Vestidas de pollera, nueve jóvenes cochabambinas promueven la práctica del skateboarding femenino y muestran orgullosas sus raíces e identidad.

13 de febrero de 2022, 12:12 PM
13 de febrero de 2022, 12:12 PM

Imillas Skate es un grupo de jovencitas, formado en 2019, que se dedican al skateboarding en Cochabamba. El grupo activo está compuesto por nueve muchachas universitarias y profesionales que comparten la pasión de patinar en skate, una tabla madera con ejes, rodamientos y ruedas, con la que realizan distintos trucos o maniobras. Su objetivo es seguir extendiendo el deporte en el ámbito femenino.

Decidieron fusionar el deporte que las apasiona con sus raíces, con sus orígenes culturales. Y, no solo por eso, orgullosamente se llaman a sí mismas imillas (que significa jovencita, muchacha, o niña, en aymara y quechua), sino que usan polleras, se visten de cholitas para patinar. Llamaron la atención de National Geographic, que este febrero publicó un reportaje sobre ellas, aunque no es el único medio internacional que se ha fijado en ellas.

La primera vez que decidieron vestirse con polleras fue en 2020, en plena pandemia por coronavirus, cuando grabaron un video en homenaje al aniversario cívico de Cochabamba. Brenda Tinta, una de las skaters, cuenta que incluso usaron barbijos hechos con tela de aguayo, que su mamá había confeccionado.

Cuando subieron sus videos a las redes sociales recibieron apoyo, pero también muchas críticas. Les dijeron ‘transformers’ o que estaban disfrazadas. Las chicas reflexionaron al respecto y conversando descubrieron que muchas llevaban polleras que habían recibido de sus abuelas o de sus mamás, que su ropa era parte de su identidad familiar y personal.

Brenda dice que patinar vestidas de cholitas es una forma de mostrar inclusión, porque considera que el skate es para todos los que quieran practicarlo, sin importar si son hombres, mujeres, niños, jóvenes o adultos; pero además de mostrar su cultura a través del deporte, muestran cómo la mujer de pollera es parte de la sociedad en diversas actividades, algo que no pasaba hace algunos años.

“La mujer de pollera es valiente, trabajadora. Queremos mostrar lo que somos, nuestras raíces; queremos promover la inclusión”, afirma la skater, que empezó a patinar cuando tenía 21 años.

Pero patinar con polleras también fue un reto, Brenda dice que fue difícil, que tuvieron que volver a aprender; por supuesto, lo disfrutan. Las Imillas destacan una característica muy importante de las patinadoras: la perseverancia. Y es que para aprender un truco nuevo deben practicar muchísimo, “intentar mil veces”, como dicen.






Hace seis años, cuando Brenda comenzó a patinar, eran pocas las chicas que se dedicaban a ese deporte en Cochabamba. Eran sobre todo muchachos los que reunían para practicar trucos y maniobras. A ella le llamó la atención y aprendió, a partir de la imitación. 

Brenda cuenta que no había profesores, así que le costó bastante, pero consiguió su meta. Aunque no se fracturó ningún hueso, tuvo esguinces. Manifiesta que sus amigas, que sí tuvieron fracturas, una vez sanas, volvieron al skate de todas formas.

Brenda confiesa que es feliz cuando está sobre el skate, que practicarlo le ha ayudado a enfrentar sus miedos, a salir de su zona de confort y a romper sus límites. Ve en este deporte su terapia. Patinar le ayuda a enfrentar mejor la vida, a enfrentar las dificultades y los problemas. El Covid-19 se llevó a su papá y a su hermano; patinar le ayudó a no caer en depresión.

Aunque no hay un número exacto, Brenda calcula que, en Cochabamba hay unas 25 skaters y ve con alegría que el número va creciendo, que hay más chicas que quieren aprender este deporte. Por eso, las Imillas buscan integrar a las muchachas que ven más activas, a las que están más motivadas a seguir. También hacen talleres y tienen una escuela en la que enseñan a patinar a otros.

Como las Imillas tienen tiempos libres diferentes, suelen reunirse los fines de semana en el Parque Urbano Ollantay, pero cada cual practica según su horario. Hay diseñadoras gráficas, psicóloga y estudiante de psicología, socióloga y estudiante de fisioterapia, que saben organizar su tiempo para practicar y entrenar. 

En noviembre de 2021 dos de las Imillas obtuvieron primeros lugares en el Campeonato Nacional de Sakteboarding, que se realizó en Tarija. Brenda obtuvo el primer lugar, una de sus compañeras, el tercero.

La Escuelita, como le llaman, da clases los martes y jueves, de 15:00 a 16:00 en le parque Ollantay, pueden participar todos los que quieran aprender. “Yo aprendí a los 21”, dice Brenda. El costo mensual es de Bs 80, y Bs 10 por sesión. Tienen un profesor que fue el entrenador de las Imillas durante un año y les ayudó a pulir su técnica que, hasta ese momento, había sido autodidacta.

Una patineta ‘de juguete’, como para incursionar en el deporte y aprender, puede conseguirse hasta en Bs 300; pero si se quiere practicar regularmente el skateboarding, se deberá buscar una de mejor calidad. Una patineta puede costar entre Bs 1.300 y 1.500, explica Brenda, que además detalla que las ruedas suelen durar unos dos años, mientras que los rodamientos 1  año, si son de buena calidad. Lo que debe cambiarse con más frecuencia es la tabla de madera, sobre todo si se hacen trucos más complicados. La tabla puede comprarse desde Bs 350 si son de marcas bolivianas, y en aproximadamente Bs 500 si se compra en otros países.

Brenda cuenta cómo han ido cambiando las cosas y los skates se han vuelto más asequibles. Cuando ella empezó a patinar empezaban a abrir más tiendas en el país y, poco a poco, aparecieron marcas nacionales. Pero sabe que antes, los skaters debían hacer traer sus tablas y demás implementos, o de Estados Unidos o de Argentina y los precios eran muy elevados.

Las Imillas participan en campeonatos, hacen presentaciones y acuden a las invitaciones que reciben a diferentes actividades y eventos. Ellas aprovechan la oportunidad para animar a más muchachas a practicar el deporte que las apasiona y en la que han encontrado una nueva familia.