Son gestos, prejuicios y comentarios sexistas que forman parte de nuestra vida cotidiana y que hemos interiorizado aunque creamos que el machismo es malo. Son más frecuentes de lo que parece y es necesario erradicarlos

13 de febrero de 2022, 4:00 AM
13 de febrero de 2022, 4:00 AM

Ericka (nombre ficticio) cuenta que luego de una ardua jornada laboral llegaba a casa a cocinar para su exmarido e hijos y una vez lavado los platos tenía que dedicarle tiempo a realizar las tareas de los chicos e incluso limpiar la casa. Alguna u otra amiga le preguntaba por qué su esposo no la colaboraba y ella respondía con palabras de él: “Es que no sé hacerlo” o “vos lo haces mejor”, y lo justificaba porque él aportaba más dinero en el hogar. 

María (nombre ficticio) dejó de salir con algún amigo porque a su novio le llegaban comentarios de que la habían visto con otros chicos e incluso le habían enviado fotos a su pareja. “Él no me dijo nada, pero estaba molesto y me fui alejando de esas amistades. De igual modo en las reuniones de su grupo de amigos, las mujeres hacían un grupo aparte, mientras ellos bromeaban y bebían”. 

No son ni hombres violentos e incluso se muestran solidarios con muchas de las reivindicaciones femeninas y no tienen problemas en mostrarse vulnerables frente a situaciones críticas. 

A Pedro (nombre ficticio) su profesor de educación física le decía que se esfuerce más, que no juegue al fútbol “como una niña”, que es “un deporte de hombres”. Cuando su hija quiso practicar ese deporte se negó a que lo haga “porque podrían lastimarla” 

Las tres historias son ejemplos de micromachismos, término que designa las sutiles e imperceptibles maniobras y estrategias de ejercicio del poder de dominio masculino y que atentan contra la autonomía femenina. Es decir, trucos, recursos y manipulaciones que usan los hombres para imponer a las mujeres sus propias razones, deseos e intereses en la vida cotidiana. 

Efectos de nuestra educación y de construcciones sociales que hemos interiorizado, a pesar de que denunciemos o critiquemos el machismo y que normalizamos sin darnos cuenta. Otro ejemplo reciente y que se hizo viral en las redes sociales fue el caso de la madre que fue criticada por ir a dejar a la escuela a su hijo con una vestimenta “provocadora”. Los comentarios lascivos, los prejuicios y las bromas acerca del cuerpo de la mujer también son micromachismos. 

La palabra fue acuñada por el sicoterapeuta argentino Luis Bonino a principio de los años 90 y “pone el foco en lo que aún no ha sido reconocido como violencia y, por lo tanto, pasa culturalmente inadvertido pero que, indudablemente, forma parte del caldo de cultivo necesario para que se generen todas las violencias machistas que sí son reconocidas. Por lo tanto, pone la mirada en el siguiente paso, en lo que aún nos queda por deconstruir, en nuestros privilegios como varones”, señala David Kaplun, antropólogo español especialista en diversidad de género y violencia. 

Bonino, que radica en España, fue contactado por Extra, pero se excusó amablemente de referirse al tema, porque hace años que prefiere estar alejado de los medios, indicó. Sin embargo compartió por escrito algunos conceptos que considera fundamentales al respecto.

 El sicoterapeuta, que es experto en las problemáticas de la condición masculina, empezó a indagar en las mujeres que convivían con hombres y sentían que, lejos de sufrir ningún tipo de violencia, compartían sus vidas con buenos ‘compañeros’ y que relataban, una y otra vez, situaciones cotidianas que les resultaban desagradables, dolorosas, confusas por no poder detectar quién era el responsable, incluso sintiéndose culpables de sus malestares y de las reacciones que ellos les generaban.

 “No entendían por qué no se sentían tranquilas, seguras y dueñas de sus propias decisiones. Atendiendo a esas narraciones, comencé a centrar mi atención en estos ‘hombres buenos’, quienes en general y sin lugar a dudas, no se consideraban machistas -ni eran considerados así por sus entornos cercanos-, ya que no agredían física o verbalmente a las mujeres, asumían algunos cambios de roles, o se solidarizaban con las reivindicaciones del feminismo”, cuenta Bonino. 

Según ellos, los machistas y los violentos con las mujeres eran ‘esos otros’. “Fui descubriendo que ellos también eran (éramos) ‘esos otros’, que parecían tan alejados de nuestro propio autoconcepto”, explica.

Efectos 

¿Pero qué efectos causan los micromachismos en la mujer? Según ha investigado el sicoterapeuta, “dada su casi invisibilidad, van produciendo un daño sordo y sostenido que se agrava en el tiempo, sin poder establecer estrategias de resistencia por desconocer su existencia”, seña - la Bonino y agrega que “toda esa sintomatología genera un estado de ánimo depresivo-irritable en aumento, que genera más auto - culpabilidad, resignación y claudicación”. 

¿Qué hacer? 

Conociendo los efectos, ¿Qué se puede hacer para erradicar los micromachismos? Para Bonino es necesario trabajar en una doble vía. Por un lado, las personas profesionales de la salud mental deben hacer un esfuerzo por conocer y detectar los micromachismos y sus efectos en la mujer. 

Por otro lado, mujeres y hombres deben trabajar por desactivar tanto la producción de micromachismos como los efectos que causan. “Hay que trabajar para que las mujeres logren desarrollar estrategias de inmunización, así como que los hombres desactiven los micromachismos de sus comportamientos y se habitúen a reconocerlos para motivar cambios hacia la apertura igualitaria. 

Para ello, es necesario lograr que ellos puedan estar dispuestos a una autocrítica sobre el ejercicio cotidiano del poder y dominio, y a reconocer el efecto de dicho ejercicio en las mujeres”, concluye el sicoterapeuta.