyo avance compromete su salud y su supervivencia a largo plazo. Las presiones principales detrás de la deforestación son la expansión de la agricultura y la ganadería, así como el acaparamiento y la especulación de las tierras.

La pérdida de la superficie de bosques está asociada con otros fenómenos que causan degradación y refuerzan la deforestación: la tala insostenible e ilegal, los fuegos sin control y la infraestructura mal planificada, entre otros. En términos de la fauna silvestre, el comercio ilegal es un problema grave: hay especies como el jaguar que son cazadas de manera indiscriminada e ilícita para vender sus partes, y los peces de los ríos amazónicos están mermando por la sobrepesca.

2019, un año crítico

Samuel Sangüeza recuerda a 2019 como un año de gran crisis para WWF en el país a raíz de los graves incendios forestales en la región amazónica y del bosque seco chiquitano que arrasaron millones de hectáreas que solo fueron remitidos con ayuda de varios organismos mundiales.

“Esta adversidad nos causó un gran daño medioambiental pero de lo cual también sacamos buenas enseñanzas y pensamos que hoy estamos mejor preparados para lo que pueda venir con relación al medioambiente y su relación con los pueblos originarios y su conservación”, asegura.

“Ahora hacemos una retrospectiva con ese desastre y estamos trabajando para que no vuelva a pasar con la misma intensidad, porque trabajamos con la gente que se halla en las regiones implicadas con los recurrentes incendios”, agrega.

Ese año, asegura el director de WWF Bolivia, se tuvo grandes heladas a medio año que causaron una sequedad en la zona que luego fue aprovechado por las llamas de los incendios forestales que provocaron la tragedia en la región.

WWF en Bolivia tiene un equipo de 42 personas que se encuentran emplazados en oficinas de Santa Cruz, La Paz, Cobija y Trinidad. Todos ellos con el compromiso de salvaguardar el rico ecosistema que tiene el país.

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