La Escuela Nacional de Teatro celebra austeramente sus 20 años y Malavia alista su segunda película con talento boliviano, extraída de su thriller policiaco: Un cuerpo despedazado. El director de teatro da cuenta de que los artistas siguen sufriendo los azotes de la pandemia y la crisis económica

17 de agosto de 2024, 7:00 AM
17 de agosto de 2024, 7:00 AM

Radica en Francia, pero viene a Santa Cruz tres veces al año, aquí tiene un hijo que acaba de cumplir 20 años y que lo absorbe hasta la médula. La Escuela Nacional de Teatro es el hijo mayor de Marcos Malavia (52), la fundó en marzo de 2004 (con el apoyo de la Universidad Católica Boliviana y la Fundación Hombres Nuevos), en el lugar más inesperado: el Plan Tres Mil. Sus otras hijas son menores, una tiene 19 años (Jane) y la otra 2 (Leonor).

Ese semillero de actores al que han ingresado unos 500 estudiantes y unos 200 han salido con el grado de licenciatura, se erigió con la misión de ser un faro de luz enclavado en una zona marginal, populosa y muchas veces relacionada con lo malo que puede engendrar una sociedad pobre y abandonada por sus autoridades.

El rostro le ha ido cambiando a la ciudadela. Y la idea de que el teatro transforme realidades fue tomando forma y cumpliendo su cometido. Hoy los actores que se engendraron allí se aprestan a ser parte del segundo proyecto cinematográfico de Malavia

El primero fue El novio de la muerte y el segundo se empezará a rodar el próximo año, pero ya están en los aprestos, adaptando su novela policiaca Un cuerpo despedazado a guion, consiguiendo los fondos y considerando nombres para participar de él.  

Los 20 años le cayeron en una época dura por la crisis económica, que empezó a asomar con la pandemia, que trajo circunstancias funestas para los actores y artistas en general. Han sido ellos los más vulnerables y los más huérfanos de parte del Estado. Aún así, esperan poder celebrar con pequeñas y modestas manifestaciones, entre ellas, un festival de teatro en octubre.

Y mientras Malavia hace la adaptación de su novela a guion cinematográfico, viene de terminar otra novela, pronta a ser publicada en Francia. Es la historia de cómo las manos del Che Guevara llegaron a Cuba. La novela es el relato de toda la travesía que siguieron esas manos que le fueron cortadas al comandante de la revolución cubana para llegar hasta ese país. 

Y no se trata de ficción, hay todo un trabajo de investigación de cuatro años para escribir la novela, que está documentada. "Son hechos reales que cuento", promete el actor, dramaturgo y director de teatro boliviano. 

-Está en los aprestos del rodaje de una segunda cinta cinematográfica, ¿se filmará todo aquí? 

Esta es la segunda película que voy a rodar, estamos en la etapa de desarrollo, el productor es el mismo que produjo la película El Novio de la Muerte, que se llama Christophe Baudin. Es un excelente productor con el cual me he llevado muy, muy bien y que ha puesto un esfuerzo extraordinario para la película y que cree en el cine boliviano. Eso es muy importante. También tengo la suerte de estar con una buena coproductora aquí en Bolivia, que es Claudia Gaensel. Y me gusta mucho porque voy a trabajar con dos productores que creen y apuestan por el trabajo. Y nuevamente, la participación boliviana aquí es importante. La película va a salir con el sello boliviano. 

-¿Cuándo comienza el rodaje

Estamos pensando rodar aquí dentro de un año, sobre todo en Santa Cruz y a lo mejor tengamos algunas locaciones en Uruguay, porque hay la posibilidad de tener un coproductor uruguayo también, pero va a ser mayoritariamente aquí en Bolivia. 

-¿Y los actores? 

Quiero apostar por toda esa generación de actores que hemos formado en la Escuela Nacional de Teatro, que son actores de calidad como Carlos Ureña, Antonio Vargas, Cristian Castillo, Antonio Varela. Quiero apostar por estas generaciones que he formado hace 20 años, como lo estuvieron en el Novio de la Muerte (su primer film). 

Mi amigo Piraí Vaca va a actuar, también estará Susy Arduz, el grueso de la distribución lo vamos a ver de a poco, pero voy a recoger los actores que hemos sembrado. 

-Aquí abro un paréntesis. Son 20 años de la Escuela de Teatro. ¿Cuántos chicos y chicas han salido de sus aulas? 

