La Miss Bolivia quiere trabajar por la gente más necesitada en Bolivia. Habla sobre la importancia de la educación, el aborto y la homosexualidad

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23 de noviembre de 2020, 9:01 AM
23 de noviembre de 2020, 9:01 AM

Los dos espejos

Ese día, la diminuta Lenka se enredó con el cordón umbilical y los médicos hicieron una delicada cesárea para traerla al mundo. Su tío Ceso Handal la recibió en sus brazos. Eso, hace 23 años en la sede de Gobierno. Desde niña fue inquieta, preguntona y curiosa. Su padre le decía a su madre: “Está bien que sea así, porque eso significa que no está enferma”.

Nunca tuvieron una casa propia. Creció en Sopocachi, Bolognia, Irpavi, Obrajes… Aprendió a leer en el colegio Rosa Gattorno y terminó la secundaria en el Uboldi de Santa Cruz. Desde pequeña su vida transcurrió entre la fría La​Paz y la caliente urbe cruceña.

La herencia

En la mitología griega, Lenka significa Helena. Los troyanos se disputaban por su amor atraídos por su belleza. Lenka, la miss Bolivia elegida, viene de una familia rica en cultura. Su nana Vicky Apaza es aimara. La llevó en un aguayo. Salía de Coroico para sumergirse en la Zona Sur de La Paz y ahí criaba a Lenka, Nadia y Vinka.

Su abuela era chaqueña, su madre Lenka D’rpic tiene ascendencia croata y nació en Camiri. Su padre José Alfredo Nemer posee raíces libanesas y es paceño. Lenka es una mezcla de este todo.

La preparación

Multifacética. Aprendió a manejar tractor, a usar el taladro y a desarmar y armar el CPU de una computadora. Le falta el taller de grado para graduarse como licenciada en Relaciones Internacionales, pero tiene otros conocimientos.

Se fue a Buenos Aires y ahí se formó en Actuación en la Universidad de Palermo y en Producción de Moda en la escuela de Vidal Rivas. Habla inglés, francés, aimara y un poco de portugués. Ahora apunta al chino.

Conoce Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay. Sus próximas paradas serán Colombia y Perú. Le fascinan los viajes, la geografía y la geopolítica. Cree que, a partir de esta última, se puede llegar a entender el mundo y porqué el ser humano es tan diferente uno del otro. Para ella, la educación es la base de la estructuración de una sociedad. Es, dice, la solución a todos los problemas del hombre.

Ahora que tiene la corona busca convertirse en una embajadora del país. Ya viene haciendo obras sociales, pero seguirá explotando su activismo y su esencia feminista. “Ahora los concursos de belleza son una gran plataforma de líderes y eso significa que el mundo ha cambiado”, apunta.

La tuerca ha girado. Eso, en cierta forma, hizo ella. La noche en la que ganó el Miss Bolivia le devolvió el poder de la belleza a La Paz, después de 35 años e hizo que el país mirara hacia el occidente tras una hegemonía de las cruceñas. No ve que sea una pugna regional. Solo cree que ahora tiene la oportunidad de darle la corona universal al país. Admira a Desirée Durán y a Rosario Rico Toro. Y buscará una hazaña como ellas.

Vuelve a lo que le preocupa: el cambio de chip para ser mejores personas. “¿Desde cuándo las mujeres comenzaron a competir entre ellas?”, se pregunta. O, ¿por qué no hablar de la educación sexual real avalada por la CPE en las escuelas? Conversa acerca de estos temas con la gente, da charlas sobre sororidad y ayuda a los más necesitados de zonas rurales.

Es la fundadora de Huertos Urbanos, una institución que incentiva los cultivos y promociona la educación medioambiental. Está en contra de la violencia hacia la mujer. Apoya la vida y no el aborto.

Cree que, si dos personas del mismo sexo se aman y aportan a la sociedad estando juntos, no hay porqué satanizarlos. “Ser homosexual, lesbiana o ‘trans’ son etiquetas que la sociedad nos pone. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a las personas?”, completa.

Las redes sociales

Una vez se rapó una parte de la cabeza y compartió su foto en las redes sociales. “Me comenzaron a decir marimacho, lesbiana... Y si soy lesbiana, ¿cuál es el problema?, ¿es malo serlo?”, cuenta. Eso hizo que cerrara su Facebook.

Durante el Miss Bolivia habilitó de nuevo su página, pero esta vez filtró varias palabras para no recibir mensajes ofensivos. “Eso es lo que deberían hacer todas las figuras públicas. Así no contaminan su mente”, dice.

“Las redes sociales se han convertido en un espacio cómodo para que las personas anónimas sean crueles con las demás. No estoy interesada en la crueldad de nadie. Les pido por favor que dejen la negatividad”, solicita.

Y añade: “Soy una mujer que quiere trabajar por su comunidad. La corona aumenta mis posibilidades para llegar a más gente. Ahora el aspecto físico no importa tanto. Debemos cultivarnos espiritualmente y construirnos como seres humanos íntegros.