La conductora de radio y de televisión pasa por un momento difícil. Su padre tiene cáncer de colon, su madre perdió la vista, y ella ya no acaricia la ilusión de ser mamá biológica

1 de agosto de 2022, 4:00 AM
1 de agosto de 2022, 4:00 AM

Resiliencia. Debe ser una de las palabras más adecuadas a la forma de ver la vida de Linda González Peppla.

Hace poco, la conductora del programa radial "Aquí Estoy" y del producto televisivo "Sonrisa de mujer", dio a conocer en sus redes sociales que había perdido toda posibilidad de ser madre biológica, luego de que los miomas le tomaran el útero.


Antes del paro de 21 días, la pandemia y muchos hechos noticiosos, su ginecóloga le advirtió que debía chequearse a fondo. Pero ella estaba ocupada en el trabajo.

Hace nueve meses empezaron las señales de alerta, cólicos y hemorragias, hasta que una de estas por poco la desangra en el set de TV. Se hizo ver, y la especialista le ordenó cirugía de inmediato. Le sacaron una masa de miomas, del tamaño de un bebé.

“La doctora estaba impresionada, dijo que nunca había visto algo así. Afortunadamente con ella estuvo un médico colombiano, que llegó para dar capacitaciones. No podían creer todo lo que me extirparon”, dijo Linda.

Con los miomas, también se fue el útero de Linda, y la ilusión de verse en otro ser. A pesar de lo doloroso, quiso compartir su experiencia para que las mujeres no cometan su error, dejar la salud para último momento.

“En la mayoría de mis entrevistas noté que las mujeres, por temor a enfrentar malas noticias, no van al médico. Vayan, no teman”, exhorta.

Ni siquiera terminaba de recuperarse de la operación y de digerir la noticia, cuando Linda se enteró de que su padre tenía cáncer de colon, además de Alzheimer, y su madre perdía la vista debido a una neuritis óptica.

Y aunque siempre se ve contenta, confiesa que no es de acero, que a veces se desmorona, pero que no se permite permanecer en el piso, porque tiene que sostener a sus padres, a sus hermanos menores, y sobre todo, porque debe ser coherente con el mensaje que predica en la radio y la televisión.


A solas, en su vehículo, o ni bien cruza la puerta de su casa, ha estallado en llanto. También cuando le dieron la noticia del cáncer de su papá, poco antes del programa de TV, y tuvo que maquillarse varias veces en el set porque no lograba contener las lágrimas.


“He llorado a moco tendido, tratando de asimilar lo mío y lo de mis padres”, reconoce, pero cree firmemente que la vida la preparó, al haberle mostrado historias muy duras.

“No debemos detenernos a lamernos las heridas, es pérdida de tiempo. Hay que salir adelante, creerse lo que uno predica, seguir contando historias, ayudando. En el momento en que piense con egoísmo, me perdí, porque empieza la victimización, conmiseración. Es lo opuesto de lo que hay que alimentar”, afirma.

Propósito de vida

Linda reconoce que tuvo la ilusión de ser mamá, igual que su familia, que siempre le pedía que deje su semillita.

Incluso empezó con un proceso de inseminación, pero su espíritu conservador no la dejó seguir. “Pensé en el niño, y si le preguntaban quién es su papá. Era una manera egoísta de ver las cosas. Yo quería que el niño supiera quién era el papá y quién la mamá. Quizás soy a la antigua”, confiesa.

Si algún día llegaba a ser mamá, Linda no quería ser egoísta, no en el sentido de que todo mundo le decía que tuviera un hijo para que la cuidara ‘de vieja’. “Pero es una manera de ver el mundo egoísta, es como decir voy a traer un empleadito para que me cuide”, opina.

Para ella, es imprescindible reflexionar y hacer las cosas bien, no es solo traer un niño al mundo y criarlo. Cree que no siempre una mujer llegará al final de su vida con hijos. “Ese es el manual que nos hicieron creer, pero finalmente el manual de vida lo hace uno mismo, uno escribe su propia historia, que quizás sea ayudar a chicos huérfanos”, sostiene.

Le ha entrado la ‘espinita’ de la adopción, ya estuvo averiguando sobre el tema, pero lo primero, por ahora, es tener paz en el corazón, “no tomar la decisión como una medida desesperada”.

Por lo menos por ahora, después de su testimonio, ya no teme ir a los baby shower, o a los cumpleaños de niños, donde a veces las amigas y familiares la torturaban, con la pregunta de “para cuándo el bebé”.