Tenemos cerca de 500 alumnos que han ingresado y más de 200 licenciados. Porque la carrera es a nivel técnico superior y también con licenciatura. Somos los primeros en la historia del teatro boliviano con la licenciatura. Aquí aprovecho para decir que se ha presentado a la Alcaldía la solicitud de hacer de la Escuela Nacional de Teatro un patrimonio. Me parece que es algo que pertenece a Santa Cruz. 

-Usted ha dicho en el pasado que el teatro es un espacio de transformación, y sin duda que la creación de la Escuela de Teatro en el Plan Tres Mil, que es una zona populosa, pobre y muchas veces relacionada con aspectos negativos como la violencia, es como un faro de luz ahí, ¿no? Imagino que el objetivo principal es darle a esas nuevas generaciones otro cariz. ¿Usted considera en su balance personal de 20 años que han logrado el objetivo? 

Pienso que de alguna manera hemos aportado, efectivamente, a que el Plan 3.000 tome otro rostro. Que el Plan Tres Mil tenga un orgullo en el aspecto cultural. Creo que hemos contribuido, sobre todo, a dar un lugar al artista y a que el artista sea mejor considerado dentro de la sociedad. Que tenga un lugar y que se lo escuche. Y pienso que esos puentes de transformación son los más importantes. 

Cuando nosotros creamos la escuela no había pavimento, eran calles de barro, mucha arena. Las vacas venían a pastar cerca de la escuela y ahora todo eso está poblado. Yo veo ahora detrás de la escuela urbanizaciones que se pierden en el horizonte. Creo que hemos contribuido mucho a que Santa Cruz también se convierta en un centro neurálgico, un lugar importante en el teatro, en la cultura. 

-¿Los actores que salieron formados están abocados al teatro el año redondo o  tienen que hacer un paralelismo con otras actividades porque todavía del arte no se puede vivir acá?

No es el problema de los artistas, es el problema de la sociedad. La sociedad tiene que comprender que el arte es tan necesario como el alimento. Como decía Víctor Hugo, el arte cuesta caro, la cultura cuesta, pero más caro cuesta la incultura. 

Y eso tienen que pensar todos los políticos que viven en nuestro querido país y que reparten el impuesto, su dinero de usted, el dinero del niño que compra una pastilla, el dinero de la señora que va al mercado. Porque hay un impuesto en todo lo que uno compra, ese es el dinero del pueblo, entonces tiene que haber una distribución organizada. Y la cultura es una manera de preservar al ser humano, por eso es ahí donde hay que invertir.

Para los artistas, la pandemia ha sido algo devastador. Antes de la pandemia yo veía una generación que había logrado crear una economía estable y que estaban viviendo de su arte y la pandemia ha destruido ese microcosmos tan frágil. Entonces, yo pienso que las autoridades tienen que tener conciencia de eso y hacer lo que han hecho en otros países para ayudar a los más frágiles. Ayudemos a esos artistas porque los necesitamos. 

Una sociedad sin arte es una sociedad que va a violentarse, que va a resquebrajarse. Y es sobre esto el tema de la película que voy a hacer, que se llama Un Cuerpo Despedazado, que es para mí una metáfora, justamente, de esta problemática. Estamos hablando de una sociedad que ya no tiene cuerpo, que está descolocada por la falta de escucha, por la falta de arte y cultura, y la incultura va a llevar a la violencia. 

¿Por qué? Porque el arte hace de la persona empática, cultiva la capacidad de escuchar y ver al otro. Donde no hay arte, la violencia va a tomar ese espacio. No nos extrañemos que Santa Cruz se vuelva más violento.

Señor alcalde, señor ministro de cultura, no se extrañe que la violencia tome un lugar más fuerte en nuestra sociedad. Es porque están descuidando el alma de la sociedad. Entonces, la película que voy a rodar habla de eso. Habla del hecho de que Bolivia está descolocada, es un cuerpo despedazado, de alguna manera, por la violencia, la droga, la corrupción y la politiquería. 

¿Quién va a unir este cuerpo? ¿Y hacia dónde vamos a ir? Entonces voy a tratar de hacer con esta película una metáfora de mi mirada. Es la adaptación de una novela que yo he escrito en Francia que se llama 'Un cuerpo despedazado, crónica boliviana', que es un thriller policiaco. 

-Ya que usted nos reconduce hacia el filme, háblenos más sobre la filmación en Santa Cruz...

El rodaje lo voy a hacer sobre todo en el Plan Tres Mil y quiero una estética muy urbana que nos ofrece esa ciudadela, que se ha construido pedazo por pedazo. Es decir, no ha habido una reflexión urbanística, entonces eso nos da también un escenario, una locación muy interesante y muy singular de Bolivia.

-Y el personaje principal, la muchacha que busca el cuerpo de su hermano desaparecido ¿Cómo se llama en la ficción y en la vida real? 

En la vida real le pondría 'la sin nombre', porque son muchas esas jovencitas que que están con un destino desarticulado en el Plan Tres Mil. Hay mucha violencia hacia las jovencitas de ahí, mucha violencia hacia la mujer. Por eso el arte es muy importante. Entonces, por eso le diría la sin nombre, porque son todas.

Esas niñas, esas chicas de 18, 19 años, vulnerables a la prostitución que es una moneda corriente, es terrible. Es de ellas que quiero hablar. En la película se llama Antonia, que está buscando ese cuerpo despedazado, que está buscando una esperanza de vida, finalmente, una perspectiva de vida. Pero lo único que está frente a ella es la violencia: violencia en la sociedad, violencia hacia ella, violencia hacia la mujer. 

-¿Cuánto estima que va a durar el rodaje?

Estamos pensando en un formato de un largometraje de una hora veinte, más o menos. Pienso que el rodaje va a durar más o menos entre ocho a diez semanas. 

-¿De dónde han salido los fondos? ¿Cómo es que va a conseguir hacer realidad esto? 

El productor Christophe Boudin ya tiene fondos propios y fondos que está consiguiendo directamente en ciertas plataformas del cine francés. Y aquí en Bolivia Claudia Gaensel está trabajando en la idea de preventa. Y vamos a ver si se va a restablecerse la ayuda del Programa de Igualdad de Oportunidades, del Ministerio de Desarrollo, que tuvo la primera película. 

Es muy difícil hacer comprender afuera que hay arte en Bolivia. Entonces, cuando un productor dice voy a hacer una película en Bolivia, los otros le miran y preguntan ¿dónde? porque no creen que se hace cine aquí. 

Es muy importante que gente como Boudin diga yo apuesto por Bolivia, vamos, hagamos la película. Ya te digo, cuando han ido al exterior nuestro actores todos se asombran y dicen ¡qué increíble! Que haya buenos actores argentinos no les sorprende, chilenos y brasileños tampoco, pero bolivianos sí les sorprende.

-¿Cuánto cree usted que va a demandar en lo económico esta nueva cinta? Estamos trabajando sobre un presupuesto más o menos de 200 mil dólares. 

-¿Y Marcos Malavia estará en todas partes? 

No, yo estoy escribiendo junto con Amélie Dumetz, que es también con quien escribí El novio de la muerte. Entonces, es como reunir el mismo equipo. 

En materia de producción yo no voy a participar, ya hay dos productores. Yo me estoy dedicando a pulir el guion, a adaptar mi novela. Porque la adaptación cinematográfica es otra cosa. La escritura de novela es como decía mi amigo Alejandro Jodorowsky: escribir una novela es como tener un grillo en la oreja que te cuenta, solamente a ti. Él está contando la historia al que la va a leer. Uno crea su propio escenario. 

En cambio, la escritura del cine es una escritura por imágenes. Son las imágenes las que tienen que hablar. Entonces, adaptar una novela es un trabajo bastante delicado. La trama está ya armada, en base a la novela del mismo nombre (Un cuerpo despedazado), que ha funcionado muy bien, ha sido publicada en Francia y la han reeditado. 

Para llevarla al cine, hay que trabajar un lenguaje de imágenes. Es un trabajo de escritura en el cual ya estamos desde hace un año. Es un proceso muy lento, muy laborioso, el de la construcción de un guion. 

 -¿Usted ha tenido oportunidad de volver a Huanuni?

El problema es que cuando vengo aquí me chupan la sangre y no puedo moverme, hay tanto trabajo con los chicos, no puedo dejarlos un día, entonces, ir hasta Huanuni sería una expedición, pero voy a ir, sí, sí, claro que voy a ir. No ha cambiado, casi nada.

-¿Y el Plan 3.000 ha cambiado?

Es evidente que había una subida en la calidad de vida hasta, yo diría el 2019. He visto cómo la gente, la economía, el bienestar, estaba establecido en el rostro de la gente, pero por la pandemia y otras cosas la situación se ha degradado muchísimo. Se siente que hay una gran crisis económica y eso está impactando mucho en las familias, en la vivencia cotidiana, eso lo veo. La gente está más tensa, realmente hay una regresión. 

Estamos en un momento muy delicado, los 20 años de la Escuela los estamos celebrando como pobres, con pequeñas manifestaciones. Queríamos hacer un festival, vamos a tratar de hacer un festival de teatro en octubre, pero la economía es muy mala.