La fiesta en honor al Jesús del Gran Poder estrenó este sábado su declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. A pesar del control de las autoridades, el alcohol circuló en grandes cantidades. Pasadas las 20:00 solo habían pasado 30 agrupaciones de las 76 inscritas

11 de junio de 2022, 22:29 PM
11 de junio de 2022, 22:29 PM

La entrada del Gran Poder es la fiesta grande de la ciudad de La Paz. Ningún otro evento cultural en la sede de Gobierno concentra tanto la atención y la dedicación de sus participantes, como esta festividad, que tiene origen en la devoción religiosa al Jesús del Gran Poder.

La versión 2022 de esta fiesta, que llevó a cabo este sábado 11 de junio, era muy esperada por la gente, pues habían transcurrido dos años sin efectuarse debido a las restricciones impuestas por la emergencia de la pandemia.

De modo general, esta fiesta genera un movimiento económico grande que se aprecia en la contratación de bandas y orquestas de trayectoria internacional y en la adquisición o flete de ropas y disfraces.

Es por esta razón, que el alcalde paceño Iván Arias destacó este evento, pues considera que incentiva la reactivación económica en el municipio y felicitó a los dirigentes de la Asociación de Conjuntos Folclóricos del Gran Poder, organizadores de la entrada, por llevarla adelante con éxito.

Control

Las anteriores versiones de la fiesta cultural, que este año ha movido al menos 200 millones de dólares, había sido criticada en anteriores versiones por el excesivo consumo de bebidas alcohólicas durante el recorrido de los bailarines, como también por parte de los espectadores.

Este sábado se pudo comprobar que este detalle fue controlado por las autoridades, pues las borracheras de otros años estuvieron ausentes en lugares importantes donde se desarrolló la entrada.

La Alcaldía desplegó cerca de 1.300 funcionarios para realizar los controles respectivos a los danzarines respecto al cumplimiento de las medidas de bioseguridad, vacunas y que no consuman bebidas alcohólicas en el recorrido.

No obstante, este control fue parcial ya que el consumo de alcohol, sobre todo en las calles aledañas, fue evidente.   

Asimismo, las medidas sanitarias fueron estrictas con el público, especialmente en lo referido al uso del barbijo, prenda obligatoria para poder apreciar el espectáculo en vivo. Los bailarines no estaban obligados a utilizarlo. Aunque no faltaron algunas 'manchas' entre los espectadores, pues se pudo apreciar que no faltó los que hicieron caso omiso al uso de barbijo. 

Otro aspecto que fue criticado fue la impuntualidad en las más de 70 fraternidades que participan de la fiesta. Un ejemplo de ello fue que, pasadas las 20:00, recién estaba haciendo su paso por el palco oficial la fraternidad número 33.

Entre las agrupaciones que se destacaron en la entrada estuvieron la morenada Catedráticos y los caporales de San Simón, que interpretaron los ritmos más tradicionales, junto a otras fraternidades que bailaron  diablada, kullawada, sayay, tinku, waka waka y tobas, entre otras danzas de esta fiesta.

La festividad este año se destacó debido a que se estrenó por todo lo alto su título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).