La magia de encontrar a Carlos Vives una noche cualquiera en Bogotá
Desde la inauguración de Gaira Café, en los años 90, se extendió el rumor de que al artista, ícono del vallenato, si le apetecía y sin previo anuncio, aparecía y se subía al escenario de su local. Él y otros famosos han pasado por allí, el "templo de la música del mundo y la colombianidad"
Una noche cualquiera en Bogotá, a la altura de 2.625 metros sobre el nivel del mar, un grupo de periodistas de todo el continente concluye una jornada de diez horas intensas de charlas y capacitaciones, pero les quedan fuerzas para salir a conocer un poco y darse una probadita de Colombia.
En Carrera 13, No. 96-11 estaba la casa de Aracely Restrepo, la mamá de Carlos Vives, que hace muchas décadas atrás dejó de pertenecer a 'La tierra del olvido'. Con ese tema, por primera vez, en 1995, Vives mezcló el tradicional vallenato con nuevos sonidos provenientes de instrumentos del rock. Pero volviendo a la casa, hoy es un local que según el ambiente, se ha convertido en bar-restaurante (con escenario), escuela y estudio musical.
El lugar quedó fantásticamente bien ubicado, en la zona rosa que ahora se precia de ser paseo para los turistas, al norte de la ciudad. Alberga los mejores y más exclusivos centros comerciales del país, restaurantes, bares, casinos y discotecas. En este entorno se encuentra infraestructura hotelera y financiera, cafés y cines. En cuanto al sector gastronómico, existen dos centenares de restaurantes y cafeterías, de acuerdo a la información consolidada por la Cámara de Comercio de Bogotá. En ese punto, y sin mayores aspavientos, se erige Cumbia House, by Carlos Vives. Desde afuera no es pretencioso, pero una vez adentro, pasillos, gradas y distintos ambientes dan forma a un fantástico local de tres pisos, que además tiene un rooftop (azotea) y un jardín.
Está abierto todo el día, empieza temprano con brunchs, y la atención sigue al mediodía y la noche. Pero esa noche, la del 18 de septiembre, en el ombligo de la semana -un miércoles-, nadie se imaginó que sería una velada casada con la buena fortuna.
Literal, esa noche la suerte estaba del lado de quienes llegaron con altas expectativas, y por solo 20.000 pesos colombianos (5 dólares, para que se entienda mejor, aunque en Colombia no se hacen transacciones en esa moneda extranjera) vivieron una mágica noche, cuando a las 22:00 subió al escenario
Carlos Alberto Vives Restrepo, estrenando sus 63 años (los cumplió el 7 de agosto).
Quienes lo vieron no daban crédito a sus ojos. "¿Es él o un doble? ¿será posible que esté aquí?". Y es que costaba creer tan buena puntería, haber reservado una noche entre semana y coincidir con las ganas de Carlos Vives de estar ahí. El cantante, compositor y actor vive entre Santa Marta (su lugar de nacimiento), Bogotá y Miami, entonces, realmente los astros les habían sonreído y habían accedido a dejar en el grupo de periodistas una huella grata en sus mentes y corazones.
La apariencia del músico también les hizo difícil corroborar la fidelidad de su presentación. Era su voz, pero su físico... está más cambiado. Más joven -tal vez con algún retoque estético-, más delgado y con el cabello bien recortado. Sin nada de poses de estrella internacional, de zapatillas deportivas, jeans rotos y una polera con el cuello desgastado. Su look permitía creerlo alcanzable, humilde y sencillo. Nadie se fue decepcionado.
No lo acosaron, lo dejaron cantar y bailar libre, sintiéndolo tan cercano. El que podía bailaba junto a su mesa o buscaba un espacio que permita moverse a gusto, siempre con la buena compañía del infaltable acordeón. El vallenato y la salsa entraron por los oídos y el cuerpo hizo el resto. Las paredes de Cumbia House, los objetos decorativos que hacían parecer el lugar como el de una tienda antigua que guarda toda clase de objetos impensables, y las luces de colores que irrumpían en la oscuridad, completaron el aura de una noche de buena fortuna.
Sí, se dice que Carlos Vives suele presentarse ocasionalmente en Cumbia House, pero aquello es un acto irregular, hacer apariciones sorpresa en su propio local y ofrecer una presentación en vivo no es cosa de todos los días. Estas actuaciones son muy raras y como es de esperarse, muy buscadas por los fans.
No lo podían creer
Reyna Vallecillo, periodista de Nicaragua, jamás pensó que iba a tener esa suerte que la llevó a metros del escenario donde actuó Vives. "Soy una mujer afortunada por haber podido estar ahí y ver a Carlos Vives en su escenario, en su casa, llegué sin ninguna pretención, y fue maravilloso haberme encontrado con esa gran sorpresa que me tenía preparada el universo".
Primero pensó que el que estaba en el escenario era un doble, no imaginó que iba a ir a un concierto de Carlos Vives por 20.000 pesos colombianos, pero "afortunadamente y sin duda, era él el que estaba allí. Estaba anonadada, ni siquiera se me ocurrió moverme de mi lugar porque no me quería perder ningún momento de su presentación. Me pareció espectacular, se veía bastante delgado, muy bien físicamente y la voz... le doy mil, de cien puntos. Bailó bastante, sentí que se conectó muy bien con los que estábamos ahí", confesó.
Los elementos de la decoración le dejaron la sensación de que estaba en un museo musical. "Me quedé con ganas de explorar más el espacio, porque no me moví para no perderme un segundo de la presentación", del intérprete de 'La gota fría'. "Fuimos afortunadas, mis amigas me han dicho que ha sido una verdadera suerte que lo encontremos ahí", cuenta con orgullo por su buena estrella que la llevó a caminar cuatro cuadras desde su hotel, para conocer el local de Vives y del que también se fue a pie, pero ya no caminando, sino bailando, porque el que canta y baila, sus penas espanta.
Por su parte, Cristina Ramírez, periodista de Costa Rica, prefirió no generarse ninguna expectativa. Sabía que el artista puede aparecer el rato menos pensado, si es que está en Bogotá. "Era un miércoles en la noche, cuando salió, no podía creer tanta suerte en la vida. Fue muy emocionante, me bajé del tercer piso para estar más cerca y fotografiarlo. Llegué a estar a dos pasos de él. Su voz espectacular como siempre, interactuó muchísimo, sonreía, se portó superbien", cuenta sabiéndose muy venturosa.
Sobre Gaira Café y Cumbia House
Cumbia House by Carlos Vives es una evolución del icónico Gaira Café, que Carlos Vives transformó en un espacio para la música y la cultura colombiana. El café funcionaba en la casa de doña Aracely Restrepo, la mamá de Carlos, pero después de la pandemia y con la reestructuración cambió su nombre a Cumbia House (ahora de total propiedad de Carlos, antes su hermano Guillermo era socio), que es "el templo de la música del mundo y la colombianidad", y por supuesto, la cumbia.
Cumbia House está en una esquina, es decir, el restaurante y el auditorio. Mientras que al lado se encuentra el bar deportivo La Playa, y cuando se entra al edificio se visualizan los estudios Gaira Música Local y la escuela musical para niños.
Cumbia es un restaurante, un bar, pero también un "templo de la música" que celebra las raíces colombianas, y da cabida a toda expresión cultural, sea local o foránea. Visitarlo es saber que se vivirá experiencias gastronómicas y musicales.
Además, estar ahí es sentirse parte del privilegiado grupo de visitantes que han estado en un bar nominado entre los mejores del mundo.
Cumbia House by Carlos Vives abrió en 2021. Antes, Gaira Café fue un icónico restaurante y bar en Bogotá, fundado por Carlos Vives y su hermano Guillermo Vives en el año 1998. A lo largo de más de dos décadas, se convirtió en un lugar emblemático de la ciudad.
Una de sus principales características es la música en vivo, pero hay también buena gastronomía: El menú está inspirado en la cocina tradicional costeña, hay platos típicos como el mote de queso, arepa de huevo y los patacones con suero.
Decoración
La decoración es ecléctica. Hay de todo un poco, toques autóctonos típicos colombianos como tambores y acordeones, pero también detalles industriales.
Las paredes tienen arte local, pero también fotos de artistas que incluso trepan hasta el techo. Hay lámparas, sillones y mesas pequeñas que parecen sacadas de la casa de una abuela cualquiera de este lado del mundo. Hay también colecciones de muñecas de plástico, de esas que hasta ahora regalan en los cumpleaños de cualquier barrio latinoamericano.
Una pared completa se ha dedicado a artistas famosos que han salido de la cultura colombiana y hay otra con fotos de Vives tomadas durante el rodaje de Escalona, una serie de televisión colombiana realizada por Caracol Televisión en 1991, protagonizada por Carlos, que recrea la vida y obra del cantautor vallenato Rafael Escalona.
Famosos que han estado en Cumbia House
Por el local de Vives han pasado muchos famosos, empezando por su paisana, Shakira, que no solo es su colega, sino también amiga cercana. Hay una figura de tamaño real de ella, con la que uno se choca ni bien se ingresa al lugar. También hay otras de más artistas colombianos como Juanes y Andrea Echeverri, de Aterciopelados.
Fonseca, igualmente músico colombiano con gran trayectoria, ha compartido escenario y momentos en Cumbia House, así como Sebastián Yatra. Pero también lo han hecho artistas de otras nacionalidades, como Marc Anthony y Alejandro Fernández, que fueron captados por la prensa comiendo y disfrutando del ambiente.
El precio de entrar a Cumbia House
El costo de la entrada a Cumbia House by Carlos Vives varía dependiendo del evento. La noche del 18 de septiembre, cuando las periodistas llegaron con sus más altas expectativas, pagaron apenas 20.000 pesos, que es lo que suele costar un día entre semana. Generalmente, el lugar no tiene un costo fijo de entrada en días regulares; sin embargo, en noches con artistas invitados o espectáculos especiales, la tarifa o cover puede oscilar entre los 50.000 y 100.000 pesos colombianos (aproximadamente entre $us 12 y 25).
Para eventos más exclusivos o presentaciones en las que se anuncia que va a estar Carlos Vives el costo puede ser más elevado, por eso se recomienda verificar con anticipación los precios para eventos específicos en su página web.
Escuela de música y productora musical
La escuela de música se llama Río Grande, desde donde Vives brinda apoyo a talentos de todas generaciones.
Debe su nombre al Río Grande del Magdalena "porque estamos convencidos que así como el río nos une alrededor de nuestra diversidad como un solo país, en Río Grande Escuela también conectamos a nuestros estudiantes con la diversidad de Colombia y del mundo, para descubrir que somos un mismo mundo y una misma música", dice su portal web.
El barco musical lo conducen Vives y su esposa, Claudia Elena Vásquez, una ingeniera química y Señorita Colombia 1997, que a lo largo de su carrera ha tenido un destacado rol en diversas labores sociales.
Durante los últimos años ha trabajado junto a Carlos Vives en todas las facetas de su producción artística.
En el edificio también hay lugar para Gaira Música Local. Este espacio, escondido detrás de su restaurante, se logró posicionar como un sello discográfico independiente que nació en 1993, con la salida del álbum “Clásicos de la Provincia” de Carlos Vives.
Persona del año 2024
La Academia Latina de la Grabación anunció que el ganador del Latin Grammy y del Grammy, Carlos Vives, es la Persona del Año 2024. El anuncio se lo hizo en mayo y en noviembre se le entregará el galardón.
Vives será reconocido por sus más de tres décadas de carrera como cantante y compositor, pero además por su compromiso constante con las iniciativas medioambientales y sociales.
“Me siento honrado y emocionado al ser elegido como la Persona del Año 2024 de La Academia Latina de la Grabación. Es la recompensa a un camino auténtico, a un equipo maravilloso y, sobre todo, es el reconocimiento a los espíritus musicales de nuestra diversidad hispanoamericana. Esos espíritus nos enseñaron a amar y a enriquecer nuestra lengua, a cuidarla y a respetarla para enaltecer la humanidad con ella.”, dice en el portal de su sello discográfico.
En una noche afortunada de septiembre, un grupo de mujeres periodistas de visita en Bogotá, salieron en busca de obtener una probadita de Colombia y ni el más optimista habría acertado en predecir que Bogotá les regalaría unas horas junto a su mejor embajador.