Un nuevo espacio que acoge y da nuevas opciones a las mujeres transgénero

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1 de mayo de 2022, 4:00 AM
1 de mayo de 2022, 4:00 AM


En junio del año pasado se inauguró la primera casa dedicada a la integración, el desarrollo, el cuidado y la lucha por mejores condiciones de vida para las mujeres transgénero del departamento (además, es la primera de Bolivia). Denominada simplemente Casa Trans, se ubicaba en la avenida Cañoto, pero en marzo de este año se trasladó a un nuevo lugar, esta vez en la avenida Landívar, entre primer y segundo anillo.

La Casa Trans es una iniciativa de la Coordinación Departamental de la población de mujeres transgénero de Santa Cruz, que está a cargo de Kerana de Santa Cruz y Muriel Arteaga. 

“Más o menos desde el 2014 o 2015 que nos manejamos como coordinadoras, porque antes estábamos sobre esa línea de ‘presidenta’ y ‘vicepresidenta’, y como que no funcionaba de la mejor manera, por así decirlo. Nos eligieron como coordinadoras en el 2020 a mí y a Muriel en una asamblea en el parque Los Mangales. Antes nos reuníamos en Los Mangales o en el Parque Urbano, a merced de las burlas de la gente. Cuando me eligen coordinadora, les planteo la necesidad de tener un espacio físico, porque nos reuníamos en sures, vientos, tierra o en el solazo en los parques”, indicó Kerana.

Desde el inicio se habló de que este proyecto de espacio propio sería autosustentable. Se tendría que pagar un alquiler mensual, que podría ser mucho dinero. Realizaron una kermesse y consiguieron una buena suma, con la que consiguieron el inmueble en la avenida Cañoto.  

“Fuimos haciendo crecer la Casa Trans con el esfuerzo de todas las compañeras, de las lideresas, de las integrantes del Norte Integrado, de los barrios cruceños, de la Chiquitania; nuestra Casa Trans es inclusiva y está abierta para todas las personas, no solamente para la diversidad sexual”, resalta Kerana.

La nueva casa de la avenida Landívar tiene habitaciones que funcionan como oficina, sala de estar, depósito, un consultorio médico. También trabaja con ellas una procuradora jurídica, tienen un psicólogo y un comedor, donde de lunes a viernes brindan el almuerzo completo, de manera gratuita, a 35 mujeres trans.

Lucha por los derechos
Muriel Arteaga explica que lo que se quiere es que desde la ‘Casa’ se luche por los derechos de la población trans, así como hay casas o instituciones que velan por los derechos de las mujeres, de los niños y los ancianos. 

“Vienen muchas compañeras que recién están asumiendo su identidad y ellas también tienen que saber de la lucha que existe por ellas, tienen que conocer sus derechos, sobre nuestra postura ante la sociedad machista y patriarcal que quiere encajarnos a nosotras en lo que ellos creen como sociedad, que está definida por el hombre y la mujer solamente. Pues, también estamos las diversidades expresando nuestros géneros. También estamos las mujeres y los hombres trans”, comenta Arteaga.

La Casa Trans también funcionará como un albergue temporal. “Muchas compañeras salen desde temprana edad de sus casas y no tienen donde ir. Queremos que la Casa Trans sea como un albergue temporal, porque cuando son arrojadas de sus casas por asumir su identidad de género a veces la única opción que tienen es el trabajo sexual. Nosotros queremos ser un centro donde las mujeres se empoderen, que el trabajo sexual no solo sea visto como algo para las mujeres trans. Queremos empoderar a las compañeras para que sigan estudiando, para que ejerzan, para que tengan una carrera técnica, universitaria y así haya dentro de la sociedad una mujer trans ocupando un cargo público, una mujer trans que sea una secretaria, una buena doctora”, expone Arteaga.

“El trabajo sexual es también un trabajo digno y tiene que ser respetable y nunca va a dejar de serlo”, continúa Kerana, y agrega que también hay que “darles las herramientas a las chicas para que puedan estudiar y luego trabajar y de esta manera puedan luchar por la inclusión laboral”.

Una de las primeras acciones realizadas desde la Casa Trans Santa Cruz fue un convenio con el Colectivo Rebeldía, que las está apoyando con 12 becas estudiantiles de carreras técnicas en academias con resolución ministerial.

“Vamos a seguir adelante con esta lucha incansable que tenemos. Yo siempre digo: voy a luchar hasta el día que me muera”, expresa Kerana, quien empezó a preocuparse por lo que atañe a la población trans en 2002, cuando aún las llamaban simplemente ‘travestis’. 

“Hay una necesidad de que las mujeres trans tengan que estar visibles las 24 horas y no solo de noche por las calles. Yo decidí ser una mujer trans. Lo hice siempre con el apoyo de mi familia, nunca hubo rechazo de parte de ellos y aquí me ven. Fui creciendo, empoderándome más. En las manos de buenas personas, buenas coordinadoras, buenas lideresas, hemos logrado grandes cosas, entre ellas la Ley de Identidad de Género, que sé que es una ley a medias, una ley de cuarta, una ley que se hace la burla de la mujer y de los hombres trans, pero al menos ya me llaman por mi nombre con el que me identifico en mi carnet y eso es lo que cuenta. Pero vamos a seguir en la lucha hasta que el Estado boliviano devuelva esos cuatro derechos que nos quitaron en la Ley de Identidad de Género”, manifiesta Kerana.

La Ley de Identidad de Género (Ley Nº 807) fue aprobada en 2016 y generó bastante polémica en la comunidad trans porque solamente se le permitió el derecho a la identificación, dejando de lado otros cuatro: a la salud, vivienda, trabajo y educación. “Vamos a exigirle al Gobierno que nos dé esos derechos para que podamos tener una ciudadanía plena”, agrega Muriel.

En 2021, 101 personas transexuales y transgénero cambiaron de nombre y género en sus documentos de identidad, según informes del Servicio de Registro Cívico (Sereci) de Bolivia. En Santa Cruz se contabilizaron 40 casos, otros 39 en La Paz, y 13 en Cochabamba.

“También vamos a tener una postura fuerte en el caso de la Ley 348 (contra la violencia a la mujer), a lo que también el gobierno se está oponiendo. Esa ley necesita arreglos, porque si pasa un crimen, un asesinato o una vulneración de los derechos a una mujer o a un hombre trans, no lo tipifican como un crimen de odio, como un transfeminicidio”, dice Arteaga.

Creciendo poco a poco
Se reconocen como una institución independiente. Esperan conseguir pronto la personería jurídica que les permita obtener buenos proyectos. Consiguieron una subvención del Fondo Mundial que les ayuda a pagar el alquiler y proveer los 35 almuerzos diarios a personas vulneradas, en situación de calle. “Estamos creciendo como organización poco a poco”, apunta Arteaga. “Queremos conseguir un anticrético”, comenta.

La Casa Trans también la ceden o la alquilan para diferentes tipos de eventos, como bautizos, matrimonios o kermeses.

El restaurante TransFormando Sabores, que funciona en la Casa, es el primero en Santa Cruz en ser atendido por mujeres trans. Las encargadas de la cocina son Pepa y Yessenia Parada. “Siempre me gustó la cocina, sé hacer todo lo que es repostería, tengo hasta certificado. Además de los 35 platos diarios servimos platos extras, nos hacen muchos pedidos”, cuenta Pepa. 

“Santa Cruz ha cambiado hartísimo a comparación de cuando yo era más pelada. Antes era más la discriminación, se sentía una vulnerable, discriminada, sobre todo; o te pegaban, te insultaban. Ahora ya podés expresar un poco más tu sexualidad”, dice la chef, quien recalca que la Casa Trans significa muchísimo para ellas. “Tantos años de lucha y hoy ver este milagro que existe, que tenemos una casa, que contamos con una casa”, señala.

Por su parte, Yessenia Parada menciona que desde hace mucho tiempo forma parte de las actividades que realizan como población trans. “Mi motivación es la de compartir con las compañeras”, explica. Parada cuenta que a la cocina se dedica desde que tiene uso de razón, pero con la Casa Trans es primer año. “Aprendí a cocinar solo con mirar en casa”, relata. “Lo importante es traer a las compañeras que están en situación de calle y darles trabajo. Es importante para todas y cada una de nosotras luchar por nuestros derechos y demostrar que unidas hacemos fuerza”, puntualiza Yessenia.

Carola Bejarano es una de las comensales de TransFormando Sabores. Dice que se le han abierto muchas puertas gracias a la Casa Trans. “He crecido como persona con ellas. En el ámbito laboral también, porque se me han abierto buenas oportunidades de trabajo gracias a la inclusión de la Casa Trans, así que tengo mucho que agradecerle a esta institución y a las instituciones que nos están ayudando”, señala Bejarano. 

“Desde que tengo uso de razón yo soy trans, desde los 11 años empecé mi transición y no cambié nunca”, indica. “Vengo a comer cuando me toca cerca, porque por mi trabajo me muevo de un lugar a otro, así que a veces es difícil venir, pero estoy frecuentemente por aquí”.

Jessy Marilen Salinas también forma parte de la población trans cruceña y la ‘Casa’ significa un gran apoyo para ella. “Habemos chicas que no tenemos familia en Santa Cruz. Yo soy de Puerto Quijarro, tengo familiares acá pero no es lo mismo, y en la Casa Trans una se siente más cómoda, en familia. Acá venimos y nos dan talleres, conversatorios, nos enseñan algunas leyes y me gusta aprender más porque a veces una sale a la calle y no sabe que existen esas leyes. Aquí nos orientan un poco más en eso. Aquí confraternizamos, hacemos reuniones, hacemos actividades, no tanto para la Casa sino para ayudar a otras personas también”, dice Salinas, que se vino hace muchos años a Santa Cruz. Su padre es de esta ciudad, a él le costó mucho aceptar a Jessy Marilen como trans, aunque ahora viven juntos. “Antes no vivía con mi padre, por eso estábamos entre nosotras para apoyarnos”, comenta.

 “Ahora es muy distinto el ambiente en la ciudad, hasta las redes sociales les enseñan a las mismas personas la sexualidad, cómo es una y todo eso”, dice Salinas.

Kerena de Santa Cruz también piensa que la mentalidad cruceña hacia la comunidad LBTIQ+ ha cambiado, aunque no es suficiente. “Para la primera marcha gay en el año 2000, en el Parque Urbano, las personas sufrieron agresiones físicas y verbales. De ese tiempo a esta parte hemos avanzado harto, pero aún continúa la sociedad machista, patriarcal, discriminatoria e insensible, que piensa que somos ciudadanas de segunda o de tercera, y no ven que nosotras también aportamos al desarrollo socioeconómico de este país, y eso es lo que queremos hacer ver a la sociedad, más que todo a las autoridades a la hora que vulneran nuestros derechos”, recalca la activista. “La base fundamental para que vivamos en armonía, en paz en el mundo entero es el respeto, y eso tiene que predominar”, concluye Kerena